/ martes 12 de febrero de 2019

14 de febrero y su mitología

A propósito del 14 de febrero ya en puerta y la mercadotecnia de este día, hay ciertos datos importantes que señalar de la figura relevante de Cupido en la mitología griega como Eros, dios del amor y el deseo sexual, hijo de afrodita y Ares.

Lo erótico, palabra derivada de Eros, representaba la conjunción de la relación sexual con el sentimiento pasional. Se creía que mientras Eros flechaba a los hombres para que se enamorasen, Afrodita hacía lo propio con las mujeres. Su culto se expandió hacia el final de la Grecia clásica y los espartanos le rezaban antes de entablar una batalla.

Aunque hay otras versiones, como la que narra Hesiodo en su Teogonía, equivalente al libro de Génesis del antiguo testamento. Si la Biblia dice: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra”, los griegos señalan: “En el principio era el caos, del caos deviene el orden y con este Gea –La tierra- Tártaro el inframundo y Eros”. Por lo que hay en este último una fuerza creadora y regeneradora.

En la tradición latina, no solo fue Virgilio guía de Dante ante su Divina Comedia, sino otros importantes escritores latinos como Cicerón o Séneca, quienes mencionaron en sus escritos el origen de Cupido, concebido por la noche, el amor y las sombras por obra de Júpiter, equivalente al romano Zeus, o por el fuego de Vulcano, puesto que Cupido fue visto como una figura multidimensional que reflejaba el deseo, las pasiones, los caprichos y hasta las violencias de la naturaleza humana.

Una de las versiones más extendidas de Cupido, es que nace de la cópula entre Venus y Marte, a la cual se oponía Júpiter, por lo que intentó asesinarlo en el momento de su nacimiento, pero Venus lo escondió en un bosque. Cupido creció convirtiéndose en el ser más hermoso y encantador, pero tenía una característica que ninguno de los otros dioses del panteón romano o griego tuvieron: se guiaba únicamente por los sentimientos y emociones, y nunca por la razón. De aquí que se diga que el amor no entiende de razones.

En el bosque se fabricó un arco con la madera de un fresno caído e hizo sus propias flechas de un ciprés, las que cargaba siempre en su carcaj, aprendió a disparar y a no errar ninguno de sus tiros. Al darse cuenta de su habilidad, su madre le regalo el arco y flechas de oro sólido y le concedió el don de otorgar amor y felicidad a los hombres que lo merecieran al unirlos con una pareja, o hacer que esta se separara si no había hallado la virtud en su relación. Así unas flechas tenían la punta de oro que otorgaba amor y otras puntas de plomo que provocaba olvido e ingratitud. El poder de las flechas era tal que ningún hombre o dios podía repeler su fuerza, de tal suerte que la imagen por todos conocida queda en el imaginario colectivo para la posteridad.

A propósito del 14 de febrero ya en puerta y la mercadotecnia de este día, hay ciertos datos importantes que señalar de la figura relevante de Cupido en la mitología griega como Eros, dios del amor y el deseo sexual, hijo de afrodita y Ares.

Lo erótico, palabra derivada de Eros, representaba la conjunción de la relación sexual con el sentimiento pasional. Se creía que mientras Eros flechaba a los hombres para que se enamorasen, Afrodita hacía lo propio con las mujeres. Su culto se expandió hacia el final de la Grecia clásica y los espartanos le rezaban antes de entablar una batalla.

Aunque hay otras versiones, como la que narra Hesiodo en su Teogonía, equivalente al libro de Génesis del antiguo testamento. Si la Biblia dice: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra”, los griegos señalan: “En el principio era el caos, del caos deviene el orden y con este Gea –La tierra- Tártaro el inframundo y Eros”. Por lo que hay en este último una fuerza creadora y regeneradora.

En la tradición latina, no solo fue Virgilio guía de Dante ante su Divina Comedia, sino otros importantes escritores latinos como Cicerón o Séneca, quienes mencionaron en sus escritos el origen de Cupido, concebido por la noche, el amor y las sombras por obra de Júpiter, equivalente al romano Zeus, o por el fuego de Vulcano, puesto que Cupido fue visto como una figura multidimensional que reflejaba el deseo, las pasiones, los caprichos y hasta las violencias de la naturaleza humana.

Una de las versiones más extendidas de Cupido, es que nace de la cópula entre Venus y Marte, a la cual se oponía Júpiter, por lo que intentó asesinarlo en el momento de su nacimiento, pero Venus lo escondió en un bosque. Cupido creció convirtiéndose en el ser más hermoso y encantador, pero tenía una característica que ninguno de los otros dioses del panteón romano o griego tuvieron: se guiaba únicamente por los sentimientos y emociones, y nunca por la razón. De aquí que se diga que el amor no entiende de razones.

En el bosque se fabricó un arco con la madera de un fresno caído e hizo sus propias flechas de un ciprés, las que cargaba siempre en su carcaj, aprendió a disparar y a no errar ninguno de sus tiros. Al darse cuenta de su habilidad, su madre le regalo el arco y flechas de oro sólido y le concedió el don de otorgar amor y felicidad a los hombres que lo merecieran al unirlos con una pareja, o hacer que esta se separara si no había hallado la virtud en su relación. Así unas flechas tenían la punta de oro que otorgaba amor y otras puntas de plomo que provocaba olvido e ingratitud. El poder de las flechas era tal que ningún hombre o dios podía repeler su fuerza, de tal suerte que la imagen por todos conocida queda en el imaginario colectivo para la posteridad.