/ miércoles 23 de octubre de 2019

150 años

El 18 de octubre de 1869 fue el primer día de clases del Seminario de Zacatecas. El acto de apertura solemne se tuvo a los dos días, el 20 de octubre. Podemos imaginar la ilusión con que aquellos primeros hombres daban vida a un proyecto destinado a dar muchos frutos para el futuro. El primer obispo de Zacatecas, don Ignacio Mateo Guerra, es considerado el padre y fundador de nuestro Seminario.

El primer edificio construido para este fin es el actual Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. En su fachada principal todavía podemos admirar el exterior de lo que fue la primer capilla del Seminario. Ahí estuvieron los seminaristas hasta el año de 1914 cuando fue convertido en cuartel militar.

Muchas generaciones han pasado por sus aulas en las distintas sedes que ha tenido debido a los avatares de la historia, hasta llegar a sus actuales instalaciones en lo que hoy es el centro de Guadalupe. Entre sus alumnos destaca el sacerdote y mártir san Mateo Correa Magallanes, fusilado en 1927 en plena persecución cristera por no haber querido romper el silencio que se impone a la confesión. Destaca también el poeta jerezano, Ramón López Velarde, quien pasó dos años en el Seminario a principios del siglo XX.

“La sabiduría se edificó una casa”, es el lema del Seminario sacado del libro de los Proverbios capítulo 9, versículo 1, del Antiguo Testamento. Este lema explica el objetivo de un seminario: transmitir la sabiduría de Dios que es Cristo para compartirla con los demás. El Seminario no existe sólo para preparar personas, sino también para enviarlas a la misión a compartir lo aprendido, a anunciarle al mundo que Dios está de nuestra parte. Desde su fundación más de 1,000 sacerdotes han salido de sus aulas, y muchos más que han pasado algún tiempo ahí.

Son muchos los retos actuales de nuestro Seminario. Hay cosas muy valiosas que debemos mantener, y otras que es necesario cambiar o renovar para responder mejor a las necesidades actuales. Requiere un sabio discernimiento determinar todo esto.

No todos hemos tenido la fortuna de formarnos en el Seminario de Zacatecas, pero quererlo es más que haber pasado por sus aulas como estudiantes. En mi caso me ha tocado ser ecónomo, formador, simple inquilino y desde hace tiempo maestro. ¡Qué alegría ver jóvenes que hoy día, a pesar de una cultura que muchas veces nos quiere alejar de Dios, siguen buscando seguir a Cristo en el sacerdocio! No todo está mal en nuestro mundo, como a veces nos gusta quejarnos, y el Seminario es un signo de esperanza. Queda mucha historia por escribir. Pidamos a Dios estar a la altura. ¡Gracias!

El 18 de octubre de 1869 fue el primer día de clases del Seminario de Zacatecas. El acto de apertura solemne se tuvo a los dos días, el 20 de octubre. Podemos imaginar la ilusión con que aquellos primeros hombres daban vida a un proyecto destinado a dar muchos frutos para el futuro. El primer obispo de Zacatecas, don Ignacio Mateo Guerra, es considerado el padre y fundador de nuestro Seminario.

El primer edificio construido para este fin es el actual Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. En su fachada principal todavía podemos admirar el exterior de lo que fue la primer capilla del Seminario. Ahí estuvieron los seminaristas hasta el año de 1914 cuando fue convertido en cuartel militar.

Muchas generaciones han pasado por sus aulas en las distintas sedes que ha tenido debido a los avatares de la historia, hasta llegar a sus actuales instalaciones en lo que hoy es el centro de Guadalupe. Entre sus alumnos destaca el sacerdote y mártir san Mateo Correa Magallanes, fusilado en 1927 en plena persecución cristera por no haber querido romper el silencio que se impone a la confesión. Destaca también el poeta jerezano, Ramón López Velarde, quien pasó dos años en el Seminario a principios del siglo XX.

“La sabiduría se edificó una casa”, es el lema del Seminario sacado del libro de los Proverbios capítulo 9, versículo 1, del Antiguo Testamento. Este lema explica el objetivo de un seminario: transmitir la sabiduría de Dios que es Cristo para compartirla con los demás. El Seminario no existe sólo para preparar personas, sino también para enviarlas a la misión a compartir lo aprendido, a anunciarle al mundo que Dios está de nuestra parte. Desde su fundación más de 1,000 sacerdotes han salido de sus aulas, y muchos más que han pasado algún tiempo ahí.

Son muchos los retos actuales de nuestro Seminario. Hay cosas muy valiosas que debemos mantener, y otras que es necesario cambiar o renovar para responder mejor a las necesidades actuales. Requiere un sabio discernimiento determinar todo esto.

No todos hemos tenido la fortuna de formarnos en el Seminario de Zacatecas, pero quererlo es más que haber pasado por sus aulas como estudiantes. En mi caso me ha tocado ser ecónomo, formador, simple inquilino y desde hace tiempo maestro. ¡Qué alegría ver jóvenes que hoy día, a pesar de una cultura que muchas veces nos quiere alejar de Dios, siguen buscando seguir a Cristo en el sacerdocio! No todo está mal en nuestro mundo, como a veces nos gusta quejarnos, y el Seminario es un signo de esperanza. Queda mucha historia por escribir. Pidamos a Dios estar a la altura. ¡Gracias!