/ domingo 5 de enero de 2020

2020, año de la Tierra

El ser humano, en esta etapa histórica, se enfrenta a su destino. El medio ambiente sucumbe. La degradación de los ecosistemas a escala planetaria es una realidad. Selvas y bosques son devastados. Mares y ríos contaminados. Una isla de plástico en el Pacífico, tan enorme como varios países, vaga intoxicando y matando lo que le rodea. Estamos viviendo una etapa de extinción masiva sin precedentes; día con día, especies de flora y fauna perecen. La Tierra, que se ha regenerado por sí misma a través del tiempo, tiene como su peor enemigo al ser humano. No hay vuelta atrás, si seguimos consumiendo de manera voraz y explotando irracionalmente nuestros recursos nos espera la extinción.

Por eso la imperiosa necesidad de repensarnos en el biocentrismo. No podemos seguir creyendo que la Tierra nos pertenece. Debemos entender que somos parte de ella. Por años hemos confundido nuestra racionalidad –aquella hermosa virtud aristotélica- con superioridad. Hemos desdeñado el medio ambiente sin saber que su destrucción es la nuestra. Países con enorme biodiversidad son la mira de empresas sin escrúpulos que los explotan a tal grado de dejar solo zonas áridas en donde otrora bosques florecían. Nosotros, los causantes del cambio climático, hemos despojado de su hogar a un sinfín de especies. Hemos llegado al grado de ser sumamente crueles con nuestra otredad sintiente.

Un año comienza y con ello una etapa de reflexión. José Luis Sampedro, aquel escritor y humanista español, decía que pequeñas acciones generan cambios; y aquel que las hace, si supiera lo que provoca, las multiplicaría. En efecto, es tiempo de cambios, desde plantar un árbol hasta modificar nuestra conducta de consumo, desde evitar el plástico hasta exigir a los gobiernos mecanismos de protección al medio ambiente e instrumentos para resarcir lo que por años hemos provocado. Los gobiernos deben ser evolutivos y entender que la protección al medio ambiente merece toda nuestra atención. Los derechos humanos mantienen una relación intrínseca e interdependiente con los derechos de la naturaleza.

Desde mi trinchera, como lo he venido realizando, defenderé la protección y el derecho a un medio ambiente sano. Seguir avanzando para que las Constituciones ecológicas se materialicen, dotándolas de mecanismos para su efectiva defensa. Por lo que, adelanto, en el siguiente periodo de sesiones, presentaré una iniciativa integral que busque hacer sujeto de derechos al medio ambiente. 2020, es el año de la Tierra, busquemos por todas las vías su protección y defensa. De ello depende nuestra supervivencia.

El ser humano, en esta etapa histórica, se enfrenta a su destino. El medio ambiente sucumbe. La degradación de los ecosistemas a escala planetaria es una realidad. Selvas y bosques son devastados. Mares y ríos contaminados. Una isla de plástico en el Pacífico, tan enorme como varios países, vaga intoxicando y matando lo que le rodea. Estamos viviendo una etapa de extinción masiva sin precedentes; día con día, especies de flora y fauna perecen. La Tierra, que se ha regenerado por sí misma a través del tiempo, tiene como su peor enemigo al ser humano. No hay vuelta atrás, si seguimos consumiendo de manera voraz y explotando irracionalmente nuestros recursos nos espera la extinción.

Por eso la imperiosa necesidad de repensarnos en el biocentrismo. No podemos seguir creyendo que la Tierra nos pertenece. Debemos entender que somos parte de ella. Por años hemos confundido nuestra racionalidad –aquella hermosa virtud aristotélica- con superioridad. Hemos desdeñado el medio ambiente sin saber que su destrucción es la nuestra. Países con enorme biodiversidad son la mira de empresas sin escrúpulos que los explotan a tal grado de dejar solo zonas áridas en donde otrora bosques florecían. Nosotros, los causantes del cambio climático, hemos despojado de su hogar a un sinfín de especies. Hemos llegado al grado de ser sumamente crueles con nuestra otredad sintiente.

Un año comienza y con ello una etapa de reflexión. José Luis Sampedro, aquel escritor y humanista español, decía que pequeñas acciones generan cambios; y aquel que las hace, si supiera lo que provoca, las multiplicaría. En efecto, es tiempo de cambios, desde plantar un árbol hasta modificar nuestra conducta de consumo, desde evitar el plástico hasta exigir a los gobiernos mecanismos de protección al medio ambiente e instrumentos para resarcir lo que por años hemos provocado. Los gobiernos deben ser evolutivos y entender que la protección al medio ambiente merece toda nuestra atención. Los derechos humanos mantienen una relación intrínseca e interdependiente con los derechos de la naturaleza.

Desde mi trinchera, como lo he venido realizando, defenderé la protección y el derecho a un medio ambiente sano. Seguir avanzando para que las Constituciones ecológicas se materialicen, dotándolas de mecanismos para su efectiva defensa. Por lo que, adelanto, en el siguiente periodo de sesiones, presentaré una iniciativa integral que busque hacer sujeto de derechos al medio ambiente. 2020, es el año de la Tierra, busquemos por todas las vías su protección y defensa. De ello depende nuestra supervivencia.