/ jueves 14 de octubre de 2021

A favor de las dos vidas

Es poco probable que lleguemos todos a un acuerdo sobre el aborto. El tema despierta muchas pasiones en México y en el mundo. Sin embargo, debemos seguir promoviendo la vida, o más bien las dos vidas, la de la madre y la de la hija o hijo que viene en camino. Este tipo de leyes definen la sociedad que queremos ser.

Hoy se habla mucho de derechos humanos y es algo positivo, aunque no siempre se respetan los derechos de todos, incluso los más elementales o el primero como es la vida. El gran dilema es: ¿cuál es el origen de los derechos? ¿en qué nos basamos para considerar algo un derecho humano o no?

Detrás de temas actuales que causan controversia como el matrimonio igualitario, la eutanasia, el cambio de sexo, el aborto, etc., está la idea que se tenga del ser humano. Hoy parece que la fuente de los derechos es la propia voluntad o capricho y que por el solo hecho de querer algo, sea lo que sea, se debe convertir en un derecho reconocido por los demás.

Todo en la naturaleza sigue un orden. Las semillas necesitan tierra y agua para crecer, los cetáceos vivir en el mar y las aves el aire para volar. Así como el agua no se mezcla con el aceite y esto no es manía de nadie, así también el ser humano tiene una naturaleza que le ayuda a vivir de la mejor manera. Los animales no tienen problemas existenciales, pues alcanzan sus fines de manera instintiva: se alimentan, crecen y se aparean.

En el caso del ser humano tenemos la libertad. Somos los únicos que podemos equivocarnos al actuar y tomar decisiones que no van acorde a nuestra naturaleza. En el caso del aborto, antes de declararlo un derecho hemos de maravillarnos ante la grandeza de la vida humana, y reconocerla desde el momento en que comienza en el seno de su madre. Ningún embrión es más digno que otro.

La situación que vive una mujer embarazada que, por el motivo que sea desea abortar, es un drama, pero la vida que se está gestando tiene prioridad sobre cualquier otro supuesto derecho. Esa nueva vida no es una parte del cuerpo de la mujer, aunque sus primeros nueve meses crece y vive dentro de ella.

En el fondo la pregunta fundamental es ¿qué es más importante: la vida o la libertad? ¿la nueva vida o el deseo de la madre de eliminarla en aras de su libertad? Es una trampa pensar que las leyes que lo permiten todo, incluso acabar con la vida, nos hacen más libres y mejores. ¡Gracias!

Es poco probable que lleguemos todos a un acuerdo sobre el aborto. El tema despierta muchas pasiones en México y en el mundo. Sin embargo, debemos seguir promoviendo la vida, o más bien las dos vidas, la de la madre y la de la hija o hijo que viene en camino. Este tipo de leyes definen la sociedad que queremos ser.

Hoy se habla mucho de derechos humanos y es algo positivo, aunque no siempre se respetan los derechos de todos, incluso los más elementales o el primero como es la vida. El gran dilema es: ¿cuál es el origen de los derechos? ¿en qué nos basamos para considerar algo un derecho humano o no?

Detrás de temas actuales que causan controversia como el matrimonio igualitario, la eutanasia, el cambio de sexo, el aborto, etc., está la idea que se tenga del ser humano. Hoy parece que la fuente de los derechos es la propia voluntad o capricho y que por el solo hecho de querer algo, sea lo que sea, se debe convertir en un derecho reconocido por los demás.

Todo en la naturaleza sigue un orden. Las semillas necesitan tierra y agua para crecer, los cetáceos vivir en el mar y las aves el aire para volar. Así como el agua no se mezcla con el aceite y esto no es manía de nadie, así también el ser humano tiene una naturaleza que le ayuda a vivir de la mejor manera. Los animales no tienen problemas existenciales, pues alcanzan sus fines de manera instintiva: se alimentan, crecen y se aparean.

En el caso del ser humano tenemos la libertad. Somos los únicos que podemos equivocarnos al actuar y tomar decisiones que no van acorde a nuestra naturaleza. En el caso del aborto, antes de declararlo un derecho hemos de maravillarnos ante la grandeza de la vida humana, y reconocerla desde el momento en que comienza en el seno de su madre. Ningún embrión es más digno que otro.

La situación que vive una mujer embarazada que, por el motivo que sea desea abortar, es un drama, pero la vida que se está gestando tiene prioridad sobre cualquier otro supuesto derecho. Esa nueva vida no es una parte del cuerpo de la mujer, aunque sus primeros nueve meses crece y vive dentro de ella.

En el fondo la pregunta fundamental es ¿qué es más importante: la vida o la libertad? ¿la nueva vida o el deseo de la madre de eliminarla en aras de su libertad? Es una trampa pensar que las leyes que lo permiten todo, incluso acabar con la vida, nos hacen más libres y mejores. ¡Gracias!