En algún momento de nuestra vida se presentan cambios que se realizan en uno o varios ámbitos como el familiar, académico, laboral y/o social creando una nueva situación con diferentes características, se requiere una pronta adaptación.
Al tener una eficaz adaptabilidad al cambio que se realiza de manera continua y cotidiana, se aprende a reaccionar y actuar en concordancia con la misma dinámica que se nos presenta para generar variaciones positivas.
El vocablo “Adaptare” proviene del latín y está compuesto del prefijo AD que significa HACIA y del verbo APTARE que se refiere a ajustar, entendiéndose como acomodación de algo respecto a otro. Cuando se genera una variación en la rutina de forma premeditada, es decir por uno mismo, debido a otras personas o situaciones diversas, existe un desequilibrio que puede impactar con miedos e incertidumbres, afectándonos emocionalmente y al organismo. Por consiguiente sería conveniente estar preparado desde el punto de vista mental y económico.
Actualmente se necesita tener la disposición y sin temores de avanzar ante estas crisis, identificando nuestras posibilidades de reacción y actuar en concordancia a la nueva dinámica que se nos presente; tratando de eliminar ideas de permanencia, siendo flexibles y evitar el estrés, ansiedad, desilusión antes de conflictuarnos. Es pensar que la vida sucede con continuos cambios y habría que encontrar soluciones para ser más efectiva la actitud de encontrar una estabilidad con optimismo y seguridad.
La agilidad de adaptación nos hace ser creativos en situaciones imprevistas y más seguros cuando se han buscado, teniendo como base los valores morales y éticos. Aceptar la realidad creando otras metas y objetivos nos guiarán hacia una oportunidad de progreso.
Analizar este proceso de cambio con objetivos específicos para sentirse fortalecido sin confusiones al definir el futuro de acuerdo a sus necesidades, se podría valorar hacia donde seguir encausando los esfuerzos para conseguir las metas esperadas.
Adaptación no es aceptación, solamente es una modificación a nuestros intereses, comprendiendo las situaciones adversas que se pudieran presentar por factores externos pero que también propician un nuevo estilo de vida porque cada cambio trae nuevas oportunidades de progresar. Cuando se decide unilateralmente hacer modificaciones, se deben realizar sin temores y muy bien planeadas, porque al tomar estas decisiones, probablemente van a alterar en mayor o menor grado la solvencia económica, que aun cuando hayan sido programados los gastos, también se presentarán algunos imprevistos.
Considerando que las acciones que se emprendan ante los cambios en nuestra economía con situaciones imprevistas tendrán un impacto en sus finanzas, las reacciones deberán ser valoradas para que afecten lo menos posible la tranquilidad y salud física. Al identificar nuestras necesidades, preferencias, vocación y destrezas se aprende a desarrollar la habilidad para adaptarse al cambio.