/ martes 26 de mayo de 2020

¡Adiós Benito, adiós…!

La última vez que saludé a Benito Juárez, el esclarecido jerezano, fue hace tal vez 30 días. Él estaba en la entrada de su casa en Jerez, y el temor al coronavirus nos hizo saludarnos de lejos.

La lucha de este preclaro y buen amigo jerezano contra el cáncer fue literalmente a muerte. Y sí, lamentablemente, sólo la muerte lo venció, pero luego de largo tiempo que estuvo lidiando, valerosamente, contra el cáncer. Jamás lo vi desaseado o deprimido, y siempre con la novedad política interesante (tanto local, estatal como nacional) en la boca, para comentarla entre sus amistades. No perdía él noticia de índole pública alguna; sabía de todo lo que estaba pasando en el ámbito gubernamental a nivel de Jerez, de Zacatecas y de México, y no sólo las características del asunto, sino también los nombres de los actores y la reputación de ellos(as).

Presidente municipal de Jerez en dos ocasiones, fue uno de los pocos destacados presidentes municipales que he conocido en ése mi pueblo natal. Debo decir que desde que me acuerdo –desde hace más de sesenta años –cuento entre los dedos de una mano a Benito como un destacado presidente municipal, quien fue, sin duda, funcionario eficiente y constatablemente probo hasta lo último.

Siempre lo recordaré pasando él solo casa por casa del vecindario de Jerez inquiriendo si había algún problema con la recolección del camión de la basura, con el agua, la luz, etcétera. Cuando íbamos a realizar algún trámite a la presidencia él mismo estaba al pendiente de que la fila avanzara, de que los funcionarios municipales nos hubieran resuelto satisfactoriamente el asunto que nos llevaba al local de la presidencia municipal. Acciones que, por cierto, no son frecuentes a nivel de las diferentes autoridades municipales del municipio de Jerez.

¡Y cómo olvidar lo cantador que era él! Sí, además de saber y comentar acerca de los asuntos del mundillo de la política y saberse los nombres y desempeños de todos los participantes del ambiente político, Benito no perdía oportunidad para cantar en las reuniones sociales que no faltan en Jerez.

Pero, siempre comedido, no sólo cantaba él, sino que invitaba a los demás que estábamos en la tertulia a cantar, lo cual, por supuesto que lo hacíamos de manera gustosa, aunque no, sobre todo en mi caso, de manera entonada.

Benito destacó, asimismo, en el campo del magisterio. En algún tiempo colaboré con él y realmente provocó mi admiración. Quién sabe cómo le hacía, pero profesor(a) que iba a arreglar algún asunto con él salía generalmente satisfecho.

¡Seguro que lo vamos a extrañar por todo lo que valía este ilustre jerezano…!

La última vez que saludé a Benito Juárez, el esclarecido jerezano, fue hace tal vez 30 días. Él estaba en la entrada de su casa en Jerez, y el temor al coronavirus nos hizo saludarnos de lejos.

La lucha de este preclaro y buen amigo jerezano contra el cáncer fue literalmente a muerte. Y sí, lamentablemente, sólo la muerte lo venció, pero luego de largo tiempo que estuvo lidiando, valerosamente, contra el cáncer. Jamás lo vi desaseado o deprimido, y siempre con la novedad política interesante (tanto local, estatal como nacional) en la boca, para comentarla entre sus amistades. No perdía él noticia de índole pública alguna; sabía de todo lo que estaba pasando en el ámbito gubernamental a nivel de Jerez, de Zacatecas y de México, y no sólo las características del asunto, sino también los nombres de los actores y la reputación de ellos(as).

Presidente municipal de Jerez en dos ocasiones, fue uno de los pocos destacados presidentes municipales que he conocido en ése mi pueblo natal. Debo decir que desde que me acuerdo –desde hace más de sesenta años –cuento entre los dedos de una mano a Benito como un destacado presidente municipal, quien fue, sin duda, funcionario eficiente y constatablemente probo hasta lo último.

Siempre lo recordaré pasando él solo casa por casa del vecindario de Jerez inquiriendo si había algún problema con la recolección del camión de la basura, con el agua, la luz, etcétera. Cuando íbamos a realizar algún trámite a la presidencia él mismo estaba al pendiente de que la fila avanzara, de que los funcionarios municipales nos hubieran resuelto satisfactoriamente el asunto que nos llevaba al local de la presidencia municipal. Acciones que, por cierto, no son frecuentes a nivel de las diferentes autoridades municipales del municipio de Jerez.

¡Y cómo olvidar lo cantador que era él! Sí, además de saber y comentar acerca de los asuntos del mundillo de la política y saberse los nombres y desempeños de todos los participantes del ambiente político, Benito no perdía oportunidad para cantar en las reuniones sociales que no faltan en Jerez.

Pero, siempre comedido, no sólo cantaba él, sino que invitaba a los demás que estábamos en la tertulia a cantar, lo cual, por supuesto que lo hacíamos de manera gustosa, aunque no, sobre todo en mi caso, de manera entonada.

Benito destacó, asimismo, en el campo del magisterio. En algún tiempo colaboré con él y realmente provocó mi admiración. Quién sabe cómo le hacía, pero profesor(a) que iba a arreglar algún asunto con él salía generalmente satisfecho.

¡Seguro que lo vamos a extrañar por todo lo que valía este ilustre jerezano…!