/ domingo 2 de mayo de 2021

Aguililla, Coppola y la cultura de la paz

“La mafia florece donde el Estado no está”, sentencia el nuncio apostólico Franco Coppola en su visita a Aguililla, Michoacán, poblado bajo el dominio del crimen organizado, el ejemplo más fehaciente de como la inseguridad ha irrumpido en todos los rincones del país, en particular las zonas más apartadas y vulnerables.

En este significativo encuentro entre pobladores y el representante del papa Francisco, queda de manifiesto que el poder corruptor del narcotráfico opera y domina desde la ilegalidad e impunidad para amagar, secuestrar, extorsionar y dominar las diversas actividades sociales, económicas y políticas. Y lo más grave, ha llevado a nuestra sociedad a la gradual deshumanización.

“Lamentablemente, la violencia no es característica de Michoacán, es de todo México”, menciona Coppola. Ciertamente, el escenario cruento y cruel se expande en todo el territorio. El pasado 25 de abril, fue uno de los días más violentos del año, se perpetraron 115 homicidios, es decir, cinco asesinatos por hora. Vivimos en un país donde se registran 78 homicidios diariamente. En este escenario, seis estados donde habrá elecciones, se encuentran bajo el asedio de la inseguridad. Una verdadera amenaza para la democracia.

La misión pastoral del nuncio es el ejemplo de la participación ciudadana para afrontar la inseguridad. Organizaciones civiles, colectivos, defensores de derechos humanos, académicos e iglesias pueden contribuir para sembrar la cultura de la paz, concepto definido por la ONU en 1999 y plasmado en la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de la Paz.

Como senadora, una de mis primeras iniciativas que presenté fue relativa a la implementación de la cultura de la paz, propuesta para frenar la violencia a través de la promoción de valores, actitudes y comportamientos que contengan todo acto violento.

El proceso para incentivar y promover la cultura de la paz, puede implementarse desde el sistema educativo donde se fomente el respeto a los derechos humanos. Formar y educar a la ciudadanía desde estas premisas, nos llevará a una mejor convivencia humana y el aprecio por la dignidad e integridad de las personas, las familias y la sociedad por encima de privilegios económicos, políticos y de grupos.

No se trata de utopías, se trata de generar toda una escala de valores y conductas para restablecer el tejido social donde el mexicano crea en la solidaridad, la justicia y la libertad.

En Aguililla, Franco Coppola no solo fue a escuchar a las víctimas, también dejó el mensaje de la esperanza y entre sus plegarias, expresó, “si se quiere, se puede”.

“La mafia florece donde el Estado no está”, sentencia el nuncio apostólico Franco Coppola en su visita a Aguililla, Michoacán, poblado bajo el dominio del crimen organizado, el ejemplo más fehaciente de como la inseguridad ha irrumpido en todos los rincones del país, en particular las zonas más apartadas y vulnerables.

En este significativo encuentro entre pobladores y el representante del papa Francisco, queda de manifiesto que el poder corruptor del narcotráfico opera y domina desde la ilegalidad e impunidad para amagar, secuestrar, extorsionar y dominar las diversas actividades sociales, económicas y políticas. Y lo más grave, ha llevado a nuestra sociedad a la gradual deshumanización.

“Lamentablemente, la violencia no es característica de Michoacán, es de todo México”, menciona Coppola. Ciertamente, el escenario cruento y cruel se expande en todo el territorio. El pasado 25 de abril, fue uno de los días más violentos del año, se perpetraron 115 homicidios, es decir, cinco asesinatos por hora. Vivimos en un país donde se registran 78 homicidios diariamente. En este escenario, seis estados donde habrá elecciones, se encuentran bajo el asedio de la inseguridad. Una verdadera amenaza para la democracia.

La misión pastoral del nuncio es el ejemplo de la participación ciudadana para afrontar la inseguridad. Organizaciones civiles, colectivos, defensores de derechos humanos, académicos e iglesias pueden contribuir para sembrar la cultura de la paz, concepto definido por la ONU en 1999 y plasmado en la Declaración y Programa de Acción sobre una Cultura de la Paz.

Como senadora, una de mis primeras iniciativas que presenté fue relativa a la implementación de la cultura de la paz, propuesta para frenar la violencia a través de la promoción de valores, actitudes y comportamientos que contengan todo acto violento.

El proceso para incentivar y promover la cultura de la paz, puede implementarse desde el sistema educativo donde se fomente el respeto a los derechos humanos. Formar y educar a la ciudadanía desde estas premisas, nos llevará a una mejor convivencia humana y el aprecio por la dignidad e integridad de las personas, las familias y la sociedad por encima de privilegios económicos, políticos y de grupos.

No se trata de utopías, se trata de generar toda una escala de valores y conductas para restablecer el tejido social donde el mexicano crea en la solidaridad, la justicia y la libertad.

En Aguililla, Franco Coppola no solo fue a escuchar a las víctimas, también dejó el mensaje de la esperanza y entre sus plegarias, expresó, “si se quiere, se puede”.