/ jueves 31 de octubre de 2019

Burocracia y ciencia

Decíamos hace ocho días que al parecer el modelo francés pasa actualmente por una racha de retroceso. Lo dicen los medios, pero en las universidades del mundo occidental se sigue leyendo y consultando a científicos del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), el organismo de investigación más importante en Francia creado el 19 de octubre de 1939. Sus equipos se ocupan de estudiar a los seres vivos, la materia, el universo y el funcionamiento de las sociedades humanas. Es internacionalmente reconocido por sus resultados altamente probados y es una entidad pública de investigación multidisciplinar que depende del Ministerio de Enseñanza, Investigación e Innovación Superior. ¿Cuál es el secreto de la larga vida de un centro como éste? Ahí el primer acierto que no han conseguido algunas entidades dedicadas a la investigación en América Latina. Las sedes de investigación en Francia son dirigidas por científicos antes que por burócratas. Sí, por desgracia se piensa que a los académicos e intelectuales les está vetada la función pública (llamemos servidores públicos a aquellos que van a dirigir un instituto de investigación, una asociación científica, una universidad). En Francia, el servidor público atiende a las necesidades del Estado, el Estado se ocupa de la ciencia, pero la dirigen los científicos. Un ejemplo: el director actual del CNRS, Antoine Petit, es profesor de universidad de clase excepcional (tiene una distinción especial que en México llamamos Sistema Nacional de Investigadores); es profesor de alto rango de matemáticas y doctor en informática, especialista en métodos formales “a base de sistemas de transición”. En México, a este extraño sujeto, lo refundiríamos en su laboratorio. En Francia se le nombra Director General del CNRS.

¿Cómo se llega a formar parte de un centro de investigación? Atribuyo este acierto del modelo francés a la forma como se separan los itinerarios de los estudiantes al entrar al Liceo (último grado obligatorio escolar). Los alumnos pueden elegir la opción general para ir a la universidad, el tecnológico para estudios técnicos superiores, o el profesional para insertarse en el mercado laboral. Esta herencia del modelo republicano francés, basada en el ideal de la ilustración y luego en el principio napoleónico sostiene que la educación debe estar a cargo del Estado y tras una probada y estricta carrera, los científicos logran acceder a puestos de funcionarios. No obstante, si hay algo que los propios franceses critican de su política educativa es la burocratización, pero hasta ahora ha funcionado en tanto su intrincada producción de científicos, pese a los esporádicos roces con los regionalismos y los sindicatos. A partir de los años 80 entraron, como muchos países europeos, al modelo por competencias, pero a diferencia de los países escandinavos, Francia sostiene un centralismo a ultranza que se ha encargado de reproducir las estructuras del Estado a través de la educación (Pierre Bourdieu). Sin embargo, su arraigo y tradición le han permitido resistirse al régimen neoliberal británico y tender en periodos alternos a un patrón que desconfía de los manuales gerenciales e industriales del capitalismo.

Decíamos hace ocho días que al parecer el modelo francés pasa actualmente por una racha de retroceso. Lo dicen los medios, pero en las universidades del mundo occidental se sigue leyendo y consultando a científicos del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS), el organismo de investigación más importante en Francia creado el 19 de octubre de 1939. Sus equipos se ocupan de estudiar a los seres vivos, la materia, el universo y el funcionamiento de las sociedades humanas. Es internacionalmente reconocido por sus resultados altamente probados y es una entidad pública de investigación multidisciplinar que depende del Ministerio de Enseñanza, Investigación e Innovación Superior. ¿Cuál es el secreto de la larga vida de un centro como éste? Ahí el primer acierto que no han conseguido algunas entidades dedicadas a la investigación en América Latina. Las sedes de investigación en Francia son dirigidas por científicos antes que por burócratas. Sí, por desgracia se piensa que a los académicos e intelectuales les está vetada la función pública (llamemos servidores públicos a aquellos que van a dirigir un instituto de investigación, una asociación científica, una universidad). En Francia, el servidor público atiende a las necesidades del Estado, el Estado se ocupa de la ciencia, pero la dirigen los científicos. Un ejemplo: el director actual del CNRS, Antoine Petit, es profesor de universidad de clase excepcional (tiene una distinción especial que en México llamamos Sistema Nacional de Investigadores); es profesor de alto rango de matemáticas y doctor en informática, especialista en métodos formales “a base de sistemas de transición”. En México, a este extraño sujeto, lo refundiríamos en su laboratorio. En Francia se le nombra Director General del CNRS.

¿Cómo se llega a formar parte de un centro de investigación? Atribuyo este acierto del modelo francés a la forma como se separan los itinerarios de los estudiantes al entrar al Liceo (último grado obligatorio escolar). Los alumnos pueden elegir la opción general para ir a la universidad, el tecnológico para estudios técnicos superiores, o el profesional para insertarse en el mercado laboral. Esta herencia del modelo republicano francés, basada en el ideal de la ilustración y luego en el principio napoleónico sostiene que la educación debe estar a cargo del Estado y tras una probada y estricta carrera, los científicos logran acceder a puestos de funcionarios. No obstante, si hay algo que los propios franceses critican de su política educativa es la burocratización, pero hasta ahora ha funcionado en tanto su intrincada producción de científicos, pese a los esporádicos roces con los regionalismos y los sindicatos. A partir de los años 80 entraron, como muchos países europeos, al modelo por competencias, pero a diferencia de los países escandinavos, Francia sostiene un centralismo a ultranza que se ha encargado de reproducir las estructuras del Estado a través de la educación (Pierre Bourdieu). Sin embargo, su arraigo y tradición le han permitido resistirse al régimen neoliberal británico y tender en periodos alternos a un patrón que desconfía de los manuales gerenciales e industriales del capitalismo.