/ lunes 12 de agosto de 2019

China: la innovación como clave para el crecimiento

En los últimos meses China ha estado en el centro de las noticias financieras, debido al pulso que mantiene con Estados Unidos. La guerra comercial entre las dos potencias tiene importantes repercusiones: el Fondo Monetario Internacional ha señalado que tal disputa podría significar la disminución de medio punto porcentual del PIB global.

Es una situación en la que no hay ganadores, y a todos nos convienen que los dos gigantes resuelvan sus diferencias económicas. Pero mientras se alcanza tal resolución, existe una cuestión de fondo en la que deberíamos reflexionar: ¿cómo ha logrado China alcanzar el nivel para competir de tú a tú con Estados Unidos, algo que hace unas décadas era impensable?

En menos de 50 años China ha pasado de ser una economía basada en la agricultura a ser la principal potencia en manufactura y uno de los productores más importantes de ciencia y tecnología.

Las reformas iniciaron a finales de los 70, con la apertura de China al comercio y la inversión extranjera, y la concesión de licencias para empresas privadas. Además, para nadie es un secreto los reducidos costos de producción de la nación asiática, lo que ha llevado a las grandes marcas de tecnología a manufacturar sus productos en aquel país.

Pero tales factores sólo explican parte de su éxito. Otra clave se encuentra en el fortalecimiento y desarrollo de sus recursos humanos, y el impulso a la ciencia, tecnología e innovación (CTI). En la actualidad, China destina 2.11% de su inmenso PIB a CTI, y en términos netos es el segundo inversor más grande en este rubro, sólo detrás de Estados Unidos.

Con dicha estrategia han logrado pasar de ser un país que sólo duplicaba la tecnología exterior, a desarrollar sus propios productos y servicios tecnológicos, desde teléfonos y computadoras de alta gama hasta estaciones espaciales. El país asiático es un claro ejemplo de que el impulso al CTI es un factor imprescindible para el acelerar el crecimiento socioeconómico.

Este crecimiento se refleja en el Índice Global de Innovación: en 2019 China alcanzó el lugar 14, superando a países como Japón y Francia. Lo sorprendente es que apenas en 2009 ocupaba la posición 43.

En un reciente artículo, el embajador de China en México Zhu Qingqiao lo explica: “En los primeros días de la Nueva China, el país era débil en las bases científica y tecnológica y tenía escasos investigadores en pocas instituciones. 70 años después, China ha logrado un continuo progreso en la ciencia y la tecnología, que ha servido como un importante soporte para el incremento de su poderío integral”.

Sería bueno tomar nota de estas palabras, ya que en México también contamos con los recursos humanos y la infraestructura para acelerar nuestro crecimiento a través del impulso al CTI.

*Tesorero Canacintra Nacional

En los últimos meses China ha estado en el centro de las noticias financieras, debido al pulso que mantiene con Estados Unidos. La guerra comercial entre las dos potencias tiene importantes repercusiones: el Fondo Monetario Internacional ha señalado que tal disputa podría significar la disminución de medio punto porcentual del PIB global.

Es una situación en la que no hay ganadores, y a todos nos convienen que los dos gigantes resuelvan sus diferencias económicas. Pero mientras se alcanza tal resolución, existe una cuestión de fondo en la que deberíamos reflexionar: ¿cómo ha logrado China alcanzar el nivel para competir de tú a tú con Estados Unidos, algo que hace unas décadas era impensable?

En menos de 50 años China ha pasado de ser una economía basada en la agricultura a ser la principal potencia en manufactura y uno de los productores más importantes de ciencia y tecnología.

Las reformas iniciaron a finales de los 70, con la apertura de China al comercio y la inversión extranjera, y la concesión de licencias para empresas privadas. Además, para nadie es un secreto los reducidos costos de producción de la nación asiática, lo que ha llevado a las grandes marcas de tecnología a manufacturar sus productos en aquel país.

Pero tales factores sólo explican parte de su éxito. Otra clave se encuentra en el fortalecimiento y desarrollo de sus recursos humanos, y el impulso a la ciencia, tecnología e innovación (CTI). En la actualidad, China destina 2.11% de su inmenso PIB a CTI, y en términos netos es el segundo inversor más grande en este rubro, sólo detrás de Estados Unidos.

Con dicha estrategia han logrado pasar de ser un país que sólo duplicaba la tecnología exterior, a desarrollar sus propios productos y servicios tecnológicos, desde teléfonos y computadoras de alta gama hasta estaciones espaciales. El país asiático es un claro ejemplo de que el impulso al CTI es un factor imprescindible para el acelerar el crecimiento socioeconómico.

Este crecimiento se refleja en el Índice Global de Innovación: en 2019 China alcanzó el lugar 14, superando a países como Japón y Francia. Lo sorprendente es que apenas en 2009 ocupaba la posición 43.

En un reciente artículo, el embajador de China en México Zhu Qingqiao lo explica: “En los primeros días de la Nueva China, el país era débil en las bases científica y tecnológica y tenía escasos investigadores en pocas instituciones. 70 años después, China ha logrado un continuo progreso en la ciencia y la tecnología, que ha servido como un importante soporte para el incremento de su poderío integral”.

Sería bueno tomar nota de estas palabras, ya que en México también contamos con los recursos humanos y la infraestructura para acelerar nuestro crecimiento a través del impulso al CTI.

*Tesorero Canacintra Nacional