/ lunes 24 de mayo de 2021

Confianza, seguridad y estado de derecho para la inversión

Hace un tiempo leía un libro que se llama Por qué fracasan los países, escrito por Daron Acemoglu y James A. Robinson, dos premios Nobel de Economía. Vale la pena destinar tiempo a la reflexión en torno a la decisión que hacen las empresas internacionales al momento de instalar sus nuevas plantas.

¿Dónde se instalan las empresas? Donde se genera la certidumbre y los incentivos para la inversión. Recordemos que la inversión es un riesgo, de modo que los empresarios buscan ese piso fundamental que es la certeza jurídica: que el estado de derecho garantice que el dinero no lo van a perder los inversionistas. Una vez instalados, podrán generar los empleos que nuestro estado necesita.

Ahora bien: Zacatecas compite con otros estados en el tema de atracción de capitales, por lo que debe estar a la altura de entidades con mayor desarrollo industrial, como son Aguascalientes, Guanajuato, San Luis Potosí, Jalisco, etc. Lo que les preocupa a las empresas es ver cómo van a solventar el costo de mano de obra, energía, gas, el costo de trasladar el producto hasta la próxima aduana, entre otros gastos, que se convierten en parte de los criterios para decidirse por determinada entidad. Por eso, los estados ofrecen incentivos para las empresas, como puede ser el terreno —por parte del municipio— y facilidades para la infraestructura: gas natural, fibra óptica, condiciones para la instalación de de páneles solares para que gasten menos en energía.

Desafortunadamente, certeza jurídica e incentivos para la inversión son dos cosas que México está perdiendo. Hace algunos meses —y muchos advertimos que sería el error económico del sexenio— tuvo lugar la cancelación del aeropuerto de Texcoco. No se trataba exclusivamente de una obra pública, sino que se estaba fondeando con recurso privado a través de bonos, los cuales tenían un soporte de pago: del impuesto aeroportuario (TUA) se iba a generar una bolsa para esos pagos. Ya había 130 mil millones de pesos ahí invertidos en pistas, cimientos, etc. Con el cambio de gobierno, se cancela el aeropuerto de Texcoco, y a los tenedores de bonos se les tuvo que pagar.

Ese aeropuerto que no se construyó va a costar 300 mil millones de pesos, según cuentas de la Auditoría Superior de la Federación.

Otro episodio que conmovió a la opinión pública fue en Baja California, donde se estaba construyendo una planta cervecera, la Constellation Brands, proyecto que fue cancelado. La empresa, desde luego, demandó y le van a pagar por la capacidad instalada, con los impuestos de los ciudadanos. Por ello, es natural que ahora se estén preguntando los empresarios: ¿será bueno invertir en México?

Mi compromiso es que en Zacatecas se respetará el estado de derecho: vamos a dar certeza jurídica para la inversión. Peso que entra, peso que se respeta. Está por cerrarse el cruce de fibra óptica, lo que va a servir mucho para que vengan empresas “ancla”. Ya tenemos gas natural en buena parte del estado, y mientras más avancemos en infraestructura, es más posible que vengan esas empresas, en torno a las cuales se hace una cadena de proveeduría local.

Actualmente, las empresas que tenemos, compran sus refacciones en Guadalajara porque en Zacatecas no hay quién se las venda; si se descompone una máquina, traen a alguien de Aguascalientes, porque aquí no hay quien preste el servicio. Falta incentivar esa parte del emprendurismo local. Por eso he insistido en la creación de un clúster industrial que permita empatar la industria con los recursos humanos, a través de las instituciones educativas para formar la mano de obra que se requiere. Queremos una alternativa que dé confianza, seguridad y que garantice estado de derecho para la inversión.


Hace un tiempo leía un libro que se llama Por qué fracasan los países, escrito por Daron Acemoglu y James A. Robinson, dos premios Nobel de Economía. Vale la pena destinar tiempo a la reflexión en torno a la decisión que hacen las empresas internacionales al momento de instalar sus nuevas plantas.

¿Dónde se instalan las empresas? Donde se genera la certidumbre y los incentivos para la inversión. Recordemos que la inversión es un riesgo, de modo que los empresarios buscan ese piso fundamental que es la certeza jurídica: que el estado de derecho garantice que el dinero no lo van a perder los inversionistas. Una vez instalados, podrán generar los empleos que nuestro estado necesita.

Ahora bien: Zacatecas compite con otros estados en el tema de atracción de capitales, por lo que debe estar a la altura de entidades con mayor desarrollo industrial, como son Aguascalientes, Guanajuato, San Luis Potosí, Jalisco, etc. Lo que les preocupa a las empresas es ver cómo van a solventar el costo de mano de obra, energía, gas, el costo de trasladar el producto hasta la próxima aduana, entre otros gastos, que se convierten en parte de los criterios para decidirse por determinada entidad. Por eso, los estados ofrecen incentivos para las empresas, como puede ser el terreno —por parte del municipio— y facilidades para la infraestructura: gas natural, fibra óptica, condiciones para la instalación de de páneles solares para que gasten menos en energía.

Desafortunadamente, certeza jurídica e incentivos para la inversión son dos cosas que México está perdiendo. Hace algunos meses —y muchos advertimos que sería el error económico del sexenio— tuvo lugar la cancelación del aeropuerto de Texcoco. No se trataba exclusivamente de una obra pública, sino que se estaba fondeando con recurso privado a través de bonos, los cuales tenían un soporte de pago: del impuesto aeroportuario (TUA) se iba a generar una bolsa para esos pagos. Ya había 130 mil millones de pesos ahí invertidos en pistas, cimientos, etc. Con el cambio de gobierno, se cancela el aeropuerto de Texcoco, y a los tenedores de bonos se les tuvo que pagar.

Ese aeropuerto que no se construyó va a costar 300 mil millones de pesos, según cuentas de la Auditoría Superior de la Federación.

Otro episodio que conmovió a la opinión pública fue en Baja California, donde se estaba construyendo una planta cervecera, la Constellation Brands, proyecto que fue cancelado. La empresa, desde luego, demandó y le van a pagar por la capacidad instalada, con los impuestos de los ciudadanos. Por ello, es natural que ahora se estén preguntando los empresarios: ¿será bueno invertir en México?

Mi compromiso es que en Zacatecas se respetará el estado de derecho: vamos a dar certeza jurídica para la inversión. Peso que entra, peso que se respeta. Está por cerrarse el cruce de fibra óptica, lo que va a servir mucho para que vengan empresas “ancla”. Ya tenemos gas natural en buena parte del estado, y mientras más avancemos en infraestructura, es más posible que vengan esas empresas, en torno a las cuales se hace una cadena de proveeduría local.

Actualmente, las empresas que tenemos, compran sus refacciones en Guadalajara porque en Zacatecas no hay quién se las venda; si se descompone una máquina, traen a alguien de Aguascalientes, porque aquí no hay quien preste el servicio. Falta incentivar esa parte del emprendurismo local. Por eso he insistido en la creación de un clúster industrial que permita empatar la industria con los recursos humanos, a través de las instituciones educativas para formar la mano de obra que se requiere. Queremos una alternativa que dé confianza, seguridad y que garantice estado de derecho para la inversión.