/ domingo 10 de febrero de 2019

Constitución Mexicana, legalidad y transparencia

Hace unos días celebramos el 102 Aniversario de la Constitución Mexicana, promulgada el 5 de febrero de 1917, un evento trascendental en la vida política y social de nuestro país.

¿Por qué es tan importante recordar nuestra Carta Magna? Si los conflictos sociales como la Independencia y la Revolución son la expresión impetuosa de la voluntad del pueblo, la Constitución es el documento en donde se plasma el resultado de estas luchas, los ideales y el proyecto de país que los mexicanos queremos para nosotros y nuestros hijos.

Desde su independencia, nuestro país se ha destacado por establecer una cultura de legalidad. En 1824 se promulga la primera Constitución Mexicana, en la que se establece que nuestra nación es una república federal, además de la división de poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Esta división busca evitar la concentración y el abuso de poder, así como garantizar un contrapeso y un equilibrio que permita que todos los sectores de la población sean escuchados.

En 1857 se promulga una nueva Constitución cuyo primer capítulo está dedicado a los derechos de los hombres, entre los que destacan la educación, libertad de expresión y libertad de profesión.

Y finalmente, la Constitución de 1917 es resultado directo de la Revolución y refleja las demandas sociales de nuestro pueblo. Esta Constitución, actualmente vigente con reformas y adiciones, es la base legal de nuestro país en donde se establecen los mecanismos políticos de gobierno, así como las llamadas garantías individuales: educación gratuita, derecho a la salud, libertad de asociación, libertad de expresión, igualdad del hombre y la mujer, prohibición de la esclavitud y la discriminación, libertad de profesión, garantía de un juicio justo, entre muchas otras.

La Constitución es por lo tanto un pacto social en donde se establecen nuestros derechos y obligaciones. Pero para que este amplio marco de legalidad no sea letra muerta, es necesario conocer nuestros derechos y participar activamente en la vida cívica del país, así como la transparencia y rendición de cuentas de los organismos y servidores públicos.

De lo que se trata es de mantener vivo el espíritu original de la Constitución, que no es otro sino garantizar el bienestar de todos los mexicanos, a través de la correcta actuación del Estado y sus instituciones. Después de todo, la palabra democracia significa poder del pueblo, y en el propio término de servidor público se destaca su verdadera vocación: servir a la gente –en el más amplio y noble sentido de la palabra.

En esta época de transición y cambios políticos, es bueno recordar que nuestra Constitución es el resultado de respetar la diversidad de ideas y saber llegar a acuerdos que nos permitan seguir construyendo entre todos una gran nación.

Hace unos días celebramos el 102 Aniversario de la Constitución Mexicana, promulgada el 5 de febrero de 1917, un evento trascendental en la vida política y social de nuestro país.

¿Por qué es tan importante recordar nuestra Carta Magna? Si los conflictos sociales como la Independencia y la Revolución son la expresión impetuosa de la voluntad del pueblo, la Constitución es el documento en donde se plasma el resultado de estas luchas, los ideales y el proyecto de país que los mexicanos queremos para nosotros y nuestros hijos.

Desde su independencia, nuestro país se ha destacado por establecer una cultura de legalidad. En 1824 se promulga la primera Constitución Mexicana, en la que se establece que nuestra nación es una república federal, además de la división de poderes en Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Esta división busca evitar la concentración y el abuso de poder, así como garantizar un contrapeso y un equilibrio que permita que todos los sectores de la población sean escuchados.

En 1857 se promulga una nueva Constitución cuyo primer capítulo está dedicado a los derechos de los hombres, entre los que destacan la educación, libertad de expresión y libertad de profesión.

Y finalmente, la Constitución de 1917 es resultado directo de la Revolución y refleja las demandas sociales de nuestro pueblo. Esta Constitución, actualmente vigente con reformas y adiciones, es la base legal de nuestro país en donde se establecen los mecanismos políticos de gobierno, así como las llamadas garantías individuales: educación gratuita, derecho a la salud, libertad de asociación, libertad de expresión, igualdad del hombre y la mujer, prohibición de la esclavitud y la discriminación, libertad de profesión, garantía de un juicio justo, entre muchas otras.

La Constitución es por lo tanto un pacto social en donde se establecen nuestros derechos y obligaciones. Pero para que este amplio marco de legalidad no sea letra muerta, es necesario conocer nuestros derechos y participar activamente en la vida cívica del país, así como la transparencia y rendición de cuentas de los organismos y servidores públicos.

De lo que se trata es de mantener vivo el espíritu original de la Constitución, que no es otro sino garantizar el bienestar de todos los mexicanos, a través de la correcta actuación del Estado y sus instituciones. Después de todo, la palabra democracia significa poder del pueblo, y en el propio término de servidor público se destaca su verdadera vocación: servir a la gente –en el más amplio y noble sentido de la palabra.

En esta época de transición y cambios políticos, es bueno recordar que nuestra Constitución es el resultado de respetar la diversidad de ideas y saber llegar a acuerdos que nos permitan seguir construyendo entre todos una gran nación.