Nuestro país en el desarrollo de su destino ha experimentado intensos cambios en los últimos años. Corresponden a un diseño político que parte: de la necesidad de encauzar nuevas demandas cívicas; de un nuevo entendimiento entre las fuerzas políticas; de un ejercicio más activo de la crítica social y política; de una sociedad en transformación que reclama nuevos espacios, y de la renovación de la cultura política, que da lugar a la sustitución de actitudes y sentimientos pasivos por otros dinámicos, que reemplaza símbolos aceptados y vigentes por mucho tiempo y que promueve conductas diferentes a las producidas en las décadas precedentes.
Se parte del principio de que la Constitución y política están correlacionadas y de que el entendimiento de un precepto es incompleto sino se examina su aplicación en la realidad.
La historia es la mejor testigo de las transformaciones sociales que le dan cause y destino a la nación. El 13 de septiembre de 1813 se constituyó, en Chilpancingo, el Congreso del movimiento independiente que dio lugar a las más fecundas e intensas reflexiones sobre la organización de la nación mexicana.
Tres fueron los documentos más significativos del Congreso de Anáhuac: “Los Sentimientos de la Nación”; de José María Morelos, el Acta Solemne de la Declaración de Independencia de México Septentrional, y el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana. Estos tres documentos, conocidos y sancionados por el Congreso el 14 de septiembre de 1813, el 6 de noviembre del mismo año y el 22 de octubre de 1814, respectivamente, vertebraron la ideología del movimiento independiente.
La vida del Congreso transcurrió en medio de la incertidumbre propia de los acontecimientos de armas. Un peregrinar constante llevó a que el Congreso sesionara en casi una veintena de lugares, lo que no fue óbice para que produjera documentos de tal valía como la Constitución de Apatzingán.
Si bien las ideas del Congreso fueron expresadas por personajes sobresalientes, como José María Morelos, Ignacio López Rayón o José María Liceaga, lo cierto es que en el cuerpo colegiado tradujo en sus diversos momentos, lo que debió constituir el primer consenso político de México. El 25 de octubre el Congreso emitió el decreto número 12 señalando:
El Supremo Congreso Nacional Americano, convencido de que la verdadera libertad consiste en que los pueblos sean gobernados por leyes suaves y benéficas… decreta: que cualquier individuo tiene, sin excepción alguna, derecho de formar planes, hacer reparos y presentar proyectos que ilustren al gobierno en toda clase de materias. Los intensos cambios que generan los nuevos hallazgos científicos, los nuevos desarrollos tecnológicos, las nuevas formas de políticas, las nuevas evaluaciones doctrinarias, las nuevas demandas sociales, reclaman también nuevas expresiones jurídicas. Un derecho rezagado no sirve. Y lejos de estarlo, el derecho en México apunta en dirección de propuestas creativas como supuesto de una sociedad renovada de las ideas y por las instituciones. (Continuará).