EE UU demuestra en la ONU que está más aislado que nunca.
Una de las imágenes con mayor poder simbólico de la cultura estadounidense es la del héroe solitario y reluctante que defiende causas justas ante la cobardía o la pasividad de los demás. Es posible que el presidente de EE UU, Donald Trump, se sienta cómodo con esa idea del llanero solitario, pero con su política internacional errática, cuando no disparatada, y su tono extravagante ha llevado a su país a un aislamiento insólito, como ha quedado claro en la 73 reunión del plenario de la Asamblea de Naciones Unidas, que se celebró en Nueva York.
No es la primera vez que Estados Unidos se queda solo ante el resto del mundo, ocurrió antes de las dos guerras mundiales, en las que Washington se resistió a intervenir en medio de un intenso debate nacional. El problema no es solo que Trump se quede de brazos cruzados ante crisis en marcha, lo que sí ha ocurrido varias veces en la historia de un país que siempre se ha dividido entre el aislacionismo y el intervencionismo, sino su capacidad para provocarlas sin tener en cuenta ni la opinión de sus aliados ni, otras veces, la realidad.