/ viernes 24 de junio de 2022

Crónica del poder │ ¡100 años! ¿Que no son nada?

Que me perdonen los 2 o 3 lectores que a diario nos acompañan, nunca de los nuncas utilizamos este espacio para asuntos personales o referencias familiares que son condenables como nepotismo comunicacional, también conceda nuestro Director una muy formidable excepción, solo por esta ocasión porque no veremos otra en 100 años más. Sí son intensos y llenos de lecciones, experiencias de vida, testimoniales y ejemplares, los 100 años de vida en quien sea, han de ser maravillosos y enorme privilegio para quien los vive y los comparte con semejantes, la familia, los hijos, hermanos, nietos, sobrinos, vecinos, amigos, y con la sociedad que conoce esa vida.

El equilibrio de sus fuerzas como mujer y madre, supo amoldar su legado con sabiduría, con regaños, razonables castigos, promoción y enseñanza de valores, insistir en hacer la convivencia sana y serena con todo mundo, hacer del consejo y la orientación un sistema educativo muy íntimo, moralmente excelso, la verdad que no tiene paralelo, como lo son todas las hazañas de las madres sobre la formación de los hijos en éstas y las generaciones que vengan. Perdón por la incontenible emoción.

Doña Julieta Valenzuela Frausto, así, con el Doña porque todos y todas quienes le conocen con respeto así la mencionan. Es mi madre queridos lectores, que hoy cumple 100 años de vida, para mi hermano y sus nietos, ha sido una larga y heróica trayectoria, porque desde la muerte de nuestro padre cuando yo apenas tenía 5 años y Maurilio 9 meses, como buena mujer y buena cristiana, asumió la corresponsabilidad maternal y paternal a la vez, hasta nuestra formación que no acaba. Efectivamente, ella nos convenció allá en Jerez sobre aquello que se proyectaba sobre Zacatecas: el trabajo todo lo vence. Arduas, incansables y sagradas lecciones.

La maleabilidad tenía que imponerse sobre su familia y la irrupción del periodismo en nuestra vida, mucho le agradó y la recibió contenta, hasta la fecha. Su pasión por el trabajo se veía reflejada y con lealtad y más fidelidad debimos de cumplir sus consignas, sus mandatos de honestidad, sus consejos de humildad, sus llamados a la prudencia y respeto hacia todas las personas. Sobrevino el accidente político allá por 1974, por acceder a la diputación local por Jerez, Villanueva y Tabasco y ella pronto lamentó los riesgos y advirtió los peligros de "la robadera" en ese medio, y como para tratar de cuidarnos, siempre me acompañó por el distrito a las rancherías y comunidades. Nunca se me olvida que antes de iniciar su campaña electoral por el gobierno del estado, Arturo Romo Gutiérrez acudió a buscar la bendición de mi madre para emprender las batallas. Su mensaje era y es cautivador.

24 de junio de 1922, hace 100 años de Doña Juanita, todo mundo la conoce, siempre sus puertas abiertas a sus amistades y las nuestras. Nació poco después de la Suave Patria de Ramón López Velarde y poco después de la muerte del poeta. Hoy por fortuna como grandiosa gracia de Dios, está con nosotros, muy alejada de aquella suavidad que vivió y gozó por sus barrios de las calles Independencia y García Salinas en Jerez, ahora sufre por las desgracias que la violencia e inseguridad provocan en la sociedad. Por esa vida llena de sacrificios, de testimonios ejemplares, de sabiduría para enseñar valores que hoy casi desvanecen, hoy expresamos gratitud a Dios por conservarnos esa madre que es mucha madre, y gracias a todos y todas los que la quieren, y gracias al Obispo Sigifredo Noriega por su alentador mensaje a Doña Juanita Valenzuela, en sus 100 años de una vida ejemplar y admirable, que nos llena de orgullo, y que los lectores nos disculpen.

Que me perdonen los 2 o 3 lectores que a diario nos acompañan, nunca de los nuncas utilizamos este espacio para asuntos personales o referencias familiares que son condenables como nepotismo comunicacional, también conceda nuestro Director una muy formidable excepción, solo por esta ocasión porque no veremos otra en 100 años más. Sí son intensos y llenos de lecciones, experiencias de vida, testimoniales y ejemplares, los 100 años de vida en quien sea, han de ser maravillosos y enorme privilegio para quien los vive y los comparte con semejantes, la familia, los hijos, hermanos, nietos, sobrinos, vecinos, amigos, y con la sociedad que conoce esa vida.

El equilibrio de sus fuerzas como mujer y madre, supo amoldar su legado con sabiduría, con regaños, razonables castigos, promoción y enseñanza de valores, insistir en hacer la convivencia sana y serena con todo mundo, hacer del consejo y la orientación un sistema educativo muy íntimo, moralmente excelso, la verdad que no tiene paralelo, como lo son todas las hazañas de las madres sobre la formación de los hijos en éstas y las generaciones que vengan. Perdón por la incontenible emoción.

Doña Julieta Valenzuela Frausto, así, con el Doña porque todos y todas quienes le conocen con respeto así la mencionan. Es mi madre queridos lectores, que hoy cumple 100 años de vida, para mi hermano y sus nietos, ha sido una larga y heróica trayectoria, porque desde la muerte de nuestro padre cuando yo apenas tenía 5 años y Maurilio 9 meses, como buena mujer y buena cristiana, asumió la corresponsabilidad maternal y paternal a la vez, hasta nuestra formación que no acaba. Efectivamente, ella nos convenció allá en Jerez sobre aquello que se proyectaba sobre Zacatecas: el trabajo todo lo vence. Arduas, incansables y sagradas lecciones.

La maleabilidad tenía que imponerse sobre su familia y la irrupción del periodismo en nuestra vida, mucho le agradó y la recibió contenta, hasta la fecha. Su pasión por el trabajo se veía reflejada y con lealtad y más fidelidad debimos de cumplir sus consignas, sus mandatos de honestidad, sus consejos de humildad, sus llamados a la prudencia y respeto hacia todas las personas. Sobrevino el accidente político allá por 1974, por acceder a la diputación local por Jerez, Villanueva y Tabasco y ella pronto lamentó los riesgos y advirtió los peligros de "la robadera" en ese medio, y como para tratar de cuidarnos, siempre me acompañó por el distrito a las rancherías y comunidades. Nunca se me olvida que antes de iniciar su campaña electoral por el gobierno del estado, Arturo Romo Gutiérrez acudió a buscar la bendición de mi madre para emprender las batallas. Su mensaje era y es cautivador.

24 de junio de 1922, hace 100 años de Doña Juanita, todo mundo la conoce, siempre sus puertas abiertas a sus amistades y las nuestras. Nació poco después de la Suave Patria de Ramón López Velarde y poco después de la muerte del poeta. Hoy por fortuna como grandiosa gracia de Dios, está con nosotros, muy alejada de aquella suavidad que vivió y gozó por sus barrios de las calles Independencia y García Salinas en Jerez, ahora sufre por las desgracias que la violencia e inseguridad provocan en la sociedad. Por esa vida llena de sacrificios, de testimonios ejemplares, de sabiduría para enseñar valores que hoy casi desvanecen, hoy expresamos gratitud a Dios por conservarnos esa madre que es mucha madre, y gracias a todos y todas los que la quieren, y gracias al Obispo Sigifredo Noriega por su alentador mensaje a Doña Juanita Valenzuela, en sus 100 años de una vida ejemplar y admirable, que nos llena de orgullo, y que los lectores nos disculpen.