/ miércoles 27 de julio de 2022

Crónica del poder │ Bifurcación política en Zacatecas

En la normalidad democrática y en un escenario donde la pluralidad domina y podemos ver las diferencias, los contrastes, las confrontaciones, descalificaciones, hasta el debate entre lo pasado y lo presente, a los zacatecanos ya no les extraña ni les sorprenden las batallas fraternales en el ámbito político, que algunos observan como comportamientos prosaicos, pragmáticos, groseros, contradictorios, teatrales, aún en medio del mismo partido hegemónico y de la ideología dominante. Sin embargo, otros lo interpretan como signos de civilidad, emotividad, de acuerdos internos o simulaciones que llevan justamente al mismo objetivo de la consolidación del poder.

Otra vez aparecieron las discrepancias entre los Monreal y otra vez se desatan las conjeturas, especulaciones y versiones variopintas, pero en ese marco de interpretación que siempre ambientan los episodios hacia el proceso electoral formal, hay que entenderlo como una simple bifurcación de intereses políticos, no familiares, porque ésto último es intocable e indudable, son trances que suceden "hasta en las mejores familias" y que no deben alterar la armonía en las bases y militancia, ni entre los simpatizantes o grupos de respaldo de uno y otro de los actores hermanos y, lo que sí tienen que cuidar, son las formas, que sean prácticas respetuosas y con vocación conciliatoria y de conjunción final para defender los intereses del estado y protegerlo de las crisis que le agobian y atormentan.

Hay claridad sobre el acontecer político nacional, al que Zacatecas está inevitablemente enlazado, porque es el exgobernador y senador Ricardo Monreal, un actor político que se salió de la cuna que mece el Señor, quien ya les da pelea a las corcholatas preferidas del Palacio Nacional y que abre cauces a la elevación del debate político con la presentación que ya hizo en Zacatecas y el domingo en Chiapas, de su Plan Nacional de Desarrollo, esencia estratégica que ni Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard o Adán Augusto han siquiera explorado, porque están atados y acotados a los designios presidenciales, en cambio, el aspirante zacatecano ya ofrece continuidad de la Cuarta Transformación, pero con cambios estratégicos en la economía y seguridad pública. O sea, no niega lealtad al Presidente, pero propone alternativas renovadoras y restauradoras de la estabilidad nacional y de la tranquilidad y paz sociales.

Lo que nos interesa a los zacatecanos es que esas diferencias que parecen disputas, aunque paradójicas e inusitadas, no deben afectar el paso de Zacatecas en su programa de gobierno, en el que actúan cada uno en su esfera de responsabilidades, David Monreal, el gobernador y Saúl Monreal, el alcalde de Fresnillo. Resulta pues comprensible que David tenga que reiterar lealtad al Presidente, porque de ocurrir lo contrario, o sea, una inclinación temprana o precipitada a su hermano el Senador, se correría el riesgo que desde gobierno federal se reduzcan, regatean y cancelen programas, trabajos y obras públicas y de bienestar social. O sea, que el paso político electoral de Ricardo Monreal, no lesione el paso de Zacatecas hacia el desarrollo y la recuperación del crecimiento y la seguridad.

Saúl Monreal da pasos por todo el estado y como estuvo en Tlaltenango a entrevistarse con el diputado panista Miguel Varela, se advierte que recorre municipios y regiones, ya entrevé la lucha por un espacio legislativo en 2024 y eso no debe inquietar a López Obrador, aunque si le preocupa que el proceso se salga de control.

En la normalidad democrática y en un escenario donde la pluralidad domina y podemos ver las diferencias, los contrastes, las confrontaciones, descalificaciones, hasta el debate entre lo pasado y lo presente, a los zacatecanos ya no les extraña ni les sorprenden las batallas fraternales en el ámbito político, que algunos observan como comportamientos prosaicos, pragmáticos, groseros, contradictorios, teatrales, aún en medio del mismo partido hegemónico y de la ideología dominante. Sin embargo, otros lo interpretan como signos de civilidad, emotividad, de acuerdos internos o simulaciones que llevan justamente al mismo objetivo de la consolidación del poder.

Otra vez aparecieron las discrepancias entre los Monreal y otra vez se desatan las conjeturas, especulaciones y versiones variopintas, pero en ese marco de interpretación que siempre ambientan los episodios hacia el proceso electoral formal, hay que entenderlo como una simple bifurcación de intereses políticos, no familiares, porque ésto último es intocable e indudable, son trances que suceden "hasta en las mejores familias" y que no deben alterar la armonía en las bases y militancia, ni entre los simpatizantes o grupos de respaldo de uno y otro de los actores hermanos y, lo que sí tienen que cuidar, son las formas, que sean prácticas respetuosas y con vocación conciliatoria y de conjunción final para defender los intereses del estado y protegerlo de las crisis que le agobian y atormentan.

Hay claridad sobre el acontecer político nacional, al que Zacatecas está inevitablemente enlazado, porque es el exgobernador y senador Ricardo Monreal, un actor político que se salió de la cuna que mece el Señor, quien ya les da pelea a las corcholatas preferidas del Palacio Nacional y que abre cauces a la elevación del debate político con la presentación que ya hizo en Zacatecas y el domingo en Chiapas, de su Plan Nacional de Desarrollo, esencia estratégica que ni Claudia Sheinbaum o Marcelo Ebrard o Adán Augusto han siquiera explorado, porque están atados y acotados a los designios presidenciales, en cambio, el aspirante zacatecano ya ofrece continuidad de la Cuarta Transformación, pero con cambios estratégicos en la economía y seguridad pública. O sea, no niega lealtad al Presidente, pero propone alternativas renovadoras y restauradoras de la estabilidad nacional y de la tranquilidad y paz sociales.

Lo que nos interesa a los zacatecanos es que esas diferencias que parecen disputas, aunque paradójicas e inusitadas, no deben afectar el paso de Zacatecas en su programa de gobierno, en el que actúan cada uno en su esfera de responsabilidades, David Monreal, el gobernador y Saúl Monreal, el alcalde de Fresnillo. Resulta pues comprensible que David tenga que reiterar lealtad al Presidente, porque de ocurrir lo contrario, o sea, una inclinación temprana o precipitada a su hermano el Senador, se correría el riesgo que desde gobierno federal se reduzcan, regatean y cancelen programas, trabajos y obras públicas y de bienestar social. O sea, que el paso político electoral de Ricardo Monreal, no lesione el paso de Zacatecas hacia el desarrollo y la recuperación del crecimiento y la seguridad.

Saúl Monreal da pasos por todo el estado y como estuvo en Tlaltenango a entrevistarse con el diputado panista Miguel Varela, se advierte que recorre municipios y regiones, ya entrevé la lucha por un espacio legislativo en 2024 y eso no debe inquietar a López Obrador, aunque si le preocupa que el proceso se salga de control.