/ viernes 15 de octubre de 2021

Crónica del poder │ Compromiso presidencial con Zacatecas

Un mes después pero al fin, como la gente, las zacatecanas y zacatecanos querían verlos, al presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador David Monreal Ávila, juntos y sellando compromisos para que en serio y con todas sus fuerzas, ambos impulsen los cambios y los hechos de la Cuarta Transformación en favor del Estado urgido de abandonar las condiciones de emergencia social y transitar ya de inmediato, a un acelerado ritmo de crecimiento económico y de bienestar social, aún en medio de la imparable violencia y la extendida inseguridad que, además de desplazados, deja estelas de orfandad, descomposición social, desconfianza ciudadana, inestabilidad institucional y decepción en la sociedad, todo un colectivo de negativos que no son la nueva gobernanza que el nuevo gobierno promueve.

Ver para creer y, ya se consolidan la idea y el compromiso de López Obrador con Zacatecas. Ahora hay que ver plasmados los hechos, para que se sienta el fortalecimiento de las energías de este pueblo que tiene décadas en rezago, la contención de sus virtudes y cualidades productivas y creativas que ahora tienen que encontrar validación en la realidad pública, a través de obras de infraestructura, eficaces respaldos al campo, vigoroso empuje a la industria minera, el relanzamiento de la industrialización que tiene sexenios de atraso, enriquecer la esfera de todo lo artístico para hacer cierta la versión de Zacatecas como el más valioso escenario cultural del país, y diversificar los enfoques hacia las regiones y municipios, hasta recuperar las estampas históricas de un estado todo turístico lleno de recreativas atracciones.

Desde esta perspectiva que ya asegura el apoyo presidencial, todo lo que David Monreal y su gobierno promuevan y hagan realidad, tienen que generar y conformar un estilo muy propio de gobernanza y ejercicio del poder, nada que groseramente se tenga que imitar para volver a caer a lo mismo que se quiere cancelar y olvidar. El largo proceso de disgregación está cerrado, ya no deben aparecer más la dispersión ni la desarticulación de las fuerzas políticas, sociales, productivas y progresistas, y frente a la consolidación de la comunión social ha de levantarse un poderoso liderazgo que David Monreal ejerza con autoridad moral, calidad política, con respeto a las diferencias y a los adversarios, con prudencia, sensibilidad humana, conciliación donde haya confrontación, y una firme sujeción de las riendas del gobierno.

Con la cuarta transformación y modificaciones sustanciales que han de lograrse con el apoyo popular, históricamente debe asegurarse un nuevo modelo gubernamental y una posición del estado más protagónica en el concierto nacional. Claro que no deben perder de vista actuar con honestidad, austeridad y transparencia , pregonar con esos ejemplos para efectivamente, ser implacables contra la corrupción e impunidad, combate que debe darse hacia todas las estructuras de gobierno federal, estatal y municipales, sin dejar de observar al sector privado o empresarial, que ha de ser convocado a incorporarse e integrarse con todas sus capacidades y pasiones a formar parte de esta comunión social a fin recuperar la ruta del desarrollo integral e integrador.

Si se quiere y porque se puede, en la nueva gobernanza se debe ejercer autocrítica y aceptar la crítica razonable de todos los actores políticos y sociales, hacer de la discusión y el análisis, un debate y opiniones donde broten soluciones desde la colectividad y con visión de futuro. Que sea un diálogo permanente entre gobierno y sociedad.

Un mes después pero al fin, como la gente, las zacatecanas y zacatecanos querían verlos, al presidente Andrés Manuel López Obrador y el gobernador David Monreal Ávila, juntos y sellando compromisos para que en serio y con todas sus fuerzas, ambos impulsen los cambios y los hechos de la Cuarta Transformación en favor del Estado urgido de abandonar las condiciones de emergencia social y transitar ya de inmediato, a un acelerado ritmo de crecimiento económico y de bienestar social, aún en medio de la imparable violencia y la extendida inseguridad que, además de desplazados, deja estelas de orfandad, descomposición social, desconfianza ciudadana, inestabilidad institucional y decepción en la sociedad, todo un colectivo de negativos que no son la nueva gobernanza que el nuevo gobierno promueve.

Ver para creer y, ya se consolidan la idea y el compromiso de López Obrador con Zacatecas. Ahora hay que ver plasmados los hechos, para que se sienta el fortalecimiento de las energías de este pueblo que tiene décadas en rezago, la contención de sus virtudes y cualidades productivas y creativas que ahora tienen que encontrar validación en la realidad pública, a través de obras de infraestructura, eficaces respaldos al campo, vigoroso empuje a la industria minera, el relanzamiento de la industrialización que tiene sexenios de atraso, enriquecer la esfera de todo lo artístico para hacer cierta la versión de Zacatecas como el más valioso escenario cultural del país, y diversificar los enfoques hacia las regiones y municipios, hasta recuperar las estampas históricas de un estado todo turístico lleno de recreativas atracciones.

Desde esta perspectiva que ya asegura el apoyo presidencial, todo lo que David Monreal y su gobierno promuevan y hagan realidad, tienen que generar y conformar un estilo muy propio de gobernanza y ejercicio del poder, nada que groseramente se tenga que imitar para volver a caer a lo mismo que se quiere cancelar y olvidar. El largo proceso de disgregación está cerrado, ya no deben aparecer más la dispersión ni la desarticulación de las fuerzas políticas, sociales, productivas y progresistas, y frente a la consolidación de la comunión social ha de levantarse un poderoso liderazgo que David Monreal ejerza con autoridad moral, calidad política, con respeto a las diferencias y a los adversarios, con prudencia, sensibilidad humana, conciliación donde haya confrontación, y una firme sujeción de las riendas del gobierno.

Con la cuarta transformación y modificaciones sustanciales que han de lograrse con el apoyo popular, históricamente debe asegurarse un nuevo modelo gubernamental y una posición del estado más protagónica en el concierto nacional. Claro que no deben perder de vista actuar con honestidad, austeridad y transparencia , pregonar con esos ejemplos para efectivamente, ser implacables contra la corrupción e impunidad, combate que debe darse hacia todas las estructuras de gobierno federal, estatal y municipales, sin dejar de observar al sector privado o empresarial, que ha de ser convocado a incorporarse e integrarse con todas sus capacidades y pasiones a formar parte de esta comunión social a fin recuperar la ruta del desarrollo integral e integrador.

Si se quiere y porque se puede, en la nueva gobernanza se debe ejercer autocrítica y aceptar la crítica razonable de todos los actores políticos y sociales, hacer de la discusión y el análisis, un debate y opiniones donde broten soluciones desde la colectividad y con visión de futuro. Que sea un diálogo permanente entre gobierno y sociedad.