/ miércoles 27 de mayo de 2020

Crónica del poder │ ¡Cuidado! Esta semana es crucial

En la cruenta batalla contra el coronavirus, el motivo de fondo esencial es encontrar la más eficaz estrategia de protección y comprobado está, que el encierro familiar en las casas, la sana distancia, evitar aglomeraciones y utilizar el cubrebocas, son la más acertada fórmula, que si se relaja, como así volvió a ocurrir en Zacatecas desde el lunes pasado, tendremos que hablar y lamentar el incremento de contagios y muerte.

Los campos de batalla ahora son los municipios de la zona metropolitana, desde Fresnillo hasta Guadalupe, el virus maldito que es la peste de hoy, se mantiene a la ofensiva y a diario desafía la vulnerabilidad de la población, que no han querido o no han sabido responder con las medidas y recomendaciones de defensa. En el Mineral, el municipio más progresista y más poblado del estado, la pandemia golpea y amenaza extensión. El alcalde Saúl Monreal y su ayuntamiento, y con el respaldo real y moral de su hermano Ricardo, ha construido un dique cobijado con una estela de vivencias de los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud que a diario se esfuerzan por edificar un monumento a la vida y desvanecer la propagación de contagios que serían inolvidable escenario de mortandad.

La lucha en Fresnillo es intensa, ininterrumpida, tesonera, compleja y más difícil por la carencia de recursos presupuestales, y sin negar que los fresnillenses caminan con miedo, no declinan en su pasión por sobrevivir y se han convertido en aliados a fin de reorientar acciones en el cuidado y protección de los más débiles, los más pobres y marginados en las colonias populares y en las zonas rurales donde se concentran los cientos de jornaleros considerados los más afectados, además de ser víctimas de la penuria alimenticia que es atendida por los tres niveles de gobierno bajo la conducción del Presidente Municipal.

Muchos son los puntos rojos de pobreza extrema en Zacatecas, pero los más visibles y dramáticos están en las irregulares colonias de Guadalupe, víctimas del infortunio y de las desgracias; la gente sin trabajo ha tenido que romper el confinamiento y se han volcado por calles y barrios del centro histórico para lograr lo básico para sostener de pie a la familia; los grupos musicales se han diseminado por los cruceros en la zona conurbada y accesos a la Bizarra Capital; los colectivos de jóvenes, mujeres y hombres, se han multiplicado como franeleros que limpian parabrisas, todos como exhibiendo terquedad para encarar los peligros del contagio y seguir viviendo.

Como apasionados morenistas y seguidores de su líder Andrés Manuel López Obrador, los alcaldes de Zacatecas y Guadalupe, Ulises Mejía y Julio César Chávez, han convertido su prepotencia política en una productiva solidaridad y más responsabilidad, para asumir medidas de protección y proceder al auxilio de los desposeídos, empeñados ambos en también combatir la miseria que más empeora la situación sanitaria. Por fortuna hay nuevas actitudes y mejores comportamientos y batallan por una vida sin virus y con menos pobreza.

Otro comportamiento que mucho influye en el estado de ánimo de la gente infectada o que lucha por evitarlo, es el del Obispo Sigifredo Noriega, que cotidianamente no cesa en sus mensaje de esperanza y optimismo, y ante la probable llegada de tiempos más complicados, convoca a la serenidad, a no romper filas; y desde luego, no ha faltado la prudente y férrea conducción que de las estrategias de protección sanitaria ha hecho Alejandro tello, generando certeza y optimismo para vencer los embates del virus, porque esta pandemia, más que presionar al gobierno, sí ha generado incertidumbre económica en la población. Por eso la insistencia: seguir en casa y en sana distancia.

En la cruenta batalla contra el coronavirus, el motivo de fondo esencial es encontrar la más eficaz estrategia de protección y comprobado está, que el encierro familiar en las casas, la sana distancia, evitar aglomeraciones y utilizar el cubrebocas, son la más acertada fórmula, que si se relaja, como así volvió a ocurrir en Zacatecas desde el lunes pasado, tendremos que hablar y lamentar el incremento de contagios y muerte.

Los campos de batalla ahora son los municipios de la zona metropolitana, desde Fresnillo hasta Guadalupe, el virus maldito que es la peste de hoy, se mantiene a la ofensiva y a diario desafía la vulnerabilidad de la población, que no han querido o no han sabido responder con las medidas y recomendaciones de defensa. En el Mineral, el municipio más progresista y más poblado del estado, la pandemia golpea y amenaza extensión. El alcalde Saúl Monreal y su ayuntamiento, y con el respaldo real y moral de su hermano Ricardo, ha construido un dique cobijado con una estela de vivencias de los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud que a diario se esfuerzan por edificar un monumento a la vida y desvanecer la propagación de contagios que serían inolvidable escenario de mortandad.

La lucha en Fresnillo es intensa, ininterrumpida, tesonera, compleja y más difícil por la carencia de recursos presupuestales, y sin negar que los fresnillenses caminan con miedo, no declinan en su pasión por sobrevivir y se han convertido en aliados a fin de reorientar acciones en el cuidado y protección de los más débiles, los más pobres y marginados en las colonias populares y en las zonas rurales donde se concentran los cientos de jornaleros considerados los más afectados, además de ser víctimas de la penuria alimenticia que es atendida por los tres niveles de gobierno bajo la conducción del Presidente Municipal.

Muchos son los puntos rojos de pobreza extrema en Zacatecas, pero los más visibles y dramáticos están en las irregulares colonias de Guadalupe, víctimas del infortunio y de las desgracias; la gente sin trabajo ha tenido que romper el confinamiento y se han volcado por calles y barrios del centro histórico para lograr lo básico para sostener de pie a la familia; los grupos musicales se han diseminado por los cruceros en la zona conurbada y accesos a la Bizarra Capital; los colectivos de jóvenes, mujeres y hombres, se han multiplicado como franeleros que limpian parabrisas, todos como exhibiendo terquedad para encarar los peligros del contagio y seguir viviendo.

Como apasionados morenistas y seguidores de su líder Andrés Manuel López Obrador, los alcaldes de Zacatecas y Guadalupe, Ulises Mejía y Julio César Chávez, han convertido su prepotencia política en una productiva solidaridad y más responsabilidad, para asumir medidas de protección y proceder al auxilio de los desposeídos, empeñados ambos en también combatir la miseria que más empeora la situación sanitaria. Por fortuna hay nuevas actitudes y mejores comportamientos y batallan por una vida sin virus y con menos pobreza.

Otro comportamiento que mucho influye en el estado de ánimo de la gente infectada o que lucha por evitarlo, es el del Obispo Sigifredo Noriega, que cotidianamente no cesa en sus mensaje de esperanza y optimismo, y ante la probable llegada de tiempos más complicados, convoca a la serenidad, a no romper filas; y desde luego, no ha faltado la prudente y férrea conducción que de las estrategias de protección sanitaria ha hecho Alejandro tello, generando certeza y optimismo para vencer los embates del virus, porque esta pandemia, más que presionar al gobierno, sí ha generado incertidumbre económica en la población. Por eso la insistencia: seguir en casa y en sana distancia.