/ martes 20 de julio de 2021

Crónica del poder │ Duele la crisis de inseguridad

No sabemos o al menos no se nota, que al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la secretaria de Seguridad, Ros Icela Rodríguez, les duela la intensidad que en Zacatecas alcanzan la violencia e inseguridad, la crisis está en su clímax y la impotencia del estado se posiciona en la cobertura informativa nacional e internacional y lo refieren como un escenario de barbarie, resultado que resaltan tras las masacres en Valparaíso, Fresnillo y Pánuco.

El panorama se acerca a una tragedia con imágenes dantescas, acontecimientos que ya superan la visión del gobernador electo David Monreal sobre una emergencia social; eventos que ya tienen al gobernador Alejandro Tello al borde de la desesperación, reducido al confinamiento solo informativo al seno del Grupo de Coordinación Local, donde se exhiben los verdaderos datos, los que contrastan con los otros del Presidente, dos realidades que como polos extremos, la gente, las familias en sus comunidades, los vecinos en los municipios, los ve como provocaciones que no tienen contención y que por su fuerte impacto social, no tienen razón de ser para solo extender miedos, terror, intimidación, luto, impotencia, fracaso de las estrategias estatal y nacional para abatir la inseguridad y generar paz y tranquilidad.

No se desconocen esfuerzos, pero las operaciones de vigilancia que por los caminos y poblaciones cotidianamente realizan las fuerzas de seguridad, el Ejército, la Guardia Nacional, las corporaciones estatales y municipales, son costosas experiencias que no alcanzan eficacia que se traduzca en certidumbre y estabilidad, como para demostrar que hay gobernabilidad, como así lo presume López Obrador en su reiterado discurso que responsabiliza a los gobiernos anteriores, conservadores y neoliberales, pero que en los hechos y en casi tres años de gobierno, las libertades se han reducido, la salvaguarda de la seguridad no es perceptible, la tolerancia se desvanece y zacatecanos como mexicanos en otras latitudes del país, ya no parecen estar en condiciones de soportar tanta violencia ni los excesos discursivos de polarización y confrontación que dividen y debilitan a las instituciones y a los pueblos.

La etapa de transición gubernamental que se vive produce vacíos de poder, reproduce una atmósfera de desconfianza en los gobiernos, se advierten días de parálisis y mera contemplación de sucesos de riesgo y de más peligro. Los nuevos actores políticos liderados por David Monreal ven muy largo el trecho hacia el 12 de septiembre y ya les urge retomar las riendas para con la comunidad social y su liderazgo presidencial, buscar insertarse y pronto en el nuevo modelo de gobierno y sociedad de la Cuarta Transformación. Están profundamente inmersos en la revisión de las estructuras gubernamentales de la última década y no alcanzan a ver la violenta inmediatez que agobia demoledora y causa inmensas e intensas dolencias a la sociedad, sobre todo a los más pobres, a los más necesitados y desposeídos.

Al pueblo bueno y sabio de Zacatecas le urge verlos unidos a los dos gobernadores, Alejandro Tello y David Monreal, como uno solo, como una fuerza imbatible e indómita que no debe esperar al momento constitucional; no se ven a los legisladores federales ni locales, los que se van y los que llegarán, unidos en una poderosa pluralidad, para que juntos se dejen de falsas promesas y propongan soluciones. La emergencia social está que arde y la gente no está dispuesta a esperar más.

No sabemos o al menos no se nota, que al presidente Andrés Manuel López Obrador y a la secretaria de Seguridad, Ros Icela Rodríguez, les duela la intensidad que en Zacatecas alcanzan la violencia e inseguridad, la crisis está en su clímax y la impotencia del estado se posiciona en la cobertura informativa nacional e internacional y lo refieren como un escenario de barbarie, resultado que resaltan tras las masacres en Valparaíso, Fresnillo y Pánuco.

El panorama se acerca a una tragedia con imágenes dantescas, acontecimientos que ya superan la visión del gobernador electo David Monreal sobre una emergencia social; eventos que ya tienen al gobernador Alejandro Tello al borde de la desesperación, reducido al confinamiento solo informativo al seno del Grupo de Coordinación Local, donde se exhiben los verdaderos datos, los que contrastan con los otros del Presidente, dos realidades que como polos extremos, la gente, las familias en sus comunidades, los vecinos en los municipios, los ve como provocaciones que no tienen contención y que por su fuerte impacto social, no tienen razón de ser para solo extender miedos, terror, intimidación, luto, impotencia, fracaso de las estrategias estatal y nacional para abatir la inseguridad y generar paz y tranquilidad.

No se desconocen esfuerzos, pero las operaciones de vigilancia que por los caminos y poblaciones cotidianamente realizan las fuerzas de seguridad, el Ejército, la Guardia Nacional, las corporaciones estatales y municipales, son costosas experiencias que no alcanzan eficacia que se traduzca en certidumbre y estabilidad, como para demostrar que hay gobernabilidad, como así lo presume López Obrador en su reiterado discurso que responsabiliza a los gobiernos anteriores, conservadores y neoliberales, pero que en los hechos y en casi tres años de gobierno, las libertades se han reducido, la salvaguarda de la seguridad no es perceptible, la tolerancia se desvanece y zacatecanos como mexicanos en otras latitudes del país, ya no parecen estar en condiciones de soportar tanta violencia ni los excesos discursivos de polarización y confrontación que dividen y debilitan a las instituciones y a los pueblos.

La etapa de transición gubernamental que se vive produce vacíos de poder, reproduce una atmósfera de desconfianza en los gobiernos, se advierten días de parálisis y mera contemplación de sucesos de riesgo y de más peligro. Los nuevos actores políticos liderados por David Monreal ven muy largo el trecho hacia el 12 de septiembre y ya les urge retomar las riendas para con la comunidad social y su liderazgo presidencial, buscar insertarse y pronto en el nuevo modelo de gobierno y sociedad de la Cuarta Transformación. Están profundamente inmersos en la revisión de las estructuras gubernamentales de la última década y no alcanzan a ver la violenta inmediatez que agobia demoledora y causa inmensas e intensas dolencias a la sociedad, sobre todo a los más pobres, a los más necesitados y desposeídos.

Al pueblo bueno y sabio de Zacatecas le urge verlos unidos a los dos gobernadores, Alejandro Tello y David Monreal, como uno solo, como una fuerza imbatible e indómita que no debe esperar al momento constitucional; no se ven a los legisladores federales ni locales, los que se van y los que llegarán, unidos en una poderosa pluralidad, para que juntos se dejen de falsas promesas y propongan soluciones. La emergencia social está que arde y la gente no está dispuesta a esperar más.