/ domingo 17 de enero de 2021

Crónica del poder │ Indecisión provoca dudas y debilidad

Con altas y bajas, los últimos 5 gobernadores han cerrado políticamente fuertes, aunque dos manifestaron síntomas de debilidad por fracasos electorales. Genaro Borrego terminó con formidable poderío político al ascender a la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI; Arturo Romo pudo consolidar un gobierno progresista, objetivo que fue opacado por la derrota electoral de Pepe Olvera en el 98; Ricardo Monreal demostró que, aunque no pudo imponer a Tomás Torres como sucesor, si respondió al PRD con lealtad y sacó adelante la victoria de Amalia García Medina; ella ejerció un trascendente gobierno que todavía se recuerda, pero las derrotas electorales en 2007 y 2010, le deslucieron; Miguel Alonso reafirmó fuerza político electoral con la victoria del hoy gobernador Alejandro Tello.

Para este excepcional quinquenio, la gente espera que Alejandro Tello cumpla los compromisos firmados y que cierre fuerte, como así lo ha prometido. Sin embargo, en lo político se atisban signos de debilidad porque, salvo los valiosos trabajos de los secretarios Jorge Miranda, en Finanzas; Gema Mercado, en Educación; y Adolfo Bonilla, en el Campo, cuyas acciones han sido relevantes, eficaces y de grandes resultados, abrieron cauces al fortalecimiento político. El resto del gabinete contrasta al no lograr consolidar metas y no darle más contundencia al gobierno para que efectivamente, deje huella como el más honesto y transparente.

Síntoma de esa debilidad política del régimen de Tello, son las últimas designaciones, Erick Muñoz en la Secretaría General; y Juan Antonio Ruiz en Administración, que bien pueden ser buenos y grandes amigos, pero con notables limitaciones en sus perfiles profesional y político. Y es que, para un vigoroso cierre gubernamental, la gente esperaba que esas estratégicas posiciones serían ocupadas por personajes más notables, de reconocida trayectoria, calidad profesional, capacidad operativa, calidad en la interlocución, inteligencia política y con las más valiosas relaciones con los sectores productivos y de la sociedad, cualidades que no distinguieron a Jehú Eduí Salas Dávila, ahora favorecido con el premio menor de una candidatura a diputado local, por un distrito que ni conoce ni lo conocen, sin pertenencia pues.

Testimonios de esa fragilidad política, son considerados los designados aspirantes a diputaciones federales, Carlos Peña y Norma Castorena; y por la insistencia en reciclar a figuras tan oscuras como Luis Esparza, Ismael Solís y Perla Martínez, entre otros aspirantes a diputados locales sin calidad para defenderlo. Y todavía está por verse que pueda lograr equilibrios y superar la vulnerabilidad en el corredor electoral de Fresnillo, Zacatecas Capital y Guadalupe, con candidaturas de poder hacia las presidencias municipales.

La debilidad política

También se ha visto reflejada en la ausencia de la más firme decisión para sostener el acuerdo alcanzado en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI, para postular al joven y experimentado político constructor de consensos, Adolfo Bonilla, quien debió entender la circunstancia que lo envolvió y superó, con la normatividad de la paridad de género que el Instituto Nacional Electoral impuso sobre las 15 candidaturas a gobernar los estados con elecciones el 6 de junio. Con este escenario que dio un sorprendente vuelco, la lealtad y disciplina en el PRI se han reafirmado y prevalecen la unidad interna y la cohesión con los aliados del PAN y PRD, para conquistar la victoria con Claudia Anaya.

Con altas y bajas, los últimos 5 gobernadores han cerrado políticamente fuertes, aunque dos manifestaron síntomas de debilidad por fracasos electorales. Genaro Borrego terminó con formidable poderío político al ascender a la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional del PRI; Arturo Romo pudo consolidar un gobierno progresista, objetivo que fue opacado por la derrota electoral de Pepe Olvera en el 98; Ricardo Monreal demostró que, aunque no pudo imponer a Tomás Torres como sucesor, si respondió al PRD con lealtad y sacó adelante la victoria de Amalia García Medina; ella ejerció un trascendente gobierno que todavía se recuerda, pero las derrotas electorales en 2007 y 2010, le deslucieron; Miguel Alonso reafirmó fuerza político electoral con la victoria del hoy gobernador Alejandro Tello.

Para este excepcional quinquenio, la gente espera que Alejandro Tello cumpla los compromisos firmados y que cierre fuerte, como así lo ha prometido. Sin embargo, en lo político se atisban signos de debilidad porque, salvo los valiosos trabajos de los secretarios Jorge Miranda, en Finanzas; Gema Mercado, en Educación; y Adolfo Bonilla, en el Campo, cuyas acciones han sido relevantes, eficaces y de grandes resultados, abrieron cauces al fortalecimiento político. El resto del gabinete contrasta al no lograr consolidar metas y no darle más contundencia al gobierno para que efectivamente, deje huella como el más honesto y transparente.

Síntoma de esa debilidad política del régimen de Tello, son las últimas designaciones, Erick Muñoz en la Secretaría General; y Juan Antonio Ruiz en Administración, que bien pueden ser buenos y grandes amigos, pero con notables limitaciones en sus perfiles profesional y político. Y es que, para un vigoroso cierre gubernamental, la gente esperaba que esas estratégicas posiciones serían ocupadas por personajes más notables, de reconocida trayectoria, calidad profesional, capacidad operativa, calidad en la interlocución, inteligencia política y con las más valiosas relaciones con los sectores productivos y de la sociedad, cualidades que no distinguieron a Jehú Eduí Salas Dávila, ahora favorecido con el premio menor de una candidatura a diputado local, por un distrito que ni conoce ni lo conocen, sin pertenencia pues.

Testimonios de esa fragilidad política, son considerados los designados aspirantes a diputaciones federales, Carlos Peña y Norma Castorena; y por la insistencia en reciclar a figuras tan oscuras como Luis Esparza, Ismael Solís y Perla Martínez, entre otros aspirantes a diputados locales sin calidad para defenderlo. Y todavía está por verse que pueda lograr equilibrios y superar la vulnerabilidad en el corredor electoral de Fresnillo, Zacatecas Capital y Guadalupe, con candidaturas de poder hacia las presidencias municipales.

La debilidad política

También se ha visto reflejada en la ausencia de la más firme decisión para sostener el acuerdo alcanzado en el Comité Ejecutivo Nacional del PRI, para postular al joven y experimentado político constructor de consensos, Adolfo Bonilla, quien debió entender la circunstancia que lo envolvió y superó, con la normatividad de la paridad de género que el Instituto Nacional Electoral impuso sobre las 15 candidaturas a gobernar los estados con elecciones el 6 de junio. Con este escenario que dio un sorprendente vuelco, la lealtad y disciplina en el PRI se han reafirmado y prevalecen la unidad interna y la cohesión con los aliados del PAN y PRD, para conquistar la victoria con Claudia Anaya.