/ viernes 3 de julio de 2020

Crónica del poder │ Justicia social y normalidad democrática

Innegable e incuestionable que el Presidente Andrés Manuel López Obrador construye un régimen de gobierno a través de abatir la desigualdad y cancelar la corrupción, a la vez que configura una más auténtica cultura democrática, y que, con el respaldo popular está en camino de superar las crisis sanitaria, económica y de inseguridad, que son los desafíos que contienen los avances de la Cuarta Transformación. Ya saben los mexicanos que han sufrido los estragos de gobiernos pretéritos, que fallaron en sus estrategias y más hundieron al país, pero también saben que éstos son otros tiempos a los que el gobierno debe encarar responsablemente y con soluciones de hoy y sin reproches al pasado, porque llenos de encono y resentimiento, son inútiles y estériles.

Nadie pone en duda que López Obrador es profundamente consecuente con su consigna "primero los pobres", al canalizar apoyos a más del 70 por ciento de familias del país, y que se respalda a pequeñas empresas y negocios familiares. Hay acompañamiento de la gente en su propósito fundamental de transformar a México y que hace todo por arraigar en la conciencia ciudadana los ideales de justicia, honestidad, austeridad, bienestar y democracia. Se reconoce que se han entregado más de un millón de créditos a miniempresas, que se impulsa la creación de 2 millones de empleos; que 8 millones de adultos mayores reciben puntualmente su pensión; son muchos y más trascendentes los programas de beneficio a los más jodidos, una política social que impacta en el crecimiento del consumo interno. De acuerdo, nunca los pobres recibieron tanto.

En el plano político, ha despertado la movilización ciudadana, ha provocado crisis en el PRI, el PAN y los partidos opositores, y se advierte decidido a acelerar la democratización. Por eso se explica el contundente pronunciamiento, que ante la elección de 2021 exhibirá cualquier intento de fraude electoral, "sin dejar de respetar las decisiones de los órganos electorales autónomos, como el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; estará junto con los ciudadanos atentos para que los comicios sean verdaderamente libres y limpios."

Aunque el Presidente insiste en invocar el fantasma del fraude electoral, nos parece que este corrupto flagelo que ha dañado la democracia, está erradicado, y el más fresco testimonio fue la elección presidencial de 2018, que por eso Andrés Manuel López Obrador es hoy el Presidente más legítimo, porque es producto de una elección libre y limpia y que probablemente, por esa corrupción electoral no pudo serlo en 2006 y 2012. Por eso, el INE y las instituciones electorales locales como el IEEZ, están mucho más allá de las sospechas e insinuaciones, han actuado con estricto apego a la ley, con imparcialidad y transparencia han contado bien los votos y en otras palabras, son los únicos que en 2021 van a garantizar elecciones limpias, sin vestigio alguno de fraude electoral.

La gobernalidad del país

Se ha conservado con trabajo y honestidad, ni duda cabe; pero esa gobernabilidad está en riesgo mientras prevalezcan amenazantes y devastadoras las crisis sanitaria, económica y de inseguridad, las que no se han domado ni se pueden disipar. Nadie en su sano juicio se atreve a menospreciar los esfuerzos reformistas y transformadores del Presidente LÓPEZ OBRADOR, pero ahí están los focos rojos y las alarmas encendidas, no se puede asegurar que lo peor ha pasado, porque LA REALIDAD SÍ TIENE OTROS DATOS.

Innegable e incuestionable que el Presidente Andrés Manuel López Obrador construye un régimen de gobierno a través de abatir la desigualdad y cancelar la corrupción, a la vez que configura una más auténtica cultura democrática, y que, con el respaldo popular está en camino de superar las crisis sanitaria, económica y de inseguridad, que son los desafíos que contienen los avances de la Cuarta Transformación. Ya saben los mexicanos que han sufrido los estragos de gobiernos pretéritos, que fallaron en sus estrategias y más hundieron al país, pero también saben que éstos son otros tiempos a los que el gobierno debe encarar responsablemente y con soluciones de hoy y sin reproches al pasado, porque llenos de encono y resentimiento, son inútiles y estériles.

Nadie pone en duda que López Obrador es profundamente consecuente con su consigna "primero los pobres", al canalizar apoyos a más del 70 por ciento de familias del país, y que se respalda a pequeñas empresas y negocios familiares. Hay acompañamiento de la gente en su propósito fundamental de transformar a México y que hace todo por arraigar en la conciencia ciudadana los ideales de justicia, honestidad, austeridad, bienestar y democracia. Se reconoce que se han entregado más de un millón de créditos a miniempresas, que se impulsa la creación de 2 millones de empleos; que 8 millones de adultos mayores reciben puntualmente su pensión; son muchos y más trascendentes los programas de beneficio a los más jodidos, una política social que impacta en el crecimiento del consumo interno. De acuerdo, nunca los pobres recibieron tanto.

En el plano político, ha despertado la movilización ciudadana, ha provocado crisis en el PRI, el PAN y los partidos opositores, y se advierte decidido a acelerar la democratización. Por eso se explica el contundente pronunciamiento, que ante la elección de 2021 exhibirá cualquier intento de fraude electoral, "sin dejar de respetar las decisiones de los órganos electorales autónomos, como el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación; estará junto con los ciudadanos atentos para que los comicios sean verdaderamente libres y limpios."

Aunque el Presidente insiste en invocar el fantasma del fraude electoral, nos parece que este corrupto flagelo que ha dañado la democracia, está erradicado, y el más fresco testimonio fue la elección presidencial de 2018, que por eso Andrés Manuel López Obrador es hoy el Presidente más legítimo, porque es producto de una elección libre y limpia y que probablemente, por esa corrupción electoral no pudo serlo en 2006 y 2012. Por eso, el INE y las instituciones electorales locales como el IEEZ, están mucho más allá de las sospechas e insinuaciones, han actuado con estricto apego a la ley, con imparcialidad y transparencia han contado bien los votos y en otras palabras, son los únicos que en 2021 van a garantizar elecciones limpias, sin vestigio alguno de fraude electoral.

La gobernalidad del país

Se ha conservado con trabajo y honestidad, ni duda cabe; pero esa gobernabilidad está en riesgo mientras prevalezcan amenazantes y devastadoras las crisis sanitaria, económica y de inseguridad, las que no se han domado ni se pueden disipar. Nadie en su sano juicio se atreve a menospreciar los esfuerzos reformistas y transformadores del Presidente LÓPEZ OBRADOR, pero ahí están los focos rojos y las alarmas encendidas, no se puede asegurar que lo peor ha pasado, porque LA REALIDAD SÍ TIENE OTROS DATOS.