/ viernes 7 de enero de 2022

Crónica del poder │ La pandemia, devastadora tormenta

Es inconcebible se trate de minimizar y hasta ocultar la tremenda propagación de la pandemia sobre Zacatecas, como así ocurre en todo el país que ya registró más de 20 mil contagios en un día, lo más razonable es informar con veracidad y oportunidad, sin restricciones y matices, asumir la responsabilidad y capacidad para dar cuenta exacta y precisa del acontecer en materia de salud pública. La triste realidad es que en el estado se han disparado los contagios, y que por ello de inmediato instruyó al secretario de Salud, Uswaldo Pinedo, reforzar vigilancia de la pandemia, asegurar adecuada atención, para también exhortar a la población atender las recomendaciones y respetar las medidas para evitar mayor propagación.

La reacción ha sido pronta de los médicos, enfermeras, químicos laboratoristas, camilleros, trabajadores de la salud, como así ha sido siempre porque se "la han partido" en serio en el cumplimiento de su compromisos profesional y social; atienden al llamado del mandatario y no escuchan al Secretario de Salud, quien se resiste a cambiar y se aferra a la ambivalencia, como Secretario y como dirigente sindical, piensa que al mismo tiempo cumple con lo uno y lo otro, pero lo más cierto es que falla en el intento y los efectos son de lesionamiento a la sociedad, a los servicios de salud, a la gente, los pacientes, a quienes debe dedicar los tres tiempos completos, las 24 horas por así decirlo, porque por eso se metió a la Nueva Gobernanza y a la Cuarta Transformación, para servir con pasión a los desposeídos, a los más pobres.

Es lamentable que en este escenario de emergencia social se observen esos detalles que se traducen en corrupción en las alturas gubernamentales. Ahora la pandemia adquiere graves dimensiones y puede ocurrir el colapso de los servicios de salud, además de que ya se registran carencias de medicinas e insumos en hospitales y centros de salud, mientras el encarecimiento de las medicinas en las farmacias privadas ya es estratosférico, inalcanzable para la gente pobre, y no existe control de la autoridad sanitaria. Se atisba una problemática de salud que tiene que ser atendida y enfrentada de tiempo completo. El Ómicron avanza y deja atrás al Delta, pero se anuncia el brote de la variante IHU. Las cifras diarias se incrementan; que Ómicron es muy contagiante y menos mortal, no es gran alivio, porque pueden colapsar hospitales y los servicios de salud.

El sábado se vacuna a los maestros, acertada medida; hay municipios que declaran suspensión de clases en las escuelas, el Carnaval de Río Grande corre peligro, como ya se pospone el de Mazatlán; es probable la cancelación otra vez de la Feria de Jerez; la obligación del cubrebocas en el estado, es ley y por ello, en el Palacio Municipal de Zacatecas, nadie entra sin cubrebocas, como así ordenó el alcalde Jorge Miranda, que aplica medidas especializadas de prevención y contención. Y ya se aplica la vacuna de refuerzo a los adultos mayores; la Legislatura local ordenó medidas extremas, incluso el cierre de servicios. Hay pues una gran movilización del equipo de salud pública, médicos, enfermeras, camilleros, intendentes, todos los trabajadores de salud otra vez sin tregua para enfrentar al virus maldito, pero la gente vuelve al tema, a lo mismo, que el gobernador ordene a Uswaldo Pinedo, entregarse de tiempo completo a la Secretaría de Salud o al liderazgo sindical, frente a la crisis pandémica es inaceptable dobletear para reducir servicio público y afectar a la sociedad.

Es inconcebible se trate de minimizar y hasta ocultar la tremenda propagación de la pandemia sobre Zacatecas, como así ocurre en todo el país que ya registró más de 20 mil contagios en un día, lo más razonable es informar con veracidad y oportunidad, sin restricciones y matices, asumir la responsabilidad y capacidad para dar cuenta exacta y precisa del acontecer en materia de salud pública. La triste realidad es que en el estado se han disparado los contagios, y que por ello de inmediato instruyó al secretario de Salud, Uswaldo Pinedo, reforzar vigilancia de la pandemia, asegurar adecuada atención, para también exhortar a la población atender las recomendaciones y respetar las medidas para evitar mayor propagación.

La reacción ha sido pronta de los médicos, enfermeras, químicos laboratoristas, camilleros, trabajadores de la salud, como así ha sido siempre porque se "la han partido" en serio en el cumplimiento de su compromisos profesional y social; atienden al llamado del mandatario y no escuchan al Secretario de Salud, quien se resiste a cambiar y se aferra a la ambivalencia, como Secretario y como dirigente sindical, piensa que al mismo tiempo cumple con lo uno y lo otro, pero lo más cierto es que falla en el intento y los efectos son de lesionamiento a la sociedad, a los servicios de salud, a la gente, los pacientes, a quienes debe dedicar los tres tiempos completos, las 24 horas por así decirlo, porque por eso se metió a la Nueva Gobernanza y a la Cuarta Transformación, para servir con pasión a los desposeídos, a los más pobres.

Es lamentable que en este escenario de emergencia social se observen esos detalles que se traducen en corrupción en las alturas gubernamentales. Ahora la pandemia adquiere graves dimensiones y puede ocurrir el colapso de los servicios de salud, además de que ya se registran carencias de medicinas e insumos en hospitales y centros de salud, mientras el encarecimiento de las medicinas en las farmacias privadas ya es estratosférico, inalcanzable para la gente pobre, y no existe control de la autoridad sanitaria. Se atisba una problemática de salud que tiene que ser atendida y enfrentada de tiempo completo. El Ómicron avanza y deja atrás al Delta, pero se anuncia el brote de la variante IHU. Las cifras diarias se incrementan; que Ómicron es muy contagiante y menos mortal, no es gran alivio, porque pueden colapsar hospitales y los servicios de salud.

El sábado se vacuna a los maestros, acertada medida; hay municipios que declaran suspensión de clases en las escuelas, el Carnaval de Río Grande corre peligro, como ya se pospone el de Mazatlán; es probable la cancelación otra vez de la Feria de Jerez; la obligación del cubrebocas en el estado, es ley y por ello, en el Palacio Municipal de Zacatecas, nadie entra sin cubrebocas, como así ordenó el alcalde Jorge Miranda, que aplica medidas especializadas de prevención y contención. Y ya se aplica la vacuna de refuerzo a los adultos mayores; la Legislatura local ordenó medidas extremas, incluso el cierre de servicios. Hay pues una gran movilización del equipo de salud pública, médicos, enfermeras, camilleros, intendentes, todos los trabajadores de salud otra vez sin tregua para enfrentar al virus maldito, pero la gente vuelve al tema, a lo mismo, que el gobernador ordene a Uswaldo Pinedo, entregarse de tiempo completo a la Secretaría de Salud o al liderazgo sindical, frente a la crisis pandémica es inaceptable dobletear para reducir servicio público y afectar a la sociedad.