/ miércoles 6 de enero de 2021

Crónica del poder │ La sociedad urge por mejores diputados

Ni las cúpulas partidistas, ni los actores y protagonistas políticos quieren escuchar y menos atender a las voces ciudadanas y los gritos de la sociedad que reclama mejores diputados; ésta generación de ciudadanos más informados, críticos y analíticos ya no admiten ser representados por legisladores de marcada medianía, sin ética ni sensibilidad política y social; ahí están, salvo muy contadas excepciones, son diputados que lo mismo decepcionan en la tribuna parlamentaria para vulgarizar el debate, que ha de ser de propuestas e ideas para consolidar el entramado legal, que acumulan desprestigio institucional con su indiferencia ante los graves problemas que hoy encara Zacatecas y más se inclinan por intrigar, denostar, denigrar y descalificar a los adversarios en el gobierno o en la oposición, actitudes con las que se jactan de vocación democrática, pero solo logran acrecentar la desconfianza social y más deteriorar la representación popular.

En estos tiempos ya dominados por el nuevo régimen de la Cuarta Transformación, los aspirantes a una diputación han de entender que los cambios evolucionistas, innovadores y progresistas deben hacer sentir la realidad de la transformación, no los dichos, ni los discursos contenidos de otros datos muy alejados de la veracidad. Si los partidos y sus actores que hacen candidatos, insisten solo en las buenas intenciones para continuar alimentando su ceguera y el escepticismo de los ciudadanos, estarán abriendo las puertas a un peligroso autoritarismo que no será capaz de alcanzar la permanente estabilidad, ni superar la crisis económica ni contener la inseguridad.

Entre el fin de la hegemonía tripartita y el inicio de las transformaciones desde la izquierda, solo se ha agigantado un solo hombre con el poder absoluto y se han disminuido las instituciones que garantizaban la estabilidad política, para caer otra vez en un sistema que no es otro, es el mismo con otra impenetrable escafandra. Por eso, la gente que ya no es ingenua y tampoco inocente, advierten la precariedad y debilidad de las instituciones legislativas nacionales y locales. Por ello, los comicios del 6 de junio son la maravillosa oportunidad para revertir esos efectos que desvanecen autonomías e independencias, para que sea garantizado el equilibrio entre poderes, tan solo por eso.

La sociedad zacatecana urge por mejores diputados y los partidos como los dirigentes, líderes y actores políticos están a tiempo para edificar esa fuerza política. Los ciudadanos y los hoy representados, ya no conciben que se tengan que reelegir diputados como Luis Esparza, Aída Ruiz, Alma Dávila, Omar Carrera, Adolfo Zamarripa, Eduardo Rodríguez, José Dolores Hernández, Karla Valdez, Armando Perales, Susana Rodríguez, María Natividad Rayas o Perla Martínez, por mencionar solo algunos enlazados a los poderes nacional o estatal, y parecería que a ninguna de esas fuerzas políticas le urge cambiar para transformar.

Una terquedad política

Con ese rumbo de imposición a los mismos, solo darán continuidad al endurecimiento político de la confrontación y polarización, a la reproducción de los conflictos con cauce abierto a las tentaciones autoritarias. Visto así el amenazante escenario, la ciudadanía exige que en la selección de candidatos a diputados sean rechazados los falsos criterios de grupismo, amiguismo, familiaridades e intereses amafiados, porque además de poner en riesgo el éxito electoral, van a impedir el ascenso de Zacatecas a una nueva cultura política y democrática.


Ni las cúpulas partidistas, ni los actores y protagonistas políticos quieren escuchar y menos atender a las voces ciudadanas y los gritos de la sociedad que reclama mejores diputados; ésta generación de ciudadanos más informados, críticos y analíticos ya no admiten ser representados por legisladores de marcada medianía, sin ética ni sensibilidad política y social; ahí están, salvo muy contadas excepciones, son diputados que lo mismo decepcionan en la tribuna parlamentaria para vulgarizar el debate, que ha de ser de propuestas e ideas para consolidar el entramado legal, que acumulan desprestigio institucional con su indiferencia ante los graves problemas que hoy encara Zacatecas y más se inclinan por intrigar, denostar, denigrar y descalificar a los adversarios en el gobierno o en la oposición, actitudes con las que se jactan de vocación democrática, pero solo logran acrecentar la desconfianza social y más deteriorar la representación popular.

En estos tiempos ya dominados por el nuevo régimen de la Cuarta Transformación, los aspirantes a una diputación han de entender que los cambios evolucionistas, innovadores y progresistas deben hacer sentir la realidad de la transformación, no los dichos, ni los discursos contenidos de otros datos muy alejados de la veracidad. Si los partidos y sus actores que hacen candidatos, insisten solo en las buenas intenciones para continuar alimentando su ceguera y el escepticismo de los ciudadanos, estarán abriendo las puertas a un peligroso autoritarismo que no será capaz de alcanzar la permanente estabilidad, ni superar la crisis económica ni contener la inseguridad.

Entre el fin de la hegemonía tripartita y el inicio de las transformaciones desde la izquierda, solo se ha agigantado un solo hombre con el poder absoluto y se han disminuido las instituciones que garantizaban la estabilidad política, para caer otra vez en un sistema que no es otro, es el mismo con otra impenetrable escafandra. Por eso, la gente que ya no es ingenua y tampoco inocente, advierten la precariedad y debilidad de las instituciones legislativas nacionales y locales. Por ello, los comicios del 6 de junio son la maravillosa oportunidad para revertir esos efectos que desvanecen autonomías e independencias, para que sea garantizado el equilibrio entre poderes, tan solo por eso.

La sociedad zacatecana urge por mejores diputados y los partidos como los dirigentes, líderes y actores políticos están a tiempo para edificar esa fuerza política. Los ciudadanos y los hoy representados, ya no conciben que se tengan que reelegir diputados como Luis Esparza, Aída Ruiz, Alma Dávila, Omar Carrera, Adolfo Zamarripa, Eduardo Rodríguez, José Dolores Hernández, Karla Valdez, Armando Perales, Susana Rodríguez, María Natividad Rayas o Perla Martínez, por mencionar solo algunos enlazados a los poderes nacional o estatal, y parecería que a ninguna de esas fuerzas políticas le urge cambiar para transformar.

Una terquedad política

Con ese rumbo de imposición a los mismos, solo darán continuidad al endurecimiento político de la confrontación y polarización, a la reproducción de los conflictos con cauce abierto a las tentaciones autoritarias. Visto así el amenazante escenario, la ciudadanía exige que en la selección de candidatos a diputados sean rechazados los falsos criterios de grupismo, amiguismo, familiaridades e intereses amafiados, porque además de poner en riesgo el éxito electoral, van a impedir el ascenso de Zacatecas a una nueva cultura política y democrática.