/ miércoles 8 de julio de 2020

Crónica del poder │ Libre Comercio, con respeto y dignidad

Andrés Manuel López Obrador es mi amigo, un hombre maravilloso. Esto ha dicho el Presidente Donald Trump en la víspera de la visita del Presidente Mexicano a la Casa Blanca. Hoy sucederá el encuentro de los dos contrastantes Presidentes y Líderes, aquel, prepotente, magnate, belicoso, ostentoso y con fobias; el nuestro, austero, sencillo, de violencia verbal, todavía con resentimientos, y con mucha pasión para gobernar en favor de los pobres, de los jodidos y decidido a poner hoy como límite el respeto a la soberanía de México.

Para mañana, es de esperar que el Presidente de los Estados Unidos exprese eso mismo, que López Obrador es un hombre maravilloso, pero además, ha de rectificar y valorar a los mexicanos y los migrantes como aliados y poderosos impulsores de la primera economía del mundo.

Si el primero de enero de 1994, el Tratado de Libre Comercio de México, Estados Unidos y Canadá, fue atravesado por la insurgencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, iniciaba la vigencia en condiciones de resistencia; hoy, el obstáculo es la emergencia nacional y mundial por la pandemia del coronavirus, pero desde el pasado primero de julio el Tratado México, Estados Unidos y Canadá, el T - MEC arrancó su vigencia, y aunque la crisis del virus maldito arrecia, las expectativas para nuestro país son alentadoras y se confía en que los operadores logren óptimas ventajas y más pronto se recupere la economía ahora devastada.

Es oportuno recordar que fue el 17 de diciembre de 1992, cuando el TLC, el Tratado de Libre Comercio fue firmado por el Presidente Carlos Salinas de Gortari, de México; George H. W. Bush, de Estados Unidos; y el Primer Ministro del Canadá, Brian Mulroney, que entró en vigor hasta el primero de enero de 1994. Este día, en la Casa Blanca de Washington, en ausencia de Justin Trudeau, los Presidentes Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump, lo ratifican.

Los vientos que soplan entre las dos naciones, México y Estados Unidos, aún divididos por el muro ignominioso que levanta Trump, son los de una democracia endeble, economías en crisis, frágiles; crisis de Derechos Humanos, intensidad del narcotráfico y creciente tráfico de armas hacia México; la terrible inseguridad; el problema migratorio y la discriminación que allá se promueve contra los seres humanos que no sean blancos, la supremacía blanca. Es un panorama realista que no tiene por donde cambiar sustancialmente, al contrario, se agigantarán para poner en entredicho los proyectos políticos de los dos Presidentes.

Defensa de la Soberanía Nacional


Ha de ser punto vital ante cualquier tema que sea negociado con Donald Trump. El Presidente López Obrador tiene el absoluto respaldo de los mexicanos, y en esa perspectiva, se espera y se confía actúe con sensatez y extrema responsabilidad, nada que parezca sumisión, nada que sea simulación para solo quedar bien y mantener una buena relación; con razones y argumentos se deben contener las provocaciones y amenazas del norteamericano, su proyección hegemónica ha de ser reducida por las relaciones comerciales con Europa, China, Japón y Latinoamérica. Ésta de hoy en la Casa Blanca es una cita entre dos socios asimétricos, pero ante todo, deben prevalecer el respeto a la soberanía nacional y a los mexicanos allá que son reconocida fuerza laboral; y obvio, respeto a los mexicanos acá que no merecen discurso de odio ni expresiones despectivas o diatribas electoreras.

Andrés Manuel López Obrador es mi amigo, un hombre maravilloso. Esto ha dicho el Presidente Donald Trump en la víspera de la visita del Presidente Mexicano a la Casa Blanca. Hoy sucederá el encuentro de los dos contrastantes Presidentes y Líderes, aquel, prepotente, magnate, belicoso, ostentoso y con fobias; el nuestro, austero, sencillo, de violencia verbal, todavía con resentimientos, y con mucha pasión para gobernar en favor de los pobres, de los jodidos y decidido a poner hoy como límite el respeto a la soberanía de México.

Para mañana, es de esperar que el Presidente de los Estados Unidos exprese eso mismo, que López Obrador es un hombre maravilloso, pero además, ha de rectificar y valorar a los mexicanos y los migrantes como aliados y poderosos impulsores de la primera economía del mundo.

Si el primero de enero de 1994, el Tratado de Libre Comercio de México, Estados Unidos y Canadá, fue atravesado por la insurgencia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, iniciaba la vigencia en condiciones de resistencia; hoy, el obstáculo es la emergencia nacional y mundial por la pandemia del coronavirus, pero desde el pasado primero de julio el Tratado México, Estados Unidos y Canadá, el T - MEC arrancó su vigencia, y aunque la crisis del virus maldito arrecia, las expectativas para nuestro país son alentadoras y se confía en que los operadores logren óptimas ventajas y más pronto se recupere la economía ahora devastada.

Es oportuno recordar que fue el 17 de diciembre de 1992, cuando el TLC, el Tratado de Libre Comercio fue firmado por el Presidente Carlos Salinas de Gortari, de México; George H. W. Bush, de Estados Unidos; y el Primer Ministro del Canadá, Brian Mulroney, que entró en vigor hasta el primero de enero de 1994. Este día, en la Casa Blanca de Washington, en ausencia de Justin Trudeau, los Presidentes Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump, lo ratifican.

Los vientos que soplan entre las dos naciones, México y Estados Unidos, aún divididos por el muro ignominioso que levanta Trump, son los de una democracia endeble, economías en crisis, frágiles; crisis de Derechos Humanos, intensidad del narcotráfico y creciente tráfico de armas hacia México; la terrible inseguridad; el problema migratorio y la discriminación que allá se promueve contra los seres humanos que no sean blancos, la supremacía blanca. Es un panorama realista que no tiene por donde cambiar sustancialmente, al contrario, se agigantarán para poner en entredicho los proyectos políticos de los dos Presidentes.

Defensa de la Soberanía Nacional


Ha de ser punto vital ante cualquier tema que sea negociado con Donald Trump. El Presidente López Obrador tiene el absoluto respaldo de los mexicanos, y en esa perspectiva, se espera y se confía actúe con sensatez y extrema responsabilidad, nada que parezca sumisión, nada que sea simulación para solo quedar bien y mantener una buena relación; con razones y argumentos se deben contener las provocaciones y amenazas del norteamericano, su proyección hegemónica ha de ser reducida por las relaciones comerciales con Europa, China, Japón y Latinoamérica. Ésta de hoy en la Casa Blanca es una cita entre dos socios asimétricos, pero ante todo, deben prevalecer el respeto a la soberanía nacional y a los mexicanos allá que son reconocida fuerza laboral; y obvio, respeto a los mexicanos acá que no merecen discurso de odio ni expresiones despectivas o diatribas electoreras.