/ martes 13 de abril de 2021

Crónica del poder │ Mario Delgado, conflictivo e incapaz

Muy seguramente al presidente Andrés Manuel López Obrador le preocupa que su partido día a día se desfigure, pierda identidad y se torne en esa especie de desbarajuste que en algún momento él mismo calificó. Y, cómo no se va a preocupar y alterar frente al reto electoral máximo que significan las elecciones del 6 de junio, cuando tiene que reafirmar mayoría en la Cámara de Diputados para así dar certidumbre a la continuidad de su proyecto político gubernamental inmerso en la Cuarta Transformación.

El horizonte del partido Morena está lleno de conflictos, de sur a norte y del golfo al pacífico y claro, esa división pasa por Zacatecas, donde no cesa la exclusión y se atiza la división desde la dirigencia nacional, que omite integrar a la batalla electoral a los cuadros dirigentes estatales y liderazgos municipales que están enlazados a esa auténtica corriente de izquierda, de fieles y apasionados seguidores de López Obrador. Mario Delgado se ha convertido en el detonador de los conflictos, no atina a asumir un digno papel de Presidente del partido en el poder y echa a perder las estrategias que buscan alumbrar los caminos o cauces democráticos del país.

De hecho, es López Obrador el activo político más importante de su partido, aún metido en el escenario de las restricciones y limitaciones impuestas bajo la ley por las condiciones de imparcialidad y equidad, sus acciones gubernamentales son factores de acumulación de confianza; él es la fuerza y motor de los cambios, poderío que el estridente dirigente del partido no alcanza a ensamblar en su muy pobre concepción de la lucha por el poder y cotidianamente conduce hacia la decepción de su militancia y lo que es peor, acelera la desesperación de sus candidatos y de sus aliados porque no ven señales de conciliación y sí de comportamientos autoritarios y caprichosos que, quieran o no entenderlo, ponen en riesgo la victoria electoral que al Presidente le urge para consolidar sus reformas y transformaciones.

En el Morena se han perdido la civilidad y la capacidad de consenso y de acuerdos, con Mario Delgado solo se incrementa la capacidad de desgaste y la vocación por el conflicto. Abandonada, rechazada y excluía la dirigencia estatal, sin una eficaz representación, delegación o coordinación desde lo nacional, David Monreal ha tenido que asumir liderazgo para convocar a todas las fuerzas morenistas y de sus aliados, a consolidar las potencialidades electorales que les urgen para regenerar las mejores expectativas de éxito y de triunfo; así por ejemplo, en el corredor electoral de Fresnillo a Guadalupe, que es crucial para una victoria total, Saúl Monreal en el Mineral y hacia el norte del estado y Jorge Miranda Castro, en Zacatecas Capital y hacia los cañones y el sureste, construyen una cadena de respaldos sociales y políticos, que aceitan y robustecen estructuras y organizaciones ciudadanas que van a consolidar fortaleza y a revertir los daños causados por la división.

Los morenistas, petistas, verdes y neo aliancistas de Zacatecas que conforman la coalición Juntos Haremos Historia ven desdibujada la fuerza política desde lo nacional partidista y con invariable lealtad al liderazgo lopezobradorista, que no es simbólico sino real y objetivo, están decididos a realizar los ajustes vitalmente necesarios para que sea recuperada la ruta de la certeza en los cambios y el triunfo, porque también advierten que la fuerza opositora que encabeza Claudia Anaya, se acerca y acorta distancias.

Muy seguramente al presidente Andrés Manuel López Obrador le preocupa que su partido día a día se desfigure, pierda identidad y se torne en esa especie de desbarajuste que en algún momento él mismo calificó. Y, cómo no se va a preocupar y alterar frente al reto electoral máximo que significan las elecciones del 6 de junio, cuando tiene que reafirmar mayoría en la Cámara de Diputados para así dar certidumbre a la continuidad de su proyecto político gubernamental inmerso en la Cuarta Transformación.

El horizonte del partido Morena está lleno de conflictos, de sur a norte y del golfo al pacífico y claro, esa división pasa por Zacatecas, donde no cesa la exclusión y se atiza la división desde la dirigencia nacional, que omite integrar a la batalla electoral a los cuadros dirigentes estatales y liderazgos municipales que están enlazados a esa auténtica corriente de izquierda, de fieles y apasionados seguidores de López Obrador. Mario Delgado se ha convertido en el detonador de los conflictos, no atina a asumir un digno papel de Presidente del partido en el poder y echa a perder las estrategias que buscan alumbrar los caminos o cauces democráticos del país.

De hecho, es López Obrador el activo político más importante de su partido, aún metido en el escenario de las restricciones y limitaciones impuestas bajo la ley por las condiciones de imparcialidad y equidad, sus acciones gubernamentales son factores de acumulación de confianza; él es la fuerza y motor de los cambios, poderío que el estridente dirigente del partido no alcanza a ensamblar en su muy pobre concepción de la lucha por el poder y cotidianamente conduce hacia la decepción de su militancia y lo que es peor, acelera la desesperación de sus candidatos y de sus aliados porque no ven señales de conciliación y sí de comportamientos autoritarios y caprichosos que, quieran o no entenderlo, ponen en riesgo la victoria electoral que al Presidente le urge para consolidar sus reformas y transformaciones.

En el Morena se han perdido la civilidad y la capacidad de consenso y de acuerdos, con Mario Delgado solo se incrementa la capacidad de desgaste y la vocación por el conflicto. Abandonada, rechazada y excluía la dirigencia estatal, sin una eficaz representación, delegación o coordinación desde lo nacional, David Monreal ha tenido que asumir liderazgo para convocar a todas las fuerzas morenistas y de sus aliados, a consolidar las potencialidades electorales que les urgen para regenerar las mejores expectativas de éxito y de triunfo; así por ejemplo, en el corredor electoral de Fresnillo a Guadalupe, que es crucial para una victoria total, Saúl Monreal en el Mineral y hacia el norte del estado y Jorge Miranda Castro, en Zacatecas Capital y hacia los cañones y el sureste, construyen una cadena de respaldos sociales y políticos, que aceitan y robustecen estructuras y organizaciones ciudadanas que van a consolidar fortaleza y a revertir los daños causados por la división.

Los morenistas, petistas, verdes y neo aliancistas de Zacatecas que conforman la coalición Juntos Haremos Historia ven desdibujada la fuerza política desde lo nacional partidista y con invariable lealtad al liderazgo lopezobradorista, que no es simbólico sino real y objetivo, están decididos a realizar los ajustes vitalmente necesarios para que sea recuperada la ruta de la certeza en los cambios y el triunfo, porque también advierten que la fuerza opositora que encabeza Claudia Anaya, se acerca y acorta distancias.