/ miércoles 20 de mayo de 2020

Crónica del poder │ No llega la nueva normalidad

Desde luego, no hay comparación entre lo que el virus afecta a la Ciudad de México y Zacatecas, como tampoco puede haberla entre España e Italia con nuestro país, pero por motivos anímicos se mencionan para que la gente mida las proporciones o dimensiones de las prevenciones que debe asumir frente al contagio o propagación, pueda contener el desbordamiento de optimismos o atajar los signos de miedo y de pánico, para que, eso sí, no se pierdan la serenidad, prudencia ni equilibrios frente a la entera realidad.

Lo cierto es que, el lanzamiento desde la ciudad de México de la consigna nueva normalidad, por el presidente Andrés Manuel López Obrador y el vocero de salud, Hugo López-Gatell, fue precipitado por ese desfasado optimismo que exhiben. Nos pareció que la gente pronto interpreto el aviso de la vuelta a la normalidad, que comenzó con la reanudación de acciones en las industrias minera, de la construcción y automotriz, porque la población regresó a las calles, a los comercios, a las plazas, a deambular como siempre y sin la sana distancia. Así se ha visto en Zacatecas desde el pasado 15 de mayo, como así andan por la capital del país, Monterrey y Guadalajara.

Los términos nueva normalidad, a eso inducen, a retomar el camino, aún frente a una realidad que no cambia por la pandemia, porque ésta sigue extendiendo y provocando mortalidad y más contagios. Por las cifras y datos que a diario conocemos e incluso los "otros datos" que luego se sacan de la manga, hoy por hoy y seguirán mañana, la misma y peligrosa realidad de una propagación y muertes en crecimiento. Esto es un verdadero efecto de desconfianza e incredulidad ante los informes y perspectivas oficiales vertidos allá y que aquí y allá, chocan con la triste realidad, con el relajamiento del confinamiento y de la sana distancia, que pueden empeorar la crisis y que para Zacatecas, a partir de hoy y en los próximos 10 días, se muestra más tormentosa y amenazante.

O sea, la terminología utilizada con la nueva normalidad, causó confusión y una falsa sensación del final de la crisis, que está todavía muy lejos de alcanzar. Ha sido una fallida comunicación, una estrategia mal vertida, peor difundida y gravemente interpretada por los destinatarios, por la gente, las familias y las comunidades, que ya hacen su vida como si la normalidad fuera realidad, cuando lo que está a la vista y sentida, es la incertidumbre vaciada con ambigüedad, donde prevalecen riesgos, inseguridad, inquietud, tensiones, desconfianza.

No se necesita darle vueltas al entendimiento sobre la nueva normalidad, es o no es, y lo más certero es que no es, porque sí hay y transcurren tiempos como terrible realidad, que hay que hacer sentir a la gente, que hay que advertirles una y mil veces, que por donde la vean, esa nueva normalidad no está aquí, ni está por llegar, esa es la pura verdad, no hay normalidad y sí la misma realidad que a todos nos debe preocupar y más alertar.

Es sano el optimismo

Pero ante la triste realidad que no es normalidad ni vieja ni nueva, y conociendo que hasta en Europa amplían la vuelta a la normalidad por un mes más, no esperamos que el virus maldito vea en México otra atmósfera vedada a su malignidad y mortalidad, para solo despertar en el Presidente y su esposa Beatriz Gutiérrez de López Obrador, esa falsa visión o imaginación de la luz al final del túnel. Hay pues políticas divergentes entre la federación y los estados, pero aquí como allá se vive la misma realidad, todavía riesgosa y más peligrosa.

Desde luego, no hay comparación entre lo que el virus afecta a la Ciudad de México y Zacatecas, como tampoco puede haberla entre España e Italia con nuestro país, pero por motivos anímicos se mencionan para que la gente mida las proporciones o dimensiones de las prevenciones que debe asumir frente al contagio o propagación, pueda contener el desbordamiento de optimismos o atajar los signos de miedo y de pánico, para que, eso sí, no se pierdan la serenidad, prudencia ni equilibrios frente a la entera realidad.

Lo cierto es que, el lanzamiento desde la ciudad de México de la consigna nueva normalidad, por el presidente Andrés Manuel López Obrador y el vocero de salud, Hugo López-Gatell, fue precipitado por ese desfasado optimismo que exhiben. Nos pareció que la gente pronto interpreto el aviso de la vuelta a la normalidad, que comenzó con la reanudación de acciones en las industrias minera, de la construcción y automotriz, porque la población regresó a las calles, a los comercios, a las plazas, a deambular como siempre y sin la sana distancia. Así se ha visto en Zacatecas desde el pasado 15 de mayo, como así andan por la capital del país, Monterrey y Guadalajara.

Los términos nueva normalidad, a eso inducen, a retomar el camino, aún frente a una realidad que no cambia por la pandemia, porque ésta sigue extendiendo y provocando mortalidad y más contagios. Por las cifras y datos que a diario conocemos e incluso los "otros datos" que luego se sacan de la manga, hoy por hoy y seguirán mañana, la misma y peligrosa realidad de una propagación y muertes en crecimiento. Esto es un verdadero efecto de desconfianza e incredulidad ante los informes y perspectivas oficiales vertidos allá y que aquí y allá, chocan con la triste realidad, con el relajamiento del confinamiento y de la sana distancia, que pueden empeorar la crisis y que para Zacatecas, a partir de hoy y en los próximos 10 días, se muestra más tormentosa y amenazante.

O sea, la terminología utilizada con la nueva normalidad, causó confusión y una falsa sensación del final de la crisis, que está todavía muy lejos de alcanzar. Ha sido una fallida comunicación, una estrategia mal vertida, peor difundida y gravemente interpretada por los destinatarios, por la gente, las familias y las comunidades, que ya hacen su vida como si la normalidad fuera realidad, cuando lo que está a la vista y sentida, es la incertidumbre vaciada con ambigüedad, donde prevalecen riesgos, inseguridad, inquietud, tensiones, desconfianza.

No se necesita darle vueltas al entendimiento sobre la nueva normalidad, es o no es, y lo más certero es que no es, porque sí hay y transcurren tiempos como terrible realidad, que hay que hacer sentir a la gente, que hay que advertirles una y mil veces, que por donde la vean, esa nueva normalidad no está aquí, ni está por llegar, esa es la pura verdad, no hay normalidad y sí la misma realidad que a todos nos debe preocupar y más alertar.

Es sano el optimismo

Pero ante la triste realidad que no es normalidad ni vieja ni nueva, y conociendo que hasta en Europa amplían la vuelta a la normalidad por un mes más, no esperamos que el virus maldito vea en México otra atmósfera vedada a su malignidad y mortalidad, para solo despertar en el Presidente y su esposa Beatriz Gutiérrez de López Obrador, esa falsa visión o imaginación de la luz al final del túnel. Hay pues políticas divergentes entre la federación y los estados, pero aquí como allá se vive la misma realidad, todavía riesgosa y más peligrosa.