/ lunes 25 de julio de 2022

Crónica del poder │ Nueva clase política, desafío imposible

La ausencia de liderazgos en el quehacer político y de notables funcionarios gubernamentales, es factor que conduce al agotamiento de las generaciones de la clase política, hay un desgaste de la política y los políticos que se advierte devastadora de valores y principios y contrariamente, exaltadora de inmoralidad y de corrupción porque no hay sanciones, no hay castigo, no se aplica la ley con severidad y prevalece la impunidad como fuente de esa degradante clase política.

Recordamos que en los compromisos de campaña y de los principios de partido, David Monreal se trazó el reto de renovar la clase política de Zacatecas, lo que sería una hazaña o aunque sea un esfuerzo por contener el descrédito de la política, de los políticos y sus instituciones, innegablemente vinculados a una etapa de deterioro y desprestigio que no para en los partidos políticos y que mucho avergüenza en la Legislatura, que continúa enfrascada en reyertas inútiles y estériles.

El mandatario estatal acaba de lamentar que la clase política solo estuvo de aplaudidora en los últimos dos sexenios de Miguel Alonso y Alejandro Tello, el poder del PRI se había abalanzado contra la izquierda perredista de Amalia García Medina e hizo de la alternancia la reconquista de bastiones en las regiones y municipios, entre los legisladores locales y federales, hasta que en su tercer intento David Monreal logra consolidar la restauración de la izquierda morenista con absoluto respaldo del Presidente Andrés Manuel López Obrador y de su hermano el Senador y ex gobernador Ricardo Monreal Y no hay cambio, las ovaciones y los aplausos están en el aire y desde las bases sociales que reciben sólidos y constantes respaldos del desarrollo con Bienestar, son más emotivos.

Llama la atención que el gobernante reclame la ayuda de los sectores sociales y que dirige su mensaje a los maestros, al líder religioso, a la clase política, la clase trabajadora y los empresarios, "que hagamos el esfuerzo, luchemos juntos" en la proeza gubernamental y la instauración de la nueva gobernanza, que implica transformar a la clase política, un intento que en verdad parece imposible y más cuando observamos un escenario donde todos carecen de voluntad para la convivencia ideológica y la reconciliación y como ayer se asentó, la clase política hoy también se ostenta arcaica y vulgar, degradantes del quehacer político.

De aplaudidores, lambiscones, zalameros, lisonjeros, aduladores, está colmada la clase política, no de ahora, ni de los últimos dos sexenios, sino desde la hegemonía priista de los setentas. Recordamos cómo todo mundo ensalzó a Luis Contreras, casi gobernador y los mismos priistas, de un día para otro alabaron al general Fernando Pámanes; igual aconteció con la sumisión a José Guadalupe Cervantes Corona; y luego la adoración a Genaro Borrego Estrada; para seguir con esas posturas de vasallos ante Arturo Romo y no se diga con Ricardo Monreal, que exhibió las deslealtades priistas y fue tremendamente aplaudido y todavía, porque lo ven como la opción progresista, digna y continuadora de la Cuarta Transformación.

No queda más remedio que reconocerlo y asumirlo, que la sociedad está abierta al aplauso ante la efectividad y los resultados, los gobernantes tendrán que seguir cultivando aplausos y ovaciones y con hechos reconstruir una verdadera y honesta clase política. ¿Se puede? Habrá que verlo.

La ausencia de liderazgos en el quehacer político y de notables funcionarios gubernamentales, es factor que conduce al agotamiento de las generaciones de la clase política, hay un desgaste de la política y los políticos que se advierte devastadora de valores y principios y contrariamente, exaltadora de inmoralidad y de corrupción porque no hay sanciones, no hay castigo, no se aplica la ley con severidad y prevalece la impunidad como fuente de esa degradante clase política.

Recordamos que en los compromisos de campaña y de los principios de partido, David Monreal se trazó el reto de renovar la clase política de Zacatecas, lo que sería una hazaña o aunque sea un esfuerzo por contener el descrédito de la política, de los políticos y sus instituciones, innegablemente vinculados a una etapa de deterioro y desprestigio que no para en los partidos políticos y que mucho avergüenza en la Legislatura, que continúa enfrascada en reyertas inútiles y estériles.

El mandatario estatal acaba de lamentar que la clase política solo estuvo de aplaudidora en los últimos dos sexenios de Miguel Alonso y Alejandro Tello, el poder del PRI se había abalanzado contra la izquierda perredista de Amalia García Medina e hizo de la alternancia la reconquista de bastiones en las regiones y municipios, entre los legisladores locales y federales, hasta que en su tercer intento David Monreal logra consolidar la restauración de la izquierda morenista con absoluto respaldo del Presidente Andrés Manuel López Obrador y de su hermano el Senador y ex gobernador Ricardo Monreal Y no hay cambio, las ovaciones y los aplausos están en el aire y desde las bases sociales que reciben sólidos y constantes respaldos del desarrollo con Bienestar, son más emotivos.

Llama la atención que el gobernante reclame la ayuda de los sectores sociales y que dirige su mensaje a los maestros, al líder religioso, a la clase política, la clase trabajadora y los empresarios, "que hagamos el esfuerzo, luchemos juntos" en la proeza gubernamental y la instauración de la nueva gobernanza, que implica transformar a la clase política, un intento que en verdad parece imposible y más cuando observamos un escenario donde todos carecen de voluntad para la convivencia ideológica y la reconciliación y como ayer se asentó, la clase política hoy también se ostenta arcaica y vulgar, degradantes del quehacer político.

De aplaudidores, lambiscones, zalameros, lisonjeros, aduladores, está colmada la clase política, no de ahora, ni de los últimos dos sexenios, sino desde la hegemonía priista de los setentas. Recordamos cómo todo mundo ensalzó a Luis Contreras, casi gobernador y los mismos priistas, de un día para otro alabaron al general Fernando Pámanes; igual aconteció con la sumisión a José Guadalupe Cervantes Corona; y luego la adoración a Genaro Borrego Estrada; para seguir con esas posturas de vasallos ante Arturo Romo y no se diga con Ricardo Monreal, que exhibió las deslealtades priistas y fue tremendamente aplaudido y todavía, porque lo ven como la opción progresista, digna y continuadora de la Cuarta Transformación.

No queda más remedio que reconocerlo y asumirlo, que la sociedad está abierta al aplauso ante la efectividad y los resultados, los gobernantes tendrán que seguir cultivando aplausos y ovaciones y con hechos reconstruir una verdadera y honesta clase política. ¿Se puede? Habrá que verlo.