/ viernes 29 de mayo de 2020

Crónica del poder │ Presidente, “es de sabios rectificar”

Desde acá, y desde nuestra óptica en el cerro de La Bufa, la gente dimensiona un panorama nacional difícil, con la propagación del virus en expansión y cada día más mortal como así quedó demostrado los últimos 3 días, de manera que el mensaje explícito y claro es que el semáforo todavía está en rojo, situación que no se debe violentar, ni siquiera por el Presidente de la República, desesperado por reanudar sus giras.

El coronavirus ha sembrado en Estados Unidos una tragedia de más de 100 mil muertos y su presidente Donald Trump se da el lujo de salir a jugar golf y también jugar con la censura a las redes sociales que le han advertido que no mienta más y evite engañar a los norteamericanos. Este escenario debe llamar a la reflexión, irremediablemente son nuestros vecinos inmediatos, estadounidenses y mexicanos van y vienen por la frontera, muy aparte de los más de 15 millones de nuestros paisanos que allá viven, legales o ilegales, y de los cuáles 2 mil han muerto víctimas del virus maldito. Es más, hasta los astronautas debieron aplazar su lanzamiento al espacio por condiciones climáticas desfavorables.

¿A qué queremos llegar? A esperar que el presidente Andrés Manuel López Obrador lo piense una y mil veces, la situación del país es alarmante; debe analizar los efectos más que políticos, son de riesgos y peligros para su salud y de la gente, que aunque él pretenda limitar reuniones a 40 personas, bien sabe que puesto allá, en Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco o Veracruz, la gente será incontenible, se lanzarán al saludo, a tocarle, entregarle peticiones. El Jefe de la Nación debe diferir la jornada de trabajo que anuncia para la próxima semana por esas entidades, debe aguantarse la pasión por bañarse de pueblo, sabemos que le encanta el acercamiento, pero tiene que admitir el riesgo o peligros de un rebrote más ofensivo del virus, que provoque un mañana con más decesos y más tremendo dolor. El Presidente afirma que ya tomó la decisión, pero la gente le dice, "es de sabios rectificar", por el bien de México y de su Presidente.

Desde estas tierras del centro norte, no se sugiere ni se aconseja, solo se asumen observaciones críticas sobre los comportamientos de gobierno, en ocasiones irreflexivos, precipitados u obstinados. En todos los horizontes de México, la gente sabe que no escucha opiniones contra sus decisiones, le vale madre o le importa muy poco que le critiquen por eso y por otros temas. Es políticamente superpoderoso, pero no lo es físicamente, en ocasiones se le ve agotado, y aunque se asume incansable, a veces parece endeble. No debe hacer esa gira la próxima semana, así esté profundamente motivado por el banderazo de arranque a la construcción de la monumental obra del Tren Maya. En la península se han registrado elevados niveles de contagio y su consejero Hugo Lópe-Gatell se lo debe restregar una y mil veces.

En la batalla contra el virus

El Presidente Lópe Obrador debe dar al pueblo mexicano un mensaje de prudencia y de extrema responsabilidad. Debe sublimar humanismo y compromiso popular evitando ponerse en riesgo y generar peligros de contagio por las incontenibles e inevitables masas que seguramente le rodearán y se van a arremolinar en su entorno. Las variables que el virus proyecta por el país, son amenazantes, mortales y paralizantes de la vida social y económica, de ahí que necesariamente deba apelar a la racionalidad e inteligencia para que esa ausencia sea lección de responsabilidad y de protección a la salud de los mexicanos, porque tiempos mejores vendrán para que sean reavivados esos itinerario que convocan a la transformación, a la lucha contra la corrupción y a la restauración de la nueva normalidad.




Desde acá, y desde nuestra óptica en el cerro de La Bufa, la gente dimensiona un panorama nacional difícil, con la propagación del virus en expansión y cada día más mortal como así quedó demostrado los últimos 3 días, de manera que el mensaje explícito y claro es que el semáforo todavía está en rojo, situación que no se debe violentar, ni siquiera por el Presidente de la República, desesperado por reanudar sus giras.

El coronavirus ha sembrado en Estados Unidos una tragedia de más de 100 mil muertos y su presidente Donald Trump se da el lujo de salir a jugar golf y también jugar con la censura a las redes sociales que le han advertido que no mienta más y evite engañar a los norteamericanos. Este escenario debe llamar a la reflexión, irremediablemente son nuestros vecinos inmediatos, estadounidenses y mexicanos van y vienen por la frontera, muy aparte de los más de 15 millones de nuestros paisanos que allá viven, legales o ilegales, y de los cuáles 2 mil han muerto víctimas del virus maldito. Es más, hasta los astronautas debieron aplazar su lanzamiento al espacio por condiciones climáticas desfavorables.

¿A qué queremos llegar? A esperar que el presidente Andrés Manuel López Obrador lo piense una y mil veces, la situación del país es alarmante; debe analizar los efectos más que políticos, son de riesgos y peligros para su salud y de la gente, que aunque él pretenda limitar reuniones a 40 personas, bien sabe que puesto allá, en Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tabasco o Veracruz, la gente será incontenible, se lanzarán al saludo, a tocarle, entregarle peticiones. El Jefe de la Nación debe diferir la jornada de trabajo que anuncia para la próxima semana por esas entidades, debe aguantarse la pasión por bañarse de pueblo, sabemos que le encanta el acercamiento, pero tiene que admitir el riesgo o peligros de un rebrote más ofensivo del virus, que provoque un mañana con más decesos y más tremendo dolor. El Presidente afirma que ya tomó la decisión, pero la gente le dice, "es de sabios rectificar", por el bien de México y de su Presidente.

Desde estas tierras del centro norte, no se sugiere ni se aconseja, solo se asumen observaciones críticas sobre los comportamientos de gobierno, en ocasiones irreflexivos, precipitados u obstinados. En todos los horizontes de México, la gente sabe que no escucha opiniones contra sus decisiones, le vale madre o le importa muy poco que le critiquen por eso y por otros temas. Es políticamente superpoderoso, pero no lo es físicamente, en ocasiones se le ve agotado, y aunque se asume incansable, a veces parece endeble. No debe hacer esa gira la próxima semana, así esté profundamente motivado por el banderazo de arranque a la construcción de la monumental obra del Tren Maya. En la península se han registrado elevados niveles de contagio y su consejero Hugo Lópe-Gatell se lo debe restregar una y mil veces.

En la batalla contra el virus

El Presidente Lópe Obrador debe dar al pueblo mexicano un mensaje de prudencia y de extrema responsabilidad. Debe sublimar humanismo y compromiso popular evitando ponerse en riesgo y generar peligros de contagio por las incontenibles e inevitables masas que seguramente le rodearán y se van a arremolinar en su entorno. Las variables que el virus proyecta por el país, son amenazantes, mortales y paralizantes de la vida social y económica, de ahí que necesariamente deba apelar a la racionalidad e inteligencia para que esa ausencia sea lección de responsabilidad y de protección a la salud de los mexicanos, porque tiempos mejores vendrán para que sean reavivados esos itinerario que convocan a la transformación, a la lucha contra la corrupción y a la restauración de la nueva normalidad.