/ jueves 30 de junio de 2022

Crónica del poder │ Respeto a las expresiones y opinión pública

Con todo respeto, pero es el país el que está apergollado por las crisis de violencia e inseguridad, y más debilitado por el atraso económico, la pandemia, desigualdad y pobreza. El estado mexicano no ha sido capaz de garantizar condiciones de justicia social, paz y tranquilidad y en contraste, sí se avanza acelerada y adelantadamente en asegurar la sucesión presidencial de 2024.

Desde Tamaulipas a Guerrero, de Tijuana a Cancún, de Chihuahua hasta Michoacán, de Jalisco a Zacatecas, por Durango y Coahuila, en Colima y Nuevo León, de Morelos a Guanajuato, hay escenarios, espacios y focos rojos que son evidencía de la fragilidad institucional para combatir con efectividad la extensión de los sucesos trágicos y mortales que generan la más grave percepción de miedos, incertidumbre e inestabilidad. Violencia e inseguridad son la mera verdad y la innegable realidad, imparables.

De acuerdo, no en toda la sociedad ocurren los sacudimientos y turbulencias, si en varias ciudades y regiones y, si nos ubicamos en lo nuestro se tienen que reconocer alteraciones álgidas en Fresnillo y Zacatecas Capital, que han sido señaladas como de las ciudades más violentas y con la más preocupante negativa percepción entre la población. Solo hay que voltear a Jerez, Monte Escobedo y Valparaíso; desde Nochistlán a Pinos y Ojocaliente; por Calera hacia Río Grande; de Guadalupe a Pinos, del Teúl de González Ortega hacia el Cañón de Juchipila, están sembrada y en algunos lugares, están arraigadas las inquietudes del temor y el terror, se registran conmoción y tensión ante los intercambios de metralla, las amenazas delincuenciales, las extorsiones, levantones y secuestros, los retenes ilegales.

Será el sereno, pero sí el General Adolfo Marín, el Secretario de Seguridad Pública, afirma que a diario cambia de estrategia, resulta que a diario demuestra ineficacia sin resultados favorables a las comunidades e instituciones; le da vueltas al asunto y expone mil razones y argumentos nada convincentes, porque a ciencia cierta hay que observar focos rojos de incontrolable violencia. Y, frente a este panorama, no se deben subestimar ni mostrar indiferencia ante las expresiones y opiniones de los liderazgos que desde la sociedad reclaman cambio de estrategia y mejores resultados en la batalla contra la violencia e inseguridad. Es un clamor popular.

Saúl Monreal Ávila, el alcalde de Fresnillo; el Obispo Sigifredo Noriega Barceló, guía de la iglesia católica; Jorge Alberto de la Peña, presidente de la Cámara de la Construcción; Antonio Sánchez González, líder de la Coparmex Zacatecas; Javier Flores, dirigente de las Cámaras de Comercio; los servidores turísticos, organizaciones sociales, hasta partidos políticos y comisariados de las comunidades desplazadas y amenazadas por el crimen, todos coinciden en que las fuerzas de seguridad no dan resultados y exigen o requieren mejorar la estrategia de seguridad pública para que sea más pronto alcanzado ese objetivo que se ha trazado el gobernador David Monreal, disminuir los índices delictivos hasta lograr el bienestar de las familias en las comunidades y municipios del estado. La ansiada paz y tranquilidad.

Ciertamente, la violencia se está saliendo de control, los hechos están sobre los discursos y, bien lo dice el alcalde Julio César Chávez, no hay hombre o mujer que hoy pueda hacerlo todo, además de las instituciones gubernamentales, urge la participación de los sectores sociales. El compromiso es de todas y de todos.

Con todo respeto, pero es el país el que está apergollado por las crisis de violencia e inseguridad, y más debilitado por el atraso económico, la pandemia, desigualdad y pobreza. El estado mexicano no ha sido capaz de garantizar condiciones de justicia social, paz y tranquilidad y en contraste, sí se avanza acelerada y adelantadamente en asegurar la sucesión presidencial de 2024.

Desde Tamaulipas a Guerrero, de Tijuana a Cancún, de Chihuahua hasta Michoacán, de Jalisco a Zacatecas, por Durango y Coahuila, en Colima y Nuevo León, de Morelos a Guanajuato, hay escenarios, espacios y focos rojos que son evidencía de la fragilidad institucional para combatir con efectividad la extensión de los sucesos trágicos y mortales que generan la más grave percepción de miedos, incertidumbre e inestabilidad. Violencia e inseguridad son la mera verdad y la innegable realidad, imparables.

De acuerdo, no en toda la sociedad ocurren los sacudimientos y turbulencias, si en varias ciudades y regiones y, si nos ubicamos en lo nuestro se tienen que reconocer alteraciones álgidas en Fresnillo y Zacatecas Capital, que han sido señaladas como de las ciudades más violentas y con la más preocupante negativa percepción entre la población. Solo hay que voltear a Jerez, Monte Escobedo y Valparaíso; desde Nochistlán a Pinos y Ojocaliente; por Calera hacia Río Grande; de Guadalupe a Pinos, del Teúl de González Ortega hacia el Cañón de Juchipila, están sembrada y en algunos lugares, están arraigadas las inquietudes del temor y el terror, se registran conmoción y tensión ante los intercambios de metralla, las amenazas delincuenciales, las extorsiones, levantones y secuestros, los retenes ilegales.

Será el sereno, pero sí el General Adolfo Marín, el Secretario de Seguridad Pública, afirma que a diario cambia de estrategia, resulta que a diario demuestra ineficacia sin resultados favorables a las comunidades e instituciones; le da vueltas al asunto y expone mil razones y argumentos nada convincentes, porque a ciencia cierta hay que observar focos rojos de incontrolable violencia. Y, frente a este panorama, no se deben subestimar ni mostrar indiferencia ante las expresiones y opiniones de los liderazgos que desde la sociedad reclaman cambio de estrategia y mejores resultados en la batalla contra la violencia e inseguridad. Es un clamor popular.

Saúl Monreal Ávila, el alcalde de Fresnillo; el Obispo Sigifredo Noriega Barceló, guía de la iglesia católica; Jorge Alberto de la Peña, presidente de la Cámara de la Construcción; Antonio Sánchez González, líder de la Coparmex Zacatecas; Javier Flores, dirigente de las Cámaras de Comercio; los servidores turísticos, organizaciones sociales, hasta partidos políticos y comisariados de las comunidades desplazadas y amenazadas por el crimen, todos coinciden en que las fuerzas de seguridad no dan resultados y exigen o requieren mejorar la estrategia de seguridad pública para que sea más pronto alcanzado ese objetivo que se ha trazado el gobernador David Monreal, disminuir los índices delictivos hasta lograr el bienestar de las familias en las comunidades y municipios del estado. La ansiada paz y tranquilidad.

Ciertamente, la violencia se está saliendo de control, los hechos están sobre los discursos y, bien lo dice el alcalde Julio César Chávez, no hay hombre o mujer que hoy pueda hacerlo todo, además de las instituciones gubernamentales, urge la participación de los sectores sociales. El compromiso es de todas y de todos.