/ jueves 2 de diciembre de 2021

Crónica del poder │ Respeto entre los poderes y los medios

Sí como Andrés Manuel López Obrador lo dice acertadamente y con mucha razón que el Poder es Humildad, tendría que admitir que es el primer obligado a proceder así en el ejercicio del poder, con humildad, serenidad, prudencia, respetuoso y conciliador. Al ser el mexicano más poderoso de las últimas 5 décadas, que como Presidente de la República ha marcado un proceso de cambio que ya aparece irreversible y verdaderamente renovador, hasta lograr la histórica clasificación de Cuarta Transformación, motiva a la reflexión analítica y crítica sobre la primera mitad de su sexenio presidencial.

Son muchos y diversos enfoques que se tienen que entretejer para dimensionar el contenido ideológico, y ratificar que es el bienestar social la esencialidad de su movimiento transformador en favor de los más pobres, una gobernanza que no ha avanzado aterciopelada sino que ha superado y encara grandes resistencias de fuerzas aún conservadoras de privilegios y promotoras de la corrupción, el flagelo que más ha echado a perder el rumbo y un mejor destino del país.

Como comunicadores que nos sentimos corresponsables en el desarrollo económico, social y cultural del estado, el proceso transformador de López Obrador no nos ha sorprendido porque preparados estamos para vivir e informar sobre las grandes transformaciones progresistas y democráticas; los cambios del nuevo régimen no nos alteran, la sociedad, los ciudadanos bien informados los hacen definitivos, los aprueban y los reproducen más contundentes y trascendentes en medio de un pluralismo democrático que respalda las acciones contra la corrupción, los fraudes, la mediocridad gubernamental, la simulación y los engaños, acciones de las que hacemos narrativa, promovemos el análisis, el debate de las ideas y con pleno ejercicio de nuestra libertad de expresión.

Nos preocupa que desde el poder presidencial cotidianamente se lance una brutal ofensiva contra medios de comunicación y comunicadores. El primer año lo sentimos natural, hasta normal tras las calenturas electorales; el segundo año pensamos que iba a desistir, pero arreciaron los embates; en el tercer año que ayer se cumplió hubo esperanzas sobre un cambio de actitud, pero ya lo vimos y escuchamos agresivo contra la revista Proceso, como lo ha hecho contra diarios nacionales, hasta extranjeros, y resaltando descalificaciones y repudio hacia notables periodistas, analistas y comunicadores. Claro que muchos comunicadores locales y nacionales somos colectivamente solidarios y con rechazo a los enconados, furiosos y virulentos ataques.

Reiterado error considerar la crítica como ataques de adversarios o enemigos del Presidente y de la Cuarta Transformación, se trata de la libre expresión en el marco de la ética profesional, es una crítica responsable y sustentada, despojada ya de la manipulación, supeditación, sumisión y corrupción. Son manifestaciones desde la honestidad que se niegan a promover la mentira y las medias verdades. Por todo eso, nos parece innecesaria e injustificada la ofensiva contra medios de información, periodistas, comunicadores, analistas e intelectuales, los que convocan a la armonía política, la mesura y la inteligencia de los poderes políticos y presidencial. Por consecuencia, hay la confianza en que sobrevenga la voluntad de un nuevo comportamiento hasta hacer inmanente la presencia de la Cuarta Transformación.

Sí como Andrés Manuel López Obrador lo dice acertadamente y con mucha razón que el Poder es Humildad, tendría que admitir que es el primer obligado a proceder así en el ejercicio del poder, con humildad, serenidad, prudencia, respetuoso y conciliador. Al ser el mexicano más poderoso de las últimas 5 décadas, que como Presidente de la República ha marcado un proceso de cambio que ya aparece irreversible y verdaderamente renovador, hasta lograr la histórica clasificación de Cuarta Transformación, motiva a la reflexión analítica y crítica sobre la primera mitad de su sexenio presidencial.

Son muchos y diversos enfoques que se tienen que entretejer para dimensionar el contenido ideológico, y ratificar que es el bienestar social la esencialidad de su movimiento transformador en favor de los más pobres, una gobernanza que no ha avanzado aterciopelada sino que ha superado y encara grandes resistencias de fuerzas aún conservadoras de privilegios y promotoras de la corrupción, el flagelo que más ha echado a perder el rumbo y un mejor destino del país.

Como comunicadores que nos sentimos corresponsables en el desarrollo económico, social y cultural del estado, el proceso transformador de López Obrador no nos ha sorprendido porque preparados estamos para vivir e informar sobre las grandes transformaciones progresistas y democráticas; los cambios del nuevo régimen no nos alteran, la sociedad, los ciudadanos bien informados los hacen definitivos, los aprueban y los reproducen más contundentes y trascendentes en medio de un pluralismo democrático que respalda las acciones contra la corrupción, los fraudes, la mediocridad gubernamental, la simulación y los engaños, acciones de las que hacemos narrativa, promovemos el análisis, el debate de las ideas y con pleno ejercicio de nuestra libertad de expresión.

Nos preocupa que desde el poder presidencial cotidianamente se lance una brutal ofensiva contra medios de comunicación y comunicadores. El primer año lo sentimos natural, hasta normal tras las calenturas electorales; el segundo año pensamos que iba a desistir, pero arreciaron los embates; en el tercer año que ayer se cumplió hubo esperanzas sobre un cambio de actitud, pero ya lo vimos y escuchamos agresivo contra la revista Proceso, como lo ha hecho contra diarios nacionales, hasta extranjeros, y resaltando descalificaciones y repudio hacia notables periodistas, analistas y comunicadores. Claro que muchos comunicadores locales y nacionales somos colectivamente solidarios y con rechazo a los enconados, furiosos y virulentos ataques.

Reiterado error considerar la crítica como ataques de adversarios o enemigos del Presidente y de la Cuarta Transformación, se trata de la libre expresión en el marco de la ética profesional, es una crítica responsable y sustentada, despojada ya de la manipulación, supeditación, sumisión y corrupción. Son manifestaciones desde la honestidad que se niegan a promover la mentira y las medias verdades. Por todo eso, nos parece innecesaria e injustificada la ofensiva contra medios de información, periodistas, comunicadores, analistas e intelectuales, los que convocan a la armonía política, la mesura y la inteligencia de los poderes políticos y presidencial. Por consecuencia, hay la confianza en que sobrevenga la voluntad de un nuevo comportamiento hasta hacer inmanente la presencia de la Cuarta Transformación.