/ lunes 16 de mayo de 2022

Crónica del poder │ Transparentar información sobre las obras

En la cuenta regresiva del viernes anterior, nuestro Director refiere y enfatiza acerca de una acción fundamental para el normal desarrollo de una obra pública gubernamental: socializarla desde su proyección hasta su ejecución, sobre su importancia y trascendencia para las familias, comunidades y población, promover sus cualidades, ventajas, beneficios y repercusiones, a fin de lograr entendimiento, comprensión y convencimiento, y por consecuencia, óptimas condiciones para su aprobación y respaldo por la sociedad y la opinión pública.

Efectivamente, fue una omisión y error que en su momento cometieron Amaia García Medina, Miguel Alonso Reyes y Alejandro Tello Cristerna, y ahora se espera que David Monreal no tropiece con la misma piedra y obstáculo, que no repita el error de no extender la información integral con plena transparencia a la población. Recordemos que la Gobernadora lanzó el proyecto del segundo piso elevado sobre el boulevard "Adolfo López Mateos", lo hizo "en frío" sin la ambientación social, de manera que pronto encontró un escenario de polémica, controversia, críticas, cuestionamientos, un popular rechazo final a la obra y, se dictaminó marcha atrás.

Miguel Alonso cometió el mismo pecado desinformativo y de confusión social y, aunque emprendió y construyó las obras del Centro Cultural y el Velódromo, ahora son dos "elefantes blancos" testimonio de inversiones fallidas, derroche de recursos sin sentido, sin objetivos cumplidos y exhibición de falsos diagnósticos y nulo destino de servicio a la población. Ahí están, obras públicas abandonadas, que ni siquiera el sucesor Alejandro Tello las tomó en serio ni movió un dedo para reconocerlas y aprovecharlas. Al mismo Tello Cristerna le pasó encima la ausencia de planeación y de gestión sobre lo que sería su obra máxima y emblemática: la presa Milpillas y el acueducto desde Jimenez del Teúl hasta Guadalupe, la solución a la crisis del agua potable que se acerca amenazante y devastadora.

El escepticismo social sobre las grandes obras planeadas ahora, como el Sistema Integral de Transporte Platabus y el complementario segundo piso sobre el boulevard López Mateos, puede resurgir si no se procede a llevar a la gente, no solo del entorno de la obra, sino a toda la población, a los sectores sociales y productivos, a las instituciones públicas y privadas a los vecinos en las colonias populares desde Guadalupe hasta Zacatecas Capital, por toda la zona metropolitana, extenderles amplia información, explicación y orientación sobre la relevancia y trascendencia de las obras, hasta generar ese ambiente deseado y realista de consenso social y aprobación del proyecto, acciones que han de volcarse formadoras de opinión a través de los medios de comunicación y con las brigadas de servidores de la Nación y voluntarios.

Como razonablemente Gerardo de Ávila lo afirma, informar y transparentar los proyectos es el camino. Solo así los gobiernos pueden recuperar la credibilidad social y la confianza ciudadana, hablando claro y con precisión, involucrando a la gente en la corresponsabilidad sobre las obras públicas en su beneficio y que sean apreciadas, reconocidas hasta elogiadas, con apoyo popular y que no quede la versión de obras estériles o inútiles, como la más vil e infame dilapidación de recursos.

En la cuenta regresiva del viernes anterior, nuestro Director refiere y enfatiza acerca de una acción fundamental para el normal desarrollo de una obra pública gubernamental: socializarla desde su proyección hasta su ejecución, sobre su importancia y trascendencia para las familias, comunidades y población, promover sus cualidades, ventajas, beneficios y repercusiones, a fin de lograr entendimiento, comprensión y convencimiento, y por consecuencia, óptimas condiciones para su aprobación y respaldo por la sociedad y la opinión pública.

Efectivamente, fue una omisión y error que en su momento cometieron Amaia García Medina, Miguel Alonso Reyes y Alejandro Tello Cristerna, y ahora se espera que David Monreal no tropiece con la misma piedra y obstáculo, que no repita el error de no extender la información integral con plena transparencia a la población. Recordemos que la Gobernadora lanzó el proyecto del segundo piso elevado sobre el boulevard "Adolfo López Mateos", lo hizo "en frío" sin la ambientación social, de manera que pronto encontró un escenario de polémica, controversia, críticas, cuestionamientos, un popular rechazo final a la obra y, se dictaminó marcha atrás.

Miguel Alonso cometió el mismo pecado desinformativo y de confusión social y, aunque emprendió y construyó las obras del Centro Cultural y el Velódromo, ahora son dos "elefantes blancos" testimonio de inversiones fallidas, derroche de recursos sin sentido, sin objetivos cumplidos y exhibición de falsos diagnósticos y nulo destino de servicio a la población. Ahí están, obras públicas abandonadas, que ni siquiera el sucesor Alejandro Tello las tomó en serio ni movió un dedo para reconocerlas y aprovecharlas. Al mismo Tello Cristerna le pasó encima la ausencia de planeación y de gestión sobre lo que sería su obra máxima y emblemática: la presa Milpillas y el acueducto desde Jimenez del Teúl hasta Guadalupe, la solución a la crisis del agua potable que se acerca amenazante y devastadora.

El escepticismo social sobre las grandes obras planeadas ahora, como el Sistema Integral de Transporte Platabus y el complementario segundo piso sobre el boulevard López Mateos, puede resurgir si no se procede a llevar a la gente, no solo del entorno de la obra, sino a toda la población, a los sectores sociales y productivos, a las instituciones públicas y privadas a los vecinos en las colonias populares desde Guadalupe hasta Zacatecas Capital, por toda la zona metropolitana, extenderles amplia información, explicación y orientación sobre la relevancia y trascendencia de las obras, hasta generar ese ambiente deseado y realista de consenso social y aprobación del proyecto, acciones que han de volcarse formadoras de opinión a través de los medios de comunicación y con las brigadas de servidores de la Nación y voluntarios.

Como razonablemente Gerardo de Ávila lo afirma, informar y transparentar los proyectos es el camino. Solo así los gobiernos pueden recuperar la credibilidad social y la confianza ciudadana, hablando claro y con precisión, involucrando a la gente en la corresponsabilidad sobre las obras públicas en su beneficio y que sean apreciadas, reconocidas hasta elogiadas, con apoyo popular y que no quede la versión de obras estériles o inútiles, como la más vil e infame dilapidación de recursos.