/ lunes 3 de mayo de 2021

Crónica del poder │ Unidad opositora es la tendencia

La batalla electoral de Zacatecas ya no se puede contemplar sin los efectos derivados del escenario nacional donde se libra la formidable contienda por la mayoría de la Cámara de Diputados. En todos los horizontes se promueven los ascensos y adelantos del partido en el poder hacia una contundente victoria; sin embargo y como el Presidente, en los estados y municipios se dejan entrever otros datos que pueden cambiar esas expectativas tan colmadas de optimismo y triunfalismo. Tan solo hay que ver, cómo paradójicamente, el presidencialismo ejercido con excesos ofensivos contra las instituciones, los empresarios, los académicos e intelectuales, y contra los medios de comunicación, traducen una desmesurada fuerza política que ya provoca constante deterioro, desgaste y hundimiento de su partido Morena, lo que ya es elevado riesgo que reduce las expectativas de la contundente victoria electoral que se anticipa y se pregona incontenible e irreversible.

Tan solo hay que observar los desenlaces electorales al seno del partido en el poder, en Guerrero y Michoacán, con la cancelación de las candidaturas de Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón, postulaciones que ya se sustituyen por Evelyn Salgado Pineda y Alfredo Ramírez Bedolla, respectivamente. Pero no es todo el clímax de la complejidad morenista, se registra una suma de más de mil 400 conflictos internos resultados de las imposiciones, caprichos y repartos de candidaturas que de forma arbitraria y antidemocrática ha decidido el dirigente, que no líder del Morena, Mario Delgado Carrillo, que tiene a su partido al borde de una crisis que no se resolverá frente a la fecha electoral, comportamiento de desbarajuste que tiene al líder máximo, más que preocupado, visiblemente alterado y decepcionado, de manera que al mismo tiempo que exhibe formidables potencialidades políticas, también muestra fragilidad y debilidades en su partido.

La observación que hace nuestro director Gerardo de Ávila, producto del análisis político, es acertada: algo le preocupa a Ricardo Monreal. Y no hay que darle muchas vueltas a esa razonable preocupación, es justamente la estrategia de campaña de su hermano David Monreal. Por eso se deja venir cuando puede y mantiene cotidiano contacto y comunicación con sus operadores, que los tiene expertos e inteligentes, para que apuntalen la promoción, las jornadas por los municipios, el discurso político del candidato a gobernador, que ha de ser vanguardista y progresista consecuente con el proyecto presidencial de la Cuarta Transformación, y cuyos candidatos a diputados y a los ayuntamientos, han de ser consecuentes y congruentes, con seguimiento enlazado y coherente para que los conceptos, definiciones, propuestas e ideas sigan un mismo cauce hacia el convencimiento de los ciudadanos y la población.

Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal Ávila, bien saben que su partido y sus candidatos, aquí en Zacatecas y en otros estados, están en una encrucijada de la nueva y vigorosa pluralidad que amenaza, como ya se vio al unirse las candidatas Claudia Anaya Mota, Ana María Romo Fonseca y María Guadalupe Medina, elevar ante las autoridades electorales la denuncia y demanda del juego de manos en Juchipila; y más todavía, en el debate de ayer se registraron claros indicadores de una tendencia unificadora de opositores a Morena, que David Monreal no debe subestimar y pronto reaccionar con prudencia, más respeto y una más inteligente estrategia electoral, si es que en serio quiere que se cumpla la tercera vez.

La batalla electoral de Zacatecas ya no se puede contemplar sin los efectos derivados del escenario nacional donde se libra la formidable contienda por la mayoría de la Cámara de Diputados. En todos los horizontes se promueven los ascensos y adelantos del partido en el poder hacia una contundente victoria; sin embargo y como el Presidente, en los estados y municipios se dejan entrever otros datos que pueden cambiar esas expectativas tan colmadas de optimismo y triunfalismo. Tan solo hay que ver, cómo paradójicamente, el presidencialismo ejercido con excesos ofensivos contra las instituciones, los empresarios, los académicos e intelectuales, y contra los medios de comunicación, traducen una desmesurada fuerza política que ya provoca constante deterioro, desgaste y hundimiento de su partido Morena, lo que ya es elevado riesgo que reduce las expectativas de la contundente victoria electoral que se anticipa y se pregona incontenible e irreversible.

Tan solo hay que observar los desenlaces electorales al seno del partido en el poder, en Guerrero y Michoacán, con la cancelación de las candidaturas de Félix Salgado Macedonio y Raúl Morón, postulaciones que ya se sustituyen por Evelyn Salgado Pineda y Alfredo Ramírez Bedolla, respectivamente. Pero no es todo el clímax de la complejidad morenista, se registra una suma de más de mil 400 conflictos internos resultados de las imposiciones, caprichos y repartos de candidaturas que de forma arbitraria y antidemocrática ha decidido el dirigente, que no líder del Morena, Mario Delgado Carrillo, que tiene a su partido al borde de una crisis que no se resolverá frente a la fecha electoral, comportamiento de desbarajuste que tiene al líder máximo, más que preocupado, visiblemente alterado y decepcionado, de manera que al mismo tiempo que exhibe formidables potencialidades políticas, también muestra fragilidad y debilidades en su partido.

La observación que hace nuestro director Gerardo de Ávila, producto del análisis político, es acertada: algo le preocupa a Ricardo Monreal. Y no hay que darle muchas vueltas a esa razonable preocupación, es justamente la estrategia de campaña de su hermano David Monreal. Por eso se deja venir cuando puede y mantiene cotidiano contacto y comunicación con sus operadores, que los tiene expertos e inteligentes, para que apuntalen la promoción, las jornadas por los municipios, el discurso político del candidato a gobernador, que ha de ser vanguardista y progresista consecuente con el proyecto presidencial de la Cuarta Transformación, y cuyos candidatos a diputados y a los ayuntamientos, han de ser consecuentes y congruentes, con seguimiento enlazado y coherente para que los conceptos, definiciones, propuestas e ideas sigan un mismo cauce hacia el convencimiento de los ciudadanos y la población.

Andrés Manuel López Obrador y Ricardo Monreal Ávila, bien saben que su partido y sus candidatos, aquí en Zacatecas y en otros estados, están en una encrucijada de la nueva y vigorosa pluralidad que amenaza, como ya se vio al unirse las candidatas Claudia Anaya Mota, Ana María Romo Fonseca y María Guadalupe Medina, elevar ante las autoridades electorales la denuncia y demanda del juego de manos en Juchipila; y más todavía, en el debate de ayer se registraron claros indicadores de una tendencia unificadora de opositores a Morena, que David Monreal no debe subestimar y pronto reaccionar con prudencia, más respeto y una más inteligente estrategia electoral, si es que en serio quiere que se cumpla la tercera vez.