/ viernes 26 de junio de 2020

Crónica del poder | A pesar de los pesares, el virus es indomable

La estabilidad social y la tranquilidad comunitaria se construyen con la veracidad y realidad, no con el discurso gubernamental que aparece zigzagueante, alterado e inseguro, y en el caso de la crisis por la pandemia, éstas son condiciones fundamentales, aunque claro, el esfuerzo social es básico para reencontrar esa ruta que permite crecimiento no desplome económico y que propicie una eficaz salud pública.

Que el vocero de la pandemia, Hugo López Gatell sostenga que "nos encontramos en la estabilización de la epidemia", para que luego el Presidente Andrés Manuel López Obrador, insista en que "a pesar de los pesares" se pudo domar la pandemia, a la gente le parece que es una media verdad, porque ambos lo dicen justamente cuando su curva no declina, no se aplana, porque se vive un cotidiano incremento de la amenaza de gravedad y de mortalidad. O sea, le apuestan a una batalla verbal que frente a las evidencias mortales, la pierden, y pierden credibilidad, generan desconfianza y más desesperanza, porque la crisis se prolonga con afectaciones tan caóticas como la contracción de la economía mexicana en 10.5 por ciento, según el Fondo Monetario Internacional, medición que el Presidente ya descalificó por pesimista.

Y, si nos ubicamos en nuestra suave patria, que ya sentimos áspera y demolida por el coronavirus y los efectos económicos y de inseguridad, habrá que aceptar que los llamados y exhortos gubernamentales de Alejandro Tello ni los religiosos de Sigifredo Noriega, no son escuchados ni atendidos. La gente hace oídos sordos a los discursos que quieren ser tranquilizadores y que buscan espantar los miedos; los cotidianos informes sanitarios revelan un recuento que no acaba y que sigue creciendo; 35, 22, 20, 22, 30 casos de contagio, unos graves y otros a la puerta de la muerte. La propagación no baja, el virus maldito se mantiene indomable.

El Presidente López Obrador y el vocero López Gatell hacen su trabajo, ya se verá si bien o mal, pero, sí tienen que acercarse a la realidad, han de asomarse a Tabasco, la tierra del gran Jefe, a Tamaulipas, Oaxaca y Chiapas, para que confirmen que en esos lares la bestia repara furiosa e incontenible, indomable. Y si le echan un vistazo a Zacatecas, guardadas las proporciones, aquí no se atienden las normas sanitarias, no se hace caso a las medidas más elementales, como el cubrebocas, la sana distancia y el no circula parece un fracaso.

Tan solo han de detenerse un poco en Fresnillo, donde el virus galopa recio y corretea por las comunidades rurales y colonias, cada vez más ofensivo, y San José de Lourdes como Río Florido, son dos botones de muestra. Ahí, el alcalde Saúl Monreal ha enfatizado sus acciones y estrategias de contención, reconoce que la presencia de los cientos de jornaleros son foco de infección directa y creciente, y ha debido exigir al IMSS Bienestar, que cumpla con su responsabilidad, que abandone morosidad y negligencias para salvar a más gente con atención pronta y eficaz.

El discurso oficial reza

Que el uso del cubrebocas es obligatorio en Zacatecas. Solo hay que salir a las calles, comercios y plazas, para verificar que a la gente "le vale" y que la autoridad actúa indiferente, se hace que no ve y solapa el incumplimiento, las personas, familias, taxistas, en el transporte urbano, en los accesos comerciales, en las rinconadas y portales, en el jardín de "los pájaros cáidos", la plaza bicentenario, pasan sin el cubrebocas frente a sus narices, y nada les dicen ni les reclaman. Por eso, no es admisible ni aceptable que el virus ha sido domado, al contrario, está más alborotado y cada vez más dañino y mortal. La sociedad y los gobiernos fallan en su responsabilidad.

La estabilidad social y la tranquilidad comunitaria se construyen con la veracidad y realidad, no con el discurso gubernamental que aparece zigzagueante, alterado e inseguro, y en el caso de la crisis por la pandemia, éstas son condiciones fundamentales, aunque claro, el esfuerzo social es básico para reencontrar esa ruta que permite crecimiento no desplome económico y que propicie una eficaz salud pública.

Que el vocero de la pandemia, Hugo López Gatell sostenga que "nos encontramos en la estabilización de la epidemia", para que luego el Presidente Andrés Manuel López Obrador, insista en que "a pesar de los pesares" se pudo domar la pandemia, a la gente le parece que es una media verdad, porque ambos lo dicen justamente cuando su curva no declina, no se aplana, porque se vive un cotidiano incremento de la amenaza de gravedad y de mortalidad. O sea, le apuestan a una batalla verbal que frente a las evidencias mortales, la pierden, y pierden credibilidad, generan desconfianza y más desesperanza, porque la crisis se prolonga con afectaciones tan caóticas como la contracción de la economía mexicana en 10.5 por ciento, según el Fondo Monetario Internacional, medición que el Presidente ya descalificó por pesimista.

Y, si nos ubicamos en nuestra suave patria, que ya sentimos áspera y demolida por el coronavirus y los efectos económicos y de inseguridad, habrá que aceptar que los llamados y exhortos gubernamentales de Alejandro Tello ni los religiosos de Sigifredo Noriega, no son escuchados ni atendidos. La gente hace oídos sordos a los discursos que quieren ser tranquilizadores y que buscan espantar los miedos; los cotidianos informes sanitarios revelan un recuento que no acaba y que sigue creciendo; 35, 22, 20, 22, 30 casos de contagio, unos graves y otros a la puerta de la muerte. La propagación no baja, el virus maldito se mantiene indomable.

El Presidente López Obrador y el vocero López Gatell hacen su trabajo, ya se verá si bien o mal, pero, sí tienen que acercarse a la realidad, han de asomarse a Tabasco, la tierra del gran Jefe, a Tamaulipas, Oaxaca y Chiapas, para que confirmen que en esos lares la bestia repara furiosa e incontenible, indomable. Y si le echan un vistazo a Zacatecas, guardadas las proporciones, aquí no se atienden las normas sanitarias, no se hace caso a las medidas más elementales, como el cubrebocas, la sana distancia y el no circula parece un fracaso.

Tan solo han de detenerse un poco en Fresnillo, donde el virus galopa recio y corretea por las comunidades rurales y colonias, cada vez más ofensivo, y San José de Lourdes como Río Florido, son dos botones de muestra. Ahí, el alcalde Saúl Monreal ha enfatizado sus acciones y estrategias de contención, reconoce que la presencia de los cientos de jornaleros son foco de infección directa y creciente, y ha debido exigir al IMSS Bienestar, que cumpla con su responsabilidad, que abandone morosidad y negligencias para salvar a más gente con atención pronta y eficaz.

El discurso oficial reza

Que el uso del cubrebocas es obligatorio en Zacatecas. Solo hay que salir a las calles, comercios y plazas, para verificar que a la gente "le vale" y que la autoridad actúa indiferente, se hace que no ve y solapa el incumplimiento, las personas, familias, taxistas, en el transporte urbano, en los accesos comerciales, en las rinconadas y portales, en el jardín de "los pájaros cáidos", la plaza bicentenario, pasan sin el cubrebocas frente a sus narices, y nada les dicen ni les reclaman. Por eso, no es admisible ni aceptable que el virus ha sido domado, al contrario, está más alborotado y cada vez más dañino y mortal. La sociedad y los gobiernos fallan en su responsabilidad.