En un escenario democrático cargado de dudas por los conflictos pos electorales como los casos de Guadalupe, éste ya definido y el de Zacatecas Capital en la vía de la ratificación de la anulación de las elecciones desde la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, transcurrió la apertura de sesiones de la 65 Legislatura el domingo 8 de septiembre, aunque marcada por el signo de la desconfianza y ausencia de credibilidad que durante 3 años sembraron y cosecharon los diputados y diputadas de las 64 Legislatura de la Vergüenza, para generar decepción por una etapa perdida por los fracasos, dispersiones, confrontaciones, polarización, división interna e improductividad legislativa, que tampoco abandonaron la desviación por la voracidad económica para reconvertir las famosas herramientas.
El primer período ordinario de sesiones arrancó con la reedición de los conflictos y diferencias entre las fracciones legislativas, aquí no tan apabullante por los morenistas que son 11 y que suman la mitad con los 4 del Partido Verde Ecologista de México, el aliado más fiel, porque con el Partido del Trabajo prevalece el rompimiento, ya que la experiencia operativa de Alfredo Femat Bañuelos y la calidad académica de Renata Libertad Ávila, son vistos con recelo por la llamada Nueva Gobernanza, aunque son apasionados defensores y promotores del segundo piso que a partir del primero de octubre Claudia Sheinbaum Pardo edificará sobre la Cuarta Transformación.
No obstante el optimismo y entusiasmo con el que inician los 30 diputados locales, las expectativas no son tan alentadoras entre los partidos en el poder, Morena y el Verde, porque son bien conocidas las limitaciones y los bajos perfiles de los diputados Oscar Novella, Maribel Villalpando, Jesús Padilla, Susana Barragán, José Luis González y Lyndiana Bugarín, cuyas acciones y responsabilidades en los anteriores 3 años, dejaron mucho que desear y los representados y la ciudadanía de plano los reprueban y no esperan auténtica lealtad hacia Zacatecas porque serán otra vez más de lo mismo. Hay excepciones, como la calidad de Santos González, Ruth Calderón, Martín Álvarez Casio y Fernanda Miranda.
Entre los 15 legisladores de oposición puede darse la capacidad para lograr equilibrios, hacer posible el diálogo, elevar los debates y lograr acuerdos y consensos, como así están decididos en la fracción del Partido Movimiento Ciudadano representado por Ana María Romo Fonseca, ex candidata a gobernadora y Marco Vinicio Flores, ex director del ISSSTEZAC; la combatividad de los panistas Pedro Martínez Flores, Karla Estrada, María Teresa López y Jesús Badillo; los perredistas Eleuterio Ramos y María Elena Canales; y Karla Esmeralda Rivera, de Nueva Alianza, que junto con los petistas pueden demostrar condiciones democráticas más claras y contundentes.
De las y los diputados del PRI que se mantienen como fuerza todavía anquilosada y hundidos en su anejo tradicionalismo, desde el primer momento se les concede el beneficio de la duda y a la espera de que Carlos Peña Badillo, Isadora Santibañez, Dayane Cruz y David González dejen de lado su rancio y excluyente elitista para que se integren como verdadera oposición sin atrincherarse en la intolerancia y más bien, decididos a sacar fuerzas de su histórico pasado constructor y defensor de las instituciones.
En un escenario democrático cargado de dudas por los conflictos pos electorales como los casos de Guadalupe, éste ya definido y el de Zacatecas Capital en la vía de la ratificación de la anulación de las elecciones desde la sala superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, transcurrió la apertura de sesiones de la 65 Legislatura el domingo 8 de septiembre, aunque marcada por el signo de la desconfianza y ausencia de credibilidad que durante 3 años sembraron y cosecharon los diputados y diputadas de las 64 Legislatura de la Vergüenza, para generar decepción por una etapa perdida por los fracasos, dispersiones, confrontaciones, polarización, división interna e improductividad legislativa, que tampoco abandonaron la desviación por la voracidad económica para reconvertir las famosas herramientas.
El primer período ordinario de sesiones arrancó con la reedición de los conflictos y diferencias entre las fracciones legislativas, aquí no tan apabullante por los morenistas que son 11 y que suman la mitad con los 4 del Partido Verde Ecologista de México, el aliado más fiel, porque con el Partido del Trabajo prevalece el rompimiento, ya que la experiencia operativa de Alfredo Femat Bañuelos y la calidad académica de Renata Libertad Ávila, son vistos con recelo por la llamada Nueva Gobernanza, aunque son apasionados defensores y promotores del segundo piso que a partir del primero de octubre Claudia Sheinbaum Pardo edificará sobre la Cuarta Transformación.
No obstante el optimismo y entusiasmo con el que inician los 30 diputados locales, las expectativas no son tan alentadoras entre los partidos en el poder, Morena y el Verde, porque son bien conocidas las limitaciones y los bajos perfiles de los diputados Oscar Novella, Maribel Villalpando, Jesús Padilla, Susana Barragán, José Luis González y Lyndiana Bugarín, cuyas acciones y responsabilidades en los anteriores 3 años, dejaron mucho que desear y los representados y la ciudadanía de plano los reprueban y no esperan auténtica lealtad hacia Zacatecas porque serán otra vez más de lo mismo. Hay excepciones, como la calidad de Santos González, Ruth Calderón, Martín Álvarez Casio y Fernanda Miranda.
Entre los 15 legisladores de oposición puede darse la capacidad para lograr equilibrios, hacer posible el diálogo, elevar los debates y lograr acuerdos y consensos, como así están decididos en la fracción del Partido Movimiento Ciudadano representado por Ana María Romo Fonseca, ex candidata a gobernadora y Marco Vinicio Flores, ex director del ISSSTEZAC; la combatividad de los panistas Pedro Martínez Flores, Karla Estrada, María Teresa López y Jesús Badillo; los perredistas Eleuterio Ramos y María Elena Canales; y Karla Esmeralda Rivera, de Nueva Alianza, que junto con los petistas pueden demostrar condiciones democráticas más claras y contundentes.
De las y los diputados del PRI que se mantienen como fuerza todavía anquilosada y hundidos en su anejo tradicionalismo, desde el primer momento se les concede el beneficio de la duda y a la espera de que Carlos Peña Badillo, Isadora Santibañez, Dayane Cruz y David González dejen de lado su rancio y excluyente elitista para que se integren como verdadera oposición sin atrincherarse en la intolerancia y más bien, decididos a sacar fuerzas de su histórico pasado constructor y defensor de las instituciones.