/ miércoles 24 de febrero de 2021

Crónica del poder | Antidemocrático, adelantar victorias

Para fortalecer de normalidad al proceso electoral que transcurre hacia los comicios del 6 de junio, será necesario que todos los actores y protagonistas, particularmente los candidatos, se comprometan con la democracia y plantearse desde ahora, que hay que saber perder y también ganar, lo que implica que el 7 de junio reconozcan los resultados a fin de ratificar que la legitimidad producirá óptimas condiciones de tranquilidad, certidumbre, confianza y paz social, para en el día siguiente de la elección, el Día de la Libertad de Expresión, todos reconocer que a través del voto libre se cumplen los derechos políticos y electorales de los ciudadanos y que éstos actuaron con civilidad y la más amplia participación ante las urnas.

Los candidatos a la gubernatura, las diputaciones, a las presidencias municipales, regidurías y sindicaturas que alcancen la victoria electoral, habrán de conformar la más genuina representación popular y constituirse en autoridades y legisladores respetuosos de las instituciones y de la pluralidad política e ideológica que caracteriza al estado. Esta es la verdadera ruta hacia la democracia y reafirmación del sistema electoral, la única fórmula para hacer posible la convivencia política y social entre los diferentes, que para entonces ya no serán ni adversarios ni enemigos, y sí serán un colectivo de políticos y políticas decididos a impulsar cambios hasta superar las severas crisis de inseguridad, pandémica y económica que nos agobian y mantienen estancado al estado, sin crecimiento económico ni desarrollo social y cultural.

Frente a esas expectativas de coexistencia sin odios, confrontación ni polarización, y a éstas alturas del proceso electoral, que ni siquiera llega a las campañas, será irresponsable que haya partidos y candidatos que aseguren ya triunfaron y tienen garantizada la victoria, y que hasta se atrevan a afirmar que el triunfo es ya irreversible, ¡cuidado! craso error político adelantarlo así. Será tanto como menospreciar a los actores políticos, que no pueden ser excluidos de la hazaña electoral colectiva, que todavía no es de nadie y que será proeza o gesta de todos, de los ciudadanos, de las instituciones electorales, de los partidos y de los gobiernos que se comportaron respetuosos y evitaron la injerencia.

Calidad moral, actitud de honestidad y respetuosos de la legalidad han de ser los todavía precandidatos a la gubernatura, desde Claudia Anaya y David Monreal, hasta Flavio Campos, Edgar Rivera, Fernanda Morera, Ana María Romo Fonseca, Alma Rosa Ollervides, Ricardo Uribe. A todos hay que verlos sacudir las estructuras partidistas, movilizar a las militancias, motivar a la sociedad, convencer a los ciudadanos e impulsar cada uno bajo su enfoque ideológico, un proyecto de gobierno decidido a recuperar el crecimiento, a fortalecer las instituciones y aplicar inteligencia y creatividad para vencer los actuales rezagos y las condiciones de pobreza extrema, el desempleo y las tragedias que las crisis han provocado.

Un fracaso de la democracia

En las actuales condiciones críticas por la pandemia, inseguridad y devastación económica, tendría un elevado costo político y social que pondría al estado al borde del colapso, hasta de un probable estallido social. Un reto será evitarlo, y alcanzarlo convoca a fomentar la unidad y conciliación entre todas las fuerzas políticas e ideológicas a fin de lograr una transición gubernamental, legislativa y municipal en un ambiente de estabilidad social, gobernabilidad política y normalidad democrática a plenitud. Con la responsabilidad de todo, es posible alcanzarlo. Tenemos que verlo, para seguir confiando en las instituciones.

Para fortalecer de normalidad al proceso electoral que transcurre hacia los comicios del 6 de junio, será necesario que todos los actores y protagonistas, particularmente los candidatos, se comprometan con la democracia y plantearse desde ahora, que hay que saber perder y también ganar, lo que implica que el 7 de junio reconozcan los resultados a fin de ratificar que la legitimidad producirá óptimas condiciones de tranquilidad, certidumbre, confianza y paz social, para en el día siguiente de la elección, el Día de la Libertad de Expresión, todos reconocer que a través del voto libre se cumplen los derechos políticos y electorales de los ciudadanos y que éstos actuaron con civilidad y la más amplia participación ante las urnas.

Los candidatos a la gubernatura, las diputaciones, a las presidencias municipales, regidurías y sindicaturas que alcancen la victoria electoral, habrán de conformar la más genuina representación popular y constituirse en autoridades y legisladores respetuosos de las instituciones y de la pluralidad política e ideológica que caracteriza al estado. Esta es la verdadera ruta hacia la democracia y reafirmación del sistema electoral, la única fórmula para hacer posible la convivencia política y social entre los diferentes, que para entonces ya no serán ni adversarios ni enemigos, y sí serán un colectivo de políticos y políticas decididos a impulsar cambios hasta superar las severas crisis de inseguridad, pandémica y económica que nos agobian y mantienen estancado al estado, sin crecimiento económico ni desarrollo social y cultural.

Frente a esas expectativas de coexistencia sin odios, confrontación ni polarización, y a éstas alturas del proceso electoral, que ni siquiera llega a las campañas, será irresponsable que haya partidos y candidatos que aseguren ya triunfaron y tienen garantizada la victoria, y que hasta se atrevan a afirmar que el triunfo es ya irreversible, ¡cuidado! craso error político adelantarlo así. Será tanto como menospreciar a los actores políticos, que no pueden ser excluidos de la hazaña electoral colectiva, que todavía no es de nadie y que será proeza o gesta de todos, de los ciudadanos, de las instituciones electorales, de los partidos y de los gobiernos que se comportaron respetuosos y evitaron la injerencia.

Calidad moral, actitud de honestidad y respetuosos de la legalidad han de ser los todavía precandidatos a la gubernatura, desde Claudia Anaya y David Monreal, hasta Flavio Campos, Edgar Rivera, Fernanda Morera, Ana María Romo Fonseca, Alma Rosa Ollervides, Ricardo Uribe. A todos hay que verlos sacudir las estructuras partidistas, movilizar a las militancias, motivar a la sociedad, convencer a los ciudadanos e impulsar cada uno bajo su enfoque ideológico, un proyecto de gobierno decidido a recuperar el crecimiento, a fortalecer las instituciones y aplicar inteligencia y creatividad para vencer los actuales rezagos y las condiciones de pobreza extrema, el desempleo y las tragedias que las crisis han provocado.

Un fracaso de la democracia

En las actuales condiciones críticas por la pandemia, inseguridad y devastación económica, tendría un elevado costo político y social que pondría al estado al borde del colapso, hasta de un probable estallido social. Un reto será evitarlo, y alcanzarlo convoca a fomentar la unidad y conciliación entre todas las fuerzas políticas e ideológicas a fin de lograr una transición gubernamental, legislativa y municipal en un ambiente de estabilidad social, gobernabilidad política y normalidad democrática a plenitud. Con la responsabilidad de todo, es posible alcanzarlo. Tenemos que verlo, para seguir confiando en las instituciones.