/ domingo 11 de octubre de 2020

Crónica del poder │Camaleonismo, fracturas y división

Antes de entrar al ámbito de las definiciones y a las formalidades que el proceso electoral marca a partidos, actores y ciudadanos, transcurre una etapa de negociación para concertar y acordar la distribución de candidaturas y por consecuencia, de los espacios de poder en los Poderes Ejecutivo y Legislativo, un episodio que para muchos agota optimismos y para otros menos por seleccionados, incrementan sus expectativas.

Lo importante y crucial para los partidos, será cuidar que no se rompan los equilibrios internos y que sean garantizadas la unidad y cohesión, porque los que no alcancen la oportunidad pueden decidir emigrar a otra organización política, desprenderse para jugársela desde otra trinchera, van a incurrir en una práctica ya común o tradicional de traicionar militancia e ideología tras el interés o ambición de poder político. Es el llamado chapulineo o camaleonismo, distorsiones por desechar principios de lealtad, fidelidad y ética, para sobrevivir pegados a la ubre con la exhibición de comportamientos degradantes que generan una atmósfera que por asquerosa y repugnante, es nauseabunda.

Como preámbulo a la negociación entre los aliados del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, el PRI debe estar que no lo calienta ni el sol, porque ya hechos los acuerdos cupulares desde lo nacional, con el dirigente Alejandro Moreno y su secretario adjunto Miguel Alonso, hasta lo local de Alejandro Tello y Gustavo Uribe, la primera fase de los acuerdos internos tiene que darse entre los cuatro que fueron considerados finalistas por la candidatura a gobernador, Adolfo Bonilla, Claudia Anaya, Carlos Peña y Roberto Luévano. Del primero ya se sabe que es el señalado y con clara tendencia a la postulación por su partido y los aliados; la Senadora no tiene problema, ella continúa su responsable papel y podrá acomodar algunos de sus cuadros; PEÑA puede acceder a una diputación o esperar una Secretaría; y Luévano presionará para obtener diputación federal plurinominal, porque de mayoría en dos ocasiones fue derrotado.

En ese diálogo por la superación de divergencias y antagonismos, van a entrar los nombre de la vieja guardia, como Guillermo Ulloa, Leobardo Casanova, Pepe Olvera, y otros no tan veteranos pero sí experimentados, como Enrique Flores Mendoza, José María González, Raúl Rodríguez; más la nueva camada como Marco Vinicio Flores Guerrero, Jehú Eduí Salas, Víctor Rentería, Federico Soto Acosta, Eva Verónica Hernández, Mindy Díaz, hasta Luis Esparza, diputado que acaba de cuestionar el nombramiento que hizo Alejandro Tello de Gabriela Rodríguez como secretaria de la Función Pública, actitud que más parece morenista que priista.

En Morena la negociación conflictiva

Es previsible y se advierte será de creciente confrontación, son muchos los interesados y los más aparecen como actores principales que no se ponen de acuerdo ni en el mero mero. Como dice López Obrador son un desbarajuste y acá decimos que hacen y harán un verdadero desmadre, no saltarán chispas, serán rayos y centellas, violencia verbal al extremo. David y Saúl Monreal no tendrían problema porque tienen al hermano líder que atienden, y los entendimientos se darán entre Luis Medina, José Narro, Ulises Mejía, Magdalena Núñez y Geovanna Bañuelos, y claro, "todos se odian con buena fe". Las negociaciones son duras, las diferencias profundas y más formidables los intereses que buscan para meterse de lleno a la defensa del proyecto presidencial y de su Cuarta Transformación.


Antes de entrar al ámbito de las definiciones y a las formalidades que el proceso electoral marca a partidos, actores y ciudadanos, transcurre una etapa de negociación para concertar y acordar la distribución de candidaturas y por consecuencia, de los espacios de poder en los Poderes Ejecutivo y Legislativo, un episodio que para muchos agota optimismos y para otros menos por seleccionados, incrementan sus expectativas.

Lo importante y crucial para los partidos, será cuidar que no se rompan los equilibrios internos y que sean garantizadas la unidad y cohesión, porque los que no alcancen la oportunidad pueden decidir emigrar a otra organización política, desprenderse para jugársela desde otra trinchera, van a incurrir en una práctica ya común o tradicional de traicionar militancia e ideología tras el interés o ambición de poder político. Es el llamado chapulineo o camaleonismo, distorsiones por desechar principios de lealtad, fidelidad y ética, para sobrevivir pegados a la ubre con la exhibición de comportamientos degradantes que generan una atmósfera que por asquerosa y repugnante, es nauseabunda.

Como preámbulo a la negociación entre los aliados del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, el PRI debe estar que no lo calienta ni el sol, porque ya hechos los acuerdos cupulares desde lo nacional, con el dirigente Alejandro Moreno y su secretario adjunto Miguel Alonso, hasta lo local de Alejandro Tello y Gustavo Uribe, la primera fase de los acuerdos internos tiene que darse entre los cuatro que fueron considerados finalistas por la candidatura a gobernador, Adolfo Bonilla, Claudia Anaya, Carlos Peña y Roberto Luévano. Del primero ya se sabe que es el señalado y con clara tendencia a la postulación por su partido y los aliados; la Senadora no tiene problema, ella continúa su responsable papel y podrá acomodar algunos de sus cuadros; PEÑA puede acceder a una diputación o esperar una Secretaría; y Luévano presionará para obtener diputación federal plurinominal, porque de mayoría en dos ocasiones fue derrotado.

En ese diálogo por la superación de divergencias y antagonismos, van a entrar los nombre de la vieja guardia, como Guillermo Ulloa, Leobardo Casanova, Pepe Olvera, y otros no tan veteranos pero sí experimentados, como Enrique Flores Mendoza, José María González, Raúl Rodríguez; más la nueva camada como Marco Vinicio Flores Guerrero, Jehú Eduí Salas, Víctor Rentería, Federico Soto Acosta, Eva Verónica Hernández, Mindy Díaz, hasta Luis Esparza, diputado que acaba de cuestionar el nombramiento que hizo Alejandro Tello de Gabriela Rodríguez como secretaria de la Función Pública, actitud que más parece morenista que priista.

En Morena la negociación conflictiva

Es previsible y se advierte será de creciente confrontación, son muchos los interesados y los más aparecen como actores principales que no se ponen de acuerdo ni en el mero mero. Como dice López Obrador son un desbarajuste y acá decimos que hacen y harán un verdadero desmadre, no saltarán chispas, serán rayos y centellas, violencia verbal al extremo. David y Saúl Monreal no tendrían problema porque tienen al hermano líder que atienden, y los entendimientos se darán entre Luis Medina, José Narro, Ulises Mejía, Magdalena Núñez y Geovanna Bañuelos, y claro, "todos se odian con buena fe". Las negociaciones son duras, las diferencias profundas y más formidables los intereses que buscan para meterse de lleno a la defensa del proyecto presidencial y de su Cuarta Transformación.