/ jueves 18 de febrero de 2021

Crónica del poder | Ciertamente, es tiempo de rectificar

Lo más trascendente en el proceso electoral que transcurre, es que el 6 de junio la votación sea masiva, pero definitivamente, lo más esencial del proceso, es que los partidos políticos nacionales y locales, decidan postular las más valiosas candidaturas, sean mujeres y hombres, pero de incuestionable calidad moral, para que sea motivado el entusiasmo popular; hombres y mujeres de auténtico liderazgo y representatividad, para que sea generada confianza entre los ciudadanos; zacatecanas y zacatecanos con reconocida trayectoria profesional, capacidad organizacional y direccional, para que sepan gobernar y bien legislar, y que no entren solo a echar a perder para apenas aprender a manejar las instituciones con óptima responsabilidad; a notables académicos, expertos y perfiles de entereza en la honestidad, transparencia y humanismo que los debe caracterizar; a jóvenes o adultos con plena madurez y total compromiso con los graves problemas del estado y frente a los enormes rezagos y atrasos que ilustran estancamiento social y parálisis económica.

Es oportuno precisar el alcance de la responsabilidad de los dirigentes de los partidos y sus bases o consejos estatales y municipales, y asumir que efectivamente, éstos son tiempos cruciales y vitales para enfrentar los formidables desafíos y tremendos retos, porque ya no se debe perder más tiempo en privilegiar con espacios de poder gubernamental y legislativo, a los tradicionales personajes ambiciosos de poder y traficantes de influencias; ya no más entregar la maravillosa oportunidad de gobernar y legislar, a los corruptos, traidores, violentos, ni a los promotores del odio y los enconos; basta de encumbrar a los prepotentes, arrogantes y soberbios que sólo van a saciar obsesiones y ambiciones en complicidad con intereses que no son los de Zacatecas ni de los municipios.

Nadie cree, ni siquiera en los distritos, que haya reconocimiento a diputados como Samuel Herrera o Alfredo Femat, zacatecanos y guadalupenses los reprueban; allá en Jerez, ni Luis Esparza como diputado o El Charro Aceves como presidente municipal, no han dado respuesta a los reclamos sociales, ni aquél ni éste les interesa la cultura que inspira López Velarde, pero si les encantan los rodeos y las charreadas; Omar Carrera y Héctor Menchaca como diputados han decepcionado, pero son líderes en estridencia y protagonismo inútiles; las diputadas Alma Dávila y Natividad Rayas, no acaban de honrarse legisladoras, y sí son nulidad parlamentaria; Felipe Delgado y Eduardo Rodríguez nunca salieron de la mediocridad; Eleuterio Ramos en Valparaíso y José Luis Figueroa, en Loreto solo han logrado la división municipal. En Río Grande, hartos están de José Juan Mendoza y Julio César Ramírez.

Hay una danza de innombrables

Que la gente en los distritos no quieren nombrar más: Ulises Mejía nunca se ha desatado de Don Antonio; Lyndiana Bugarín, Jacqueline Martínez, Óscar Novella y María de Jesús Guardado, no merecen la reelección, en nada han representado a Zacatecas y no tienen resultados; igual que los alcaldes, Sinforiano Armenta, de Tepetongo; Imelda Mauricio, de Villa González Ortega o Daniel López, por Ojocaliente, solo tristes recuerdos han dejado en sus municipios. Nada que ver con los cambios ni la transformación.

Lo más trascendente en el proceso electoral que transcurre, es que el 6 de junio la votación sea masiva, pero definitivamente, lo más esencial del proceso, es que los partidos políticos nacionales y locales, decidan postular las más valiosas candidaturas, sean mujeres y hombres, pero de incuestionable calidad moral, para que sea motivado el entusiasmo popular; hombres y mujeres de auténtico liderazgo y representatividad, para que sea generada confianza entre los ciudadanos; zacatecanas y zacatecanos con reconocida trayectoria profesional, capacidad organizacional y direccional, para que sepan gobernar y bien legislar, y que no entren solo a echar a perder para apenas aprender a manejar las instituciones con óptima responsabilidad; a notables académicos, expertos y perfiles de entereza en la honestidad, transparencia y humanismo que los debe caracterizar; a jóvenes o adultos con plena madurez y total compromiso con los graves problemas del estado y frente a los enormes rezagos y atrasos que ilustran estancamiento social y parálisis económica.

Es oportuno precisar el alcance de la responsabilidad de los dirigentes de los partidos y sus bases o consejos estatales y municipales, y asumir que efectivamente, éstos son tiempos cruciales y vitales para enfrentar los formidables desafíos y tremendos retos, porque ya no se debe perder más tiempo en privilegiar con espacios de poder gubernamental y legislativo, a los tradicionales personajes ambiciosos de poder y traficantes de influencias; ya no más entregar la maravillosa oportunidad de gobernar y legislar, a los corruptos, traidores, violentos, ni a los promotores del odio y los enconos; basta de encumbrar a los prepotentes, arrogantes y soberbios que sólo van a saciar obsesiones y ambiciones en complicidad con intereses que no son los de Zacatecas ni de los municipios.

Nadie cree, ni siquiera en los distritos, que haya reconocimiento a diputados como Samuel Herrera o Alfredo Femat, zacatecanos y guadalupenses los reprueban; allá en Jerez, ni Luis Esparza como diputado o El Charro Aceves como presidente municipal, no han dado respuesta a los reclamos sociales, ni aquél ni éste les interesa la cultura que inspira López Velarde, pero si les encantan los rodeos y las charreadas; Omar Carrera y Héctor Menchaca como diputados han decepcionado, pero son líderes en estridencia y protagonismo inútiles; las diputadas Alma Dávila y Natividad Rayas, no acaban de honrarse legisladoras, y sí son nulidad parlamentaria; Felipe Delgado y Eduardo Rodríguez nunca salieron de la mediocridad; Eleuterio Ramos en Valparaíso y José Luis Figueroa, en Loreto solo han logrado la división municipal. En Río Grande, hartos están de José Juan Mendoza y Julio César Ramírez.

Hay una danza de innombrables

Que la gente en los distritos no quieren nombrar más: Ulises Mejía nunca se ha desatado de Don Antonio; Lyndiana Bugarín, Jacqueline Martínez, Óscar Novella y María de Jesús Guardado, no merecen la reelección, en nada han representado a Zacatecas y no tienen resultados; igual que los alcaldes, Sinforiano Armenta, de Tepetongo; Imelda Mauricio, de Villa González Ortega o Daniel López, por Ojocaliente, solo tristes recuerdos han dejado en sus municipios. Nada que ver con los cambios ni la transformación.