Lo más trascendente en el proceso electoral que transcurre, es que el 6 de junio la votación sea masiva, pero definitivamente, lo más esencial del proceso, es que los partidos políticos nacionales y locales, decidan postular las más valiosas candidaturas, sean mujeres y hombres, pero de incuestionable calidad moral, para que sea motivado el entusiasmo popular; hombres y mujeres de auténtico liderazgo y representatividad, para que sea generada confianza entre los ciudadanos; zacatecanas y zacatecanos con reconocida trayectoria profesional, capacidad organizacional y direccional, para que sepan gobernar y bien legislar, y que no entren solo a echar a perder para apenas aprender a manejar las instituciones con óptima responsabilidad; a notables académicos, expertos y perfiles de entereza en la honestidad, transparencia y humanismo que los debe caracterizar; a jóvenes o adultos con plena madurez y total compromiso con los graves problemas del estado y frente a los enormes rezagos y atrasos que ilustran estancamiento social y parálisis económica.
Es oportuno precisar el alcance de la responsabilidad de los dirigentes de los partidos y sus bases o consejos estatales y municipales, y asumir que efectivamente, éstos son tiempos cruciales y vitales para enfrentar los formidables desafíos y tremendos retos, porque ya no se debe perder más tiempo en privilegiar con espacios de poder gubernamental y legislativo, a los tradicionales personajes ambiciosos de poder y traficantes de influencias; ya no más entregar la maravillosa oportunidad de gobernar y legislar, a los corruptos, traidores, violentos, ni a los promotores del odio y los enconos; basta de encumbrar a los prepotentes, arrogantes y soberbios que sólo van a saciar obsesiones y ambiciones en complicidad con intereses que no son los de Zacatecas ni de los municipios.
Nadie cree, ni siquiera en los distritos, que haya reconocimiento a diputados como Samuel Herrera o Alfredo Femat, zacatecanos y guadalupenses los reprueban; allá en Jerez, ni Luis Esparza como diputado o El Charro Aceves como presidente municipal, no han dado respuesta a los reclamos sociales, ni aquél ni éste les interesa la cultura que inspira López Velarde, pero si les encantan los rodeos y las charreadas; Omar Carrera y Héctor Menchaca como diputados han decepcionado, pero son líderes en estridencia y protagonismo inútiles; las diputadas Alma Dávila y Natividad Rayas, no acaban de honrarse legisladoras, y sí son nulidad parlamentaria; Felipe Delgado y Eduardo Rodríguez nunca salieron de la mediocridad; Eleuterio Ramos en Valparaíso y José Luis Figueroa, en Loreto solo han logrado la división municipal. En Río Grande, hartos están de José Juan Mendoza y Julio César Ramírez.
Hay una danza de innombrables
Que la gente en los distritos no quieren nombrar más: Ulises Mejía nunca se ha desatado de Don Antonio; Lyndiana Bugarín, Jacqueline Martínez, Óscar Novella y María de Jesús Guardado, no merecen la reelección, en nada han representado a Zacatecas y no tienen resultados; igual que los alcaldes, Sinforiano Armenta, de Tepetongo; Imelda Mauricio, de Villa González Ortega o Daniel López, por Ojocaliente, solo tristes recuerdos han dejado en sus municipios. Nada que ver con los cambios ni la transformación.