/ domingo 31 de julio de 2022

Crónica del poder | ¿Cómo entender a políticos y gobernantes?

Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador, a esta sociedad bien informada ya no se le puede manipular, y lo dice en razón de sus aspiraciones por asegurar la sucesión de 2024 que garantice la continuidad de sus transformaciones. En este sentido, el insistente discurso se replica en sus voceros nacionales, sean sus corcholatas o los dirigentes de sus partidos; y en los estados, por los gobernadores de su partido y legisladores que le operan la estrategia preelectoral con evidente distinción de una candidata que es impulsada con todo hacia tomar la delantera y la vanguardia de la Cuarta Transformación.

Las derivaciones del discurso del régimen actual, también se dispersan para generar y reproducir una confusión política e ideológica, con la que les gusta jugar a los nuevos gobernantes. Sin voltear a ver a ningún actor ni escucharlo, nos interesa precisar que ese discurso ha de tener expresiones claras, datos precisos, auténtica veracidad, sin vueltas ni rodeos sobre las esperanzas, especulaciones, expectativas y transiciones, y fundamentar definiciones acerca de los términos que parecen contundentes, pero que no son entendidos, interpretados y menos atendidos, como el neoliberalismo, el conservadurismo, el nacionalismo, recesión, inflación, deflación y ahora esa consigna por transitar de "la austeridad republicana a la pobreza franciscana". ¿De qué se trata? ¿Qué quieren decirle a la gente?

Hemos observado a sectores de la sociedad, a ciudadanos, a la gente de las comunidades, a los simples mortales que trabajan en el campo y las ciudades para solo alcanzar el sustento del día, cuando escuchan a políticos y gobernantes hablarles del neoliberalismo, por ejemplo o de los conservadores, términos muy comunes en el discurso morenista, cuando se trata de exaltar las virtudes, hazañas, programas y obras de sus gobiernos y cuando se trata de descalificar, repudiar o criticar a opositores. Son conceptos que se escuchan absurdos, ineficaces e incapaces de lograr la comunicación política con los auditorios, militancia y población en general.

Basta decir que pueden ser más coherentes y consecuentes, si su lenguaje en el discurso es sencillo, accesible, entendible, que efectivamente llegue a la conciencia de la gente, que elaboren las nociones, expresiones e imágenes que se quieren transmitir para convencer e incluso motivar a generar opiniones, sean favorables o en desacuerdo. Es decir, deben darles orden y significado a sus palabras, traducir neoliberalismo, desmenuzar conservadurismo, que son, con que se comen, de qué se trata, porque a decir verdad, la gente escucha y reaccionan con azoro, ¿Qué dijo? ¿Qué nos quiso decir? ¿Cuál es el mensaje? Y luego, ¿Qué tenemos qué hacer?

La gente, el pueblo bueno y sabio, no conoce a Milton Friedman y su corriente de pensamiento económico y político que contempla el respeto a las libertades, la defensa de la propiedad privada, del predominio del mercado, del orden político y la escasa presencia del estado; ignoran sobre la desregulación del comercio, la promoción de inversiones, la galopante inflación; aunque sí sufren los devastadores efectos de esa tendencia económica, las desigualdades, la brecha entre ricos y pobres, la violencia e inseguridad, la pobreza extrema. Y esa gente y el pueblo bueno y sabio, no conocen ni a sus políticos y gobernantes, y éstos menos se identifican con sus votantes, porque no les hablan claro, sencillo, fácil de entender, con sus palabras, en su propio lenguaje. Como en la pandemia, son políticos a larga distancia.

Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador, a esta sociedad bien informada ya no se le puede manipular, y lo dice en razón de sus aspiraciones por asegurar la sucesión de 2024 que garantice la continuidad de sus transformaciones. En este sentido, el insistente discurso se replica en sus voceros nacionales, sean sus corcholatas o los dirigentes de sus partidos; y en los estados, por los gobernadores de su partido y legisladores que le operan la estrategia preelectoral con evidente distinción de una candidata que es impulsada con todo hacia tomar la delantera y la vanguardia de la Cuarta Transformación.

Las derivaciones del discurso del régimen actual, también se dispersan para generar y reproducir una confusión política e ideológica, con la que les gusta jugar a los nuevos gobernantes. Sin voltear a ver a ningún actor ni escucharlo, nos interesa precisar que ese discurso ha de tener expresiones claras, datos precisos, auténtica veracidad, sin vueltas ni rodeos sobre las esperanzas, especulaciones, expectativas y transiciones, y fundamentar definiciones acerca de los términos que parecen contundentes, pero que no son entendidos, interpretados y menos atendidos, como el neoliberalismo, el conservadurismo, el nacionalismo, recesión, inflación, deflación y ahora esa consigna por transitar de "la austeridad republicana a la pobreza franciscana". ¿De qué se trata? ¿Qué quieren decirle a la gente?

Hemos observado a sectores de la sociedad, a ciudadanos, a la gente de las comunidades, a los simples mortales que trabajan en el campo y las ciudades para solo alcanzar el sustento del día, cuando escuchan a políticos y gobernantes hablarles del neoliberalismo, por ejemplo o de los conservadores, términos muy comunes en el discurso morenista, cuando se trata de exaltar las virtudes, hazañas, programas y obras de sus gobiernos y cuando se trata de descalificar, repudiar o criticar a opositores. Son conceptos que se escuchan absurdos, ineficaces e incapaces de lograr la comunicación política con los auditorios, militancia y población en general.

Basta decir que pueden ser más coherentes y consecuentes, si su lenguaje en el discurso es sencillo, accesible, entendible, que efectivamente llegue a la conciencia de la gente, que elaboren las nociones, expresiones e imágenes que se quieren transmitir para convencer e incluso motivar a generar opiniones, sean favorables o en desacuerdo. Es decir, deben darles orden y significado a sus palabras, traducir neoliberalismo, desmenuzar conservadurismo, que son, con que se comen, de qué se trata, porque a decir verdad, la gente escucha y reaccionan con azoro, ¿Qué dijo? ¿Qué nos quiso decir? ¿Cuál es el mensaje? Y luego, ¿Qué tenemos qué hacer?

La gente, el pueblo bueno y sabio, no conoce a Milton Friedman y su corriente de pensamiento económico y político que contempla el respeto a las libertades, la defensa de la propiedad privada, del predominio del mercado, del orden político y la escasa presencia del estado; ignoran sobre la desregulación del comercio, la promoción de inversiones, la galopante inflación; aunque sí sufren los devastadores efectos de esa tendencia económica, las desigualdades, la brecha entre ricos y pobres, la violencia e inseguridad, la pobreza extrema. Y esa gente y el pueblo bueno y sabio, no conocen ni a sus políticos y gobernantes, y éstos menos se identifican con sus votantes, porque no les hablan claro, sencillo, fácil de entender, con sus palabras, en su propio lenguaje. Como en la pandemia, son políticos a larga distancia.