/ lunes 13 de julio de 2020

Crónica del poder | Confrontación anula y lleva a la derrota

Algunos pensaban que nuestras diferencias ideológicas habrían de llevarnos de manera inevitable al enfrentamiento. Afortunadamente, ese mal augurio no se cumplió, así lo dijo Andrés Manuel López Obrador en Washington, ante Donald Trump; dejemos de lado las diferencias partidarias y cerremos filas para enfrentar este momento de la pandemia, manifestó Alejandro Tello Cristerna ante los Presidentes Municipales, aquí en Zacatecas. Son expresiones diametralmente alejadas pero que tienen una historicidad política que se articula para reflejar que los diferentes pueden hacer posible la unidad y un solo frente para vencer adversidades.

Son conceptos que como anillo al dedo aplican en el horizonte electoral de ambos liderazgos. Si en el partido Morena son congruentes y consecuentes, han de seguir la experiencia de Ricardo Monreal que rechaza la confrontación interna, porque la sociedad como los ciudadanos, están hartos del degradante espectáculo de división, polarización y permanente lucha fraternal. Al seno del partido en el poder hay un verdadero merequetengue, sin ton ni son, fisuras, fracturas, desde lo nacional a lo local, liderazgos y grupos confrontados en debate inútil. Sólo para que comprueben la dimensión de la división interna en Morena, John Ackerman afirma que López Obrador es un gran líder y que Monreal, el cáncer de Morena. El intelectual fanático y zalamero del presidente, se pinta solo. Avienta cizaña e intriga.

Luis Medina, Ulises Mejía, José Narro y Fernando Arteaga, a la defensa del morenismo histórico y como un vigoroso frente contra el monrealismo. Peones como Omar Carrera y Ruth Calderón solo cumplen consignas para exhibir más la división. Por eso, Saúl Monreal galopa solo, con trabajo intenso, resultados concretos en todos los frentes y con una popularidad en ascenso.

El panorama del partido en el poder estatal y sus aliados, o sea en el PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, no acaban de concertar acciones y estrategias para definir el frente amplio opositor. La militancia supone que los liderazgos están metidos en el análisis, valoración y determinación colectiva y unificada sobre un poderoso candidato a gobernador, poseído de calidad moral, autoridad gubernamental, mística de servicio, pasión por Zacatecas, capacidad administrativa y financiera, y en francas condiciones de lealtad al primer priista del estado, para que sea trazado el mejor camino y la más valiosa candidatura a gobernador.

En este escenario ya no existe confianza acerca de los cuatro priistas que se han ventilado desde 2016 y que se han desgastado. Hasta los priistas dudan que tenga que ser alguno de ellos y que, si no son, todos garanticen la unidad sin resentimientos ni rompimientos. Alejandro Tello, Gustavo Uribe, Noemí Berenice Luna Ayala, Arturo Ortiz Méndez y Felipe Álvarez, deben estar buscando otras opciones, porque su alianza ha de ser conducida por una figura fresca, experta, sensible a la problemática, capaz de encarar las crisis que agobian al estado y cuya calidad humana y capacidad administrativa y financiera, sean acumulación de inteligencia para garantizar refrendar la victoria electoral frente al avasallante morenismo y sus aliados.

Porque si no es ninguno de los 4 multicitados, Adolfo Bonilla, Claudia Anaya, Carlos Peña y Roberto Luévano, en la alianza partidista tienen que estar preparados para sorprender con un auténtico emergente que verdaderamente construya la unidad.

Algunos pensaban que nuestras diferencias ideológicas habrían de llevarnos de manera inevitable al enfrentamiento. Afortunadamente, ese mal augurio no se cumplió, así lo dijo Andrés Manuel López Obrador en Washington, ante Donald Trump; dejemos de lado las diferencias partidarias y cerremos filas para enfrentar este momento de la pandemia, manifestó Alejandro Tello Cristerna ante los Presidentes Municipales, aquí en Zacatecas. Son expresiones diametralmente alejadas pero que tienen una historicidad política que se articula para reflejar que los diferentes pueden hacer posible la unidad y un solo frente para vencer adversidades.

Son conceptos que como anillo al dedo aplican en el horizonte electoral de ambos liderazgos. Si en el partido Morena son congruentes y consecuentes, han de seguir la experiencia de Ricardo Monreal que rechaza la confrontación interna, porque la sociedad como los ciudadanos, están hartos del degradante espectáculo de división, polarización y permanente lucha fraternal. Al seno del partido en el poder hay un verdadero merequetengue, sin ton ni son, fisuras, fracturas, desde lo nacional a lo local, liderazgos y grupos confrontados en debate inútil. Sólo para que comprueben la dimensión de la división interna en Morena, John Ackerman afirma que López Obrador es un gran líder y que Monreal, el cáncer de Morena. El intelectual fanático y zalamero del presidente, se pinta solo. Avienta cizaña e intriga.

Luis Medina, Ulises Mejía, José Narro y Fernando Arteaga, a la defensa del morenismo histórico y como un vigoroso frente contra el monrealismo. Peones como Omar Carrera y Ruth Calderón solo cumplen consignas para exhibir más la división. Por eso, Saúl Monreal galopa solo, con trabajo intenso, resultados concretos en todos los frentes y con una popularidad en ascenso.

El panorama del partido en el poder estatal y sus aliados, o sea en el PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, no acaban de concertar acciones y estrategias para definir el frente amplio opositor. La militancia supone que los liderazgos están metidos en el análisis, valoración y determinación colectiva y unificada sobre un poderoso candidato a gobernador, poseído de calidad moral, autoridad gubernamental, mística de servicio, pasión por Zacatecas, capacidad administrativa y financiera, y en francas condiciones de lealtad al primer priista del estado, para que sea trazado el mejor camino y la más valiosa candidatura a gobernador.

En este escenario ya no existe confianza acerca de los cuatro priistas que se han ventilado desde 2016 y que se han desgastado. Hasta los priistas dudan que tenga que ser alguno de ellos y que, si no son, todos garanticen la unidad sin resentimientos ni rompimientos. Alejandro Tello, Gustavo Uribe, Noemí Berenice Luna Ayala, Arturo Ortiz Méndez y Felipe Álvarez, deben estar buscando otras opciones, porque su alianza ha de ser conducida por una figura fresca, experta, sensible a la problemática, capaz de encarar las crisis que agobian al estado y cuya calidad humana y capacidad administrativa y financiera, sean acumulación de inteligencia para garantizar refrendar la victoria electoral frente al avasallante morenismo y sus aliados.

Porque si no es ninguno de los 4 multicitados, Adolfo Bonilla, Claudia Anaya, Carlos Peña y Roberto Luévano, en la alianza partidista tienen que estar preparados para sorprender con un auténtico emergente que verdaderamente construya la unidad.