/ martes 3 de agosto de 2021

Crónica del poder | Corresponsabilidad en la transición

Una revisión sobre los últimos 10 gobiernos estatales nos refleja que esta transición gubernamental de Alejandro Tello a David Monreal, aparece como la más tersa, pero la más urgente. La emergencia social que los zacatecanos viven y sienten hasta el cuello, pinta un escenario de graves dificultades, las crisis de inseguridad, pandémica y económica, que crecen y arrecian, provocan esa percepción, eso sí, hasta el momento lejos de la confrontación o los tradicionales enconos de fin de gobiernos.

Los comportamientos de ambos gobernantes, el que se va y el que llegará el 12 de septiembre, han sido prudentes, respetuosos, muy institucionales. No obstante que David Monreal ha guardado sana distancia con el quinquenio y dejado que desvanezca hasta el momento constitucional, es lamentable que se sienta un vacío de poder, se nota ausencia de Tello, los conflictos laborales, del Issstezac, la violencia, la pandemia y las penurias presupuestales lo han opacado y achicado ante un final del régimen priista, que acaba casi despedazado.

Explicable la situación de Alejandro Tello, un hombre que como gobernante se dedicó a promover honestidad y transparencia, pero que su falta de operatividad política y carente de un equipo o gabinete de excelencia en correspondencia con su calidad direccional y gubernamental, vive la paradoja de no consolidar esa imagen de fortaleza, y que seguramente la sociedad en la suma de sus opiniones y valoraciones, habrá de entender y comprender que la complejidad crítica lo llevó a esos senderos de la intrascendencia. Queda en el ambiente político, la impresión de un realismo plural y de competencia política que con determinación y aun contra voces de su partido, siempre procedió respetuoso, lo que generó una atmósfera de inalterable institucionalidad y la normalidad democrática que hoy caracteriza la transición.

Desde la victoria de Morena y de Andrés Manuel López Obrador, el todavía gobernador Alejandro Tello entendió y reconoció el cambio, con madurez asumió la nueva realidad y ahora, con entereza y mucha responsabilidad sabe que la revisión en el proceso entrega recepción será a profundidad en todas las áreas de gobierno y que no solo escudriñan en su quinquenio, sino que van a ir más allá, hasta las administraciones de Amalia García y de Miguel Alonso. Los tiempos políticos nacionales de hoy se instalarán en los tiempos locales a partir del 12 de septiembre, porque ya lo dijo David Monreal: seré implacable ante corrupción e impunidad.

Lo importante será, que el nuevo gobierno monrealista asuma la capacidad de sus instituciones para procesar y resolver esa emergencia social que más sufre la sociedad zacatecana en sus comunidades y municipios y que la efectiva comunión social que construyen, acumule potencialidades para enfrentar pronto y con resultados inmediatos la violencia, inseguridad, pandemia y retraso del desarrollo. El régimen de bienestar que la cuarta transformación promueve, sin renunciar a la revisión de los gobiernos antecesores, deberá dar prioridad a la recuperación, la restauración e integración de todas las fuerzas políticas y de los sectores sociales y productivos, para con certeza transitar a las condiciones de paz y tranquilidad que urgen para ejercer buena gobernanza y reconciliar a la gente con el entendimiento de las diferencias y el respeto a las ideologías, hasta conjuntar las visiones de progreso que se han adormecido.

Una revisión sobre los últimos 10 gobiernos estatales nos refleja que esta transición gubernamental de Alejandro Tello a David Monreal, aparece como la más tersa, pero la más urgente. La emergencia social que los zacatecanos viven y sienten hasta el cuello, pinta un escenario de graves dificultades, las crisis de inseguridad, pandémica y económica, que crecen y arrecian, provocan esa percepción, eso sí, hasta el momento lejos de la confrontación o los tradicionales enconos de fin de gobiernos.

Los comportamientos de ambos gobernantes, el que se va y el que llegará el 12 de septiembre, han sido prudentes, respetuosos, muy institucionales. No obstante que David Monreal ha guardado sana distancia con el quinquenio y dejado que desvanezca hasta el momento constitucional, es lamentable que se sienta un vacío de poder, se nota ausencia de Tello, los conflictos laborales, del Issstezac, la violencia, la pandemia y las penurias presupuestales lo han opacado y achicado ante un final del régimen priista, que acaba casi despedazado.

Explicable la situación de Alejandro Tello, un hombre que como gobernante se dedicó a promover honestidad y transparencia, pero que su falta de operatividad política y carente de un equipo o gabinete de excelencia en correspondencia con su calidad direccional y gubernamental, vive la paradoja de no consolidar esa imagen de fortaleza, y que seguramente la sociedad en la suma de sus opiniones y valoraciones, habrá de entender y comprender que la complejidad crítica lo llevó a esos senderos de la intrascendencia. Queda en el ambiente político, la impresión de un realismo plural y de competencia política que con determinación y aun contra voces de su partido, siempre procedió respetuoso, lo que generó una atmósfera de inalterable institucionalidad y la normalidad democrática que hoy caracteriza la transición.

Desde la victoria de Morena y de Andrés Manuel López Obrador, el todavía gobernador Alejandro Tello entendió y reconoció el cambio, con madurez asumió la nueva realidad y ahora, con entereza y mucha responsabilidad sabe que la revisión en el proceso entrega recepción será a profundidad en todas las áreas de gobierno y que no solo escudriñan en su quinquenio, sino que van a ir más allá, hasta las administraciones de Amalia García y de Miguel Alonso. Los tiempos políticos nacionales de hoy se instalarán en los tiempos locales a partir del 12 de septiembre, porque ya lo dijo David Monreal: seré implacable ante corrupción e impunidad.

Lo importante será, que el nuevo gobierno monrealista asuma la capacidad de sus instituciones para procesar y resolver esa emergencia social que más sufre la sociedad zacatecana en sus comunidades y municipios y que la efectiva comunión social que construyen, acumule potencialidades para enfrentar pronto y con resultados inmediatos la violencia, inseguridad, pandemia y retraso del desarrollo. El régimen de bienestar que la cuarta transformación promueve, sin renunciar a la revisión de los gobiernos antecesores, deberá dar prioridad a la recuperación, la restauración e integración de todas las fuerzas políticas y de los sectores sociales y productivos, para con certeza transitar a las condiciones de paz y tranquilidad que urgen para ejercer buena gobernanza y reconciliar a la gente con el entendimiento de las diferencias y el respeto a las ideologías, hasta conjuntar las visiones de progreso que se han adormecido.