/ miércoles 11 de noviembre de 2020

Crónica del poder │De relajamiento social a colapso sanitario

De plano, tal parece que entre los zacatecanos hay una negativa actitud para hacer del estado un marasmo donde el virus maldito siga con ascendente propagación y contagio, porque la gente insiste en propiciar ese crecimiento de la pandemia convertida ya en tragedia mortal, más que obstaculizar y contener ese maligno avance, con sus pachangas familiares, fiestas patronales, convivencias de barrio, carnes asadas en jardines y el campo, los rodeos, las desordenas concentraciones en tianguis, y deambular por calles, avenidas y plazas con relajamiento, son la gran acumulación de factores que arrecian la ofensiva pandémica.

A la gente no le espantan y menos le preocupan los decesos en aumento, los casos negativos que se multiplican; no se asusta ni se inmuta conocer que los hospitales están atestados de enfermos graves, muchos ya intubados y en agonía; el colapso sanitario está en Zacatecas Capital, Fresnillo, Guadalupe, Jerez y tiende a extenderse; han muerto 14 médicos, ya son 1 435 los infectados y muchos en trance, entre enfermeras, doctores y trabajadores de la salud; no les alarma que 302 niñas y niños hayan sido víctimas y que un centenar de ellos estén en la antesala del deceso. Como testimonio de este crítico panorama está Fresnillo, donde su alcalde Saúl Monreal alertó del más grave colapso hospitalario, y es que los enfermos que ya no pueden ser atendidos en otros municipios, son concentrados en el Mineral.

Esa imperdonable indiferencia, la indolencia insensible, la ausencia de humanismo y solidaridad, tan marcada y condenable irresponsabilidad social, ese desparpajo de comportamientos negativos y desafiantes ante el virus, van a llevar a Zacatecas a un extremo de dolencia multitudinaria o colectiva, empujan hacia una etapa memorable de confusión, desesperanza, miedo, tormento, lamento y un desfilar de plañideras que se han provocado como exhibición de nuestro comportamiento inmoral.

Alejandro Tello y su Secretario de Salud, Gilberto Breña han salido una y otra vez a lamentar el fatídico acontecer, como Hugo López-Gatell, ya se han convertido en voceros de una terrible realidad que no pueden controlar ni atajar y que habla del desbordamiento de la crisis sanitaria para demostrar impotencia gubernamental, una situación todavía más arreciada por la falta de voluntad del gobierno federal para respaldar presupuestalmente al Estado y recompensar las millonarias inversiones locales para combatir la pandemia.

Faltan credibilidad y confianza

Y para reducir esos dañinos efectos, Tello y Breña han optado por integrar a médicos y enfermeras que con la narración de experiencias, vivencias y testimonios, buscan calar en la conciencia social para modificar actitudes y comportamientos ante el virus maldito. Es el caso del joven doctor Erik Díaz Mancina, que el lunes habló a nombre de los cientos de héroes de la medicina, de los 1 435 médicos y enfermeras contagiados, de los cuales 33 han fallecido; es un médico que durante 3 meses no pudo ver a su esposa ni a sus hijos por miedo a contagiarlos. Como él, son los que a diario siguen salvando vidas, son las voces creíbles porque a diario ven decesos, agonía, alivios y dramática gravedad. Son hombres y mujeres que inspiran confianza, son creíbles, están cansados, pero no se van a rendir.

De plano, tal parece que entre los zacatecanos hay una negativa actitud para hacer del estado un marasmo donde el virus maldito siga con ascendente propagación y contagio, porque la gente insiste en propiciar ese crecimiento de la pandemia convertida ya en tragedia mortal, más que obstaculizar y contener ese maligno avance, con sus pachangas familiares, fiestas patronales, convivencias de barrio, carnes asadas en jardines y el campo, los rodeos, las desordenas concentraciones en tianguis, y deambular por calles, avenidas y plazas con relajamiento, son la gran acumulación de factores que arrecian la ofensiva pandémica.

A la gente no le espantan y menos le preocupan los decesos en aumento, los casos negativos que se multiplican; no se asusta ni se inmuta conocer que los hospitales están atestados de enfermos graves, muchos ya intubados y en agonía; el colapso sanitario está en Zacatecas Capital, Fresnillo, Guadalupe, Jerez y tiende a extenderse; han muerto 14 médicos, ya son 1 435 los infectados y muchos en trance, entre enfermeras, doctores y trabajadores de la salud; no les alarma que 302 niñas y niños hayan sido víctimas y que un centenar de ellos estén en la antesala del deceso. Como testimonio de este crítico panorama está Fresnillo, donde su alcalde Saúl Monreal alertó del más grave colapso hospitalario, y es que los enfermos que ya no pueden ser atendidos en otros municipios, son concentrados en el Mineral.

Esa imperdonable indiferencia, la indolencia insensible, la ausencia de humanismo y solidaridad, tan marcada y condenable irresponsabilidad social, ese desparpajo de comportamientos negativos y desafiantes ante el virus, van a llevar a Zacatecas a un extremo de dolencia multitudinaria o colectiva, empujan hacia una etapa memorable de confusión, desesperanza, miedo, tormento, lamento y un desfilar de plañideras que se han provocado como exhibición de nuestro comportamiento inmoral.

Alejandro Tello y su Secretario de Salud, Gilberto Breña han salido una y otra vez a lamentar el fatídico acontecer, como Hugo López-Gatell, ya se han convertido en voceros de una terrible realidad que no pueden controlar ni atajar y que habla del desbordamiento de la crisis sanitaria para demostrar impotencia gubernamental, una situación todavía más arreciada por la falta de voluntad del gobierno federal para respaldar presupuestalmente al Estado y recompensar las millonarias inversiones locales para combatir la pandemia.

Faltan credibilidad y confianza

Y para reducir esos dañinos efectos, Tello y Breña han optado por integrar a médicos y enfermeras que con la narración de experiencias, vivencias y testimonios, buscan calar en la conciencia social para modificar actitudes y comportamientos ante el virus maldito. Es el caso del joven doctor Erik Díaz Mancina, que el lunes habló a nombre de los cientos de héroes de la medicina, de los 1 435 médicos y enfermeras contagiados, de los cuales 33 han fallecido; es un médico que durante 3 meses no pudo ver a su esposa ni a sus hijos por miedo a contagiarlos. Como él, son los que a diario siguen salvando vidas, son las voces creíbles porque a diario ven decesos, agonía, alivios y dramática gravedad. Son hombres y mujeres que inspiran confianza, son creíbles, están cansados, pero no se van a rendir.