Las esencias de la vida democrática en los tiempos de la cuarta transformación y de la neo gobernanza, también se han tornado diferentes y logran que los políticos y gobernantes se estructuren en medio y alrededor del respaldo popular, hasta confrontando y polarizando con las fuerzas de oposición ya rebasadas en la consolidación de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y ahora el Judicial, al que van a ratificar como producto del voto ciudadano, la histórica elección de Ministros, Magistrados y Jueces, objetivos y metas de renovación que se han alcanzado desde la izquierda, tendencia ideológica que procesa soluciones a los grandes problemas del país, como la desigualdad y la pobreza.
Estos desafíos de hoy solo se superan y se conquistan cuando existe plena convicción ideológica y absoluta lealtad a principios y liderazgos. Con esta orientación que implica más que compromisos y retos a prueba, ahora se deben movilizar cuadros, equipos y gabinetes de gobierno con calidad académica y autoridad moral, con capacidad operativa, planificadora y de ejecución con resultados reales y efectivos generadores de confianza social y credibilidad entre los ciudadanos, y claro, en esta conformación debe prevalecer la lealtad institucional por encima de afectos, fraternidades, intereses y ambiciones políticas y económicas.
Cuando en el informe de gobierno el 8 de septiembre David Monreal Ávila hizo que subieran al estrado todos los miembros de su gabinete, se interpretó como un acto de lealtad del gobernador para con su equipo, en el que ya no estuvieron los que le fallaron a Zacatecas y a su gobierno, y en el que ya no estarán los que no han cumplido con resultados transformadores de la realidad en lo económico, turístico, cultural, agropecuario, industrial y abastecimiento de agua y mejoramiento del ambiente, relevos o cambios o ajustes que la sociedad espera se registren, para que en esta segunda mitad del sexenio sea acelerado el ritmo de crecimiento y desarrollo, lo que urge al estado.
Inusual y excepcionalmente en su ejercicio de gobierno y como si se tratara de un especial afecto que se respeta y se aprecia, el gobernante parece premiar u obsequiar a quienes en el equipo actuaron con limitaciones o mediocridad, como así ha hecho diputados a Maribel Villalpando Haro y Jesús Padilla Estrada y más recientemente elevado a Secretario de la Función Pública, a Ernesto Gonzáñez Romo, tras derrota electoral, cambios que demuestran la generosa lealtad del mandatario para sus cuadros de siempre. Por consecuencia, está por verse la absoluta lealtad de éstos a su líder y gobernador, la que tiene que darse con hechos y no con la medianía que exhibieron.
Ese valor de la lealtad tiene que demostrarse aún más en el escenario nacional, concretamente en la transición presidencial que México atestiguará el próximo martes primero de octubre, cuando Andrés Manuel López Obrador entregue la banda presidencial a Claudia Sheinbaum Pardo, de manera que a partir de ese momento constitucional los miembros del nuevo gabinete presidencial, los del segundo piso de la cuarta transformación, tendrán que definir su lealtad, a él el ex o a ella, la mera mera, pero además, los mexicanos observarán si se cumple el adagio Juarista como parodia: " el respeto al sexenio ajeno, es la Paz."