/ viernes 5 de junio de 2020

Crónica del poder | Médicos y enfermeras, ángeles de la salud

Sin duda, el impacto de la pandemia que a diario castiga, ha modificado nuestra visión de la sociedad, particularmente en valores comunitarios e individuales y de plano, la irrupción de la nueva normalidad nos ha dejado perplejos por la desorganización, el arbitrario relajamiento de las medidas sanitarias y más nos han sorprendido algunos comportamientos de irracionalidad que reflejan la indiferencia social, la ignorancia personal y una manifestación de ingratitud y mezquindad ante los auténticos y verdaderos protectores de nuestra salud en éstos momentos críticos y de amenazante letalidad, que nos exhiben faltos de nobleza y de solidaridad.

En verdad que resulta penoso, vergonzoso e indignante tener que reconocer la real existencia de una lamentable y repudiable ofensiva en contra de los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud, que habla de miseria moral y ausencia de sensibilidad frente al dolor de los miles de semejantes afectados, lesionados o víctimas del coronavirus. Ésta es otra cara de la moneda del sufrimiento social, que cuando menos nos debe dejar una enseñanza de respeto al valor de su profesionalismo dentro de los hospitales y clínicas y afuera en las calles, las plazas, sus colonias y comunidades, donde la gente ha de verlos con reconocimiento, admiración y orgullo.

Nada más para darnos una idea, la suma nacional que conocemos por el combate a la pandemia, ya son más de 20 mil miembros del personal médico los contagiados del virus y de éstos ya han muerto 271, más los que se acumulen, porque de éstos son 4 mil 117 los casos activos. Esta es la dimensión del castigo a médicos y enfermeras por su plena dedicación a la atención de las víctimas del mal. Se interpreta que efectivamente este personal ha carecido de los insumos de protección para ejercer su labor, y que las autoridades nacionales de Salud, los sindicatos del IMSS, ISSSTE y de los Servicios de Salud, así como directivos y jefes inmediatos, se han hecho de la vista gorda por carecer de los recursos presupuestales suficientes. Ha fallado el apoyo con instrumentos de protección que para ejercer su trabajo en hospitales.

Desde el Papa Francisco, el Presidente López Obrador y el Gobernador Tello han externado reconocimiento y realizado manifestaciones de homenaje a médicos y enfermeras, decisiones elogiables y de mucha nobleza y gratitud. Sin embargo, hay testimonios dolorosos y negativos aquí mismo en Zacatecas. A la salida del IMSS, ISSSTE y Hospitales de Salud, hay taxistas que les han negado el servicio, hay camioneros que no les han permitido subir al transporte público urbano, hay vecinos que los ven con menosprecio a la salida o entrada a sus hogares, comportamientos que deben cesar, no más ingratitud ni rechazo a médicos y enfermeras; al contrario, que sobrevengan el cariño, afecto, respeto y admiración a quienes hoy por hoy, se la parten por nuestras vidas.

La infamia es intolerable

No puede justificarse ninguna ofensiva, agresión o rechazo al personal médico que combate la pandemia; no pueden prevalecer condiciones de violencia verbal ni miseria moral frente a ese proceder responsable, humano, profesional, incansable y de sublimada emoción de las enfermeras, médicos y personal de salud, la reciprocidad y correspondencia deben ser de solidaridad, reconocimiento y homenaje a su compromiso social y al cumplimiento de su vocación a través de la entrega total a los enfermos graves o afectados. Nuestro respeto.

Sin duda, el impacto de la pandemia que a diario castiga, ha modificado nuestra visión de la sociedad, particularmente en valores comunitarios e individuales y de plano, la irrupción de la nueva normalidad nos ha dejado perplejos por la desorganización, el arbitrario relajamiento de las medidas sanitarias y más nos han sorprendido algunos comportamientos de irracionalidad que reflejan la indiferencia social, la ignorancia personal y una manifestación de ingratitud y mezquindad ante los auténticos y verdaderos protectores de nuestra salud en éstos momentos críticos y de amenazante letalidad, que nos exhiben faltos de nobleza y de solidaridad.

En verdad que resulta penoso, vergonzoso e indignante tener que reconocer la real existencia de una lamentable y repudiable ofensiva en contra de los médicos, enfermeras y trabajadores de la salud, que habla de miseria moral y ausencia de sensibilidad frente al dolor de los miles de semejantes afectados, lesionados o víctimas del coronavirus. Ésta es otra cara de la moneda del sufrimiento social, que cuando menos nos debe dejar una enseñanza de respeto al valor de su profesionalismo dentro de los hospitales y clínicas y afuera en las calles, las plazas, sus colonias y comunidades, donde la gente ha de verlos con reconocimiento, admiración y orgullo.

Nada más para darnos una idea, la suma nacional que conocemos por el combate a la pandemia, ya son más de 20 mil miembros del personal médico los contagiados del virus y de éstos ya han muerto 271, más los que se acumulen, porque de éstos son 4 mil 117 los casos activos. Esta es la dimensión del castigo a médicos y enfermeras por su plena dedicación a la atención de las víctimas del mal. Se interpreta que efectivamente este personal ha carecido de los insumos de protección para ejercer su labor, y que las autoridades nacionales de Salud, los sindicatos del IMSS, ISSSTE y de los Servicios de Salud, así como directivos y jefes inmediatos, se han hecho de la vista gorda por carecer de los recursos presupuestales suficientes. Ha fallado el apoyo con instrumentos de protección que para ejercer su trabajo en hospitales.

Desde el Papa Francisco, el Presidente López Obrador y el Gobernador Tello han externado reconocimiento y realizado manifestaciones de homenaje a médicos y enfermeras, decisiones elogiables y de mucha nobleza y gratitud. Sin embargo, hay testimonios dolorosos y negativos aquí mismo en Zacatecas. A la salida del IMSS, ISSSTE y Hospitales de Salud, hay taxistas que les han negado el servicio, hay camioneros que no les han permitido subir al transporte público urbano, hay vecinos que los ven con menosprecio a la salida o entrada a sus hogares, comportamientos que deben cesar, no más ingratitud ni rechazo a médicos y enfermeras; al contrario, que sobrevengan el cariño, afecto, respeto y admiración a quienes hoy por hoy, se la parten por nuestras vidas.

La infamia es intolerable

No puede justificarse ninguna ofensiva, agresión o rechazo al personal médico que combate la pandemia; no pueden prevalecer condiciones de violencia verbal ni miseria moral frente a ese proceder responsable, humano, profesional, incansable y de sublimada emoción de las enfermeras, médicos y personal de salud, la reciprocidad y correspondencia deben ser de solidaridad, reconocimiento y homenaje a su compromiso social y al cumplimiento de su vocación a través de la entrega total a los enfermos graves o afectados. Nuestro respeto.