/ viernes 16 de julio de 2021

Crónica del poder | Necesaria la autocrítica de gobierno

"Como anillo al dedo" queda a Zacatecas la advertencia que hace nuestro director Gerard de Ávila, sobre los riesgos de propiciar un vacío de poder en la actual etapa de transición gubernamental hacia el momento constitucional del 12 de septiembre, cuando Alejandro Tello entregue el gobierno del estado a David Monreal.

Sería irresponsable caer en esa situación paralizante. De por sí, cada día es más notable el incremento de contagios del Covid-19 clara ilustración de un rebrote de la pandemia provocado por bajar la guardia entre los sectores de la sociedad; cotidianamente tenemos que hacer recuento de las tragedias mortales provocadas por la violencia y condiciones extremas de inseguridad; y además, lamentar la sumatoria de conflictos que como la reforma a la Ley del Issstezac, solo generan alteraciones sociales y desencuentros con los gobernados, son realidades que más arrecian amenazantes si prevalecen las ausencias de conducción gubernamental, lo que será inaceptable y reprochable por la sociedad.

Tal parece que la famosa tersura en la entrega recepción del gobierno, se desvanece y se atisban rompimientos que no deben llegar a más, y en eso, la corresponsabilidad de los miembros del gabinete de Tello, la estructura funcional y los servidores públicos con metas y objetivos a consolidar, tienen que cumplir hasta el último momento. Replegarse, exhibir brazos caídos, huir de los compromisos, truncar trabajos y obras, simular que transcurre una vida pública normal, son una grave traición al pueblo de Zacatecas, y es inconcebible que sucedan precisamente en las postrimerías del gobierno, cuando no debe haber decadencia sino que han de ser tiempos del doble esfuerzo, del mayor compromiso hasta la conclusión de la gestión del quinquenio, a fin de lograr un desenlace productivo y más alentador de la continuidad o de los cambios que vengan a consolidar otro proyecto o programa de gobierno, en este caso de David Monreal.

No será justo ni razonable que esas actitudes o comportamientos echen a perder la consigna de Alejandro Tello sobre la consolidación de un gobierno honesto y transparente. No deben permitirse el descontrol de funcionarios públicos ni el relajamiento de sus programas en proceso, antes bien, deben cerrar con lealtad a su gobernador y a sus convicciones y vocación de servicio, como tampoco deben ostentar cumplimientos inciertos o faltos de veracidad, como esa ostentación que hace Fernando Maldonado, Secretario del Agua y del Medio Ambiente, de que se han alcanzado las metas planteadas al inicio de la administración para la cobertura de acceso al agua potable y alcantarillado. Una falacia, porque tan solo hay que recordar el estrepitoso fracaso del proyecto acuífero de Milpillas, que se promovió como obra máxima y que al final fueron los errores, torpezas e incapacidad de los secretarios Víctor Armas y Luis Fernando Maldonado, los que tronaron el sueño de abastecimiento de agua desde Sombrerete, Fresnillo y la zona metropolitana. Un engaño que la población repudia y que siempre condena.

Hechos han de resaltar tras de los dichos y no incurrir en los engaños o simulaciones, y menos caer en el vacío de poder que dejaría una huella imborrable de frustración. Los tiempos de hoy son de urgencias y los funcionarios o servidores públicos que se van el 12 de septiembre, están obligados a construir un escenario de certidumbre avalado por la confianza social y que tendría que ser reconocido por los que vienen a enfrentar la emergencia social.

"Como anillo al dedo" queda a Zacatecas la advertencia que hace nuestro director Gerard de Ávila, sobre los riesgos de propiciar un vacío de poder en la actual etapa de transición gubernamental hacia el momento constitucional del 12 de septiembre, cuando Alejandro Tello entregue el gobierno del estado a David Monreal.

Sería irresponsable caer en esa situación paralizante. De por sí, cada día es más notable el incremento de contagios del Covid-19 clara ilustración de un rebrote de la pandemia provocado por bajar la guardia entre los sectores de la sociedad; cotidianamente tenemos que hacer recuento de las tragedias mortales provocadas por la violencia y condiciones extremas de inseguridad; y además, lamentar la sumatoria de conflictos que como la reforma a la Ley del Issstezac, solo generan alteraciones sociales y desencuentros con los gobernados, son realidades que más arrecian amenazantes si prevalecen las ausencias de conducción gubernamental, lo que será inaceptable y reprochable por la sociedad.

Tal parece que la famosa tersura en la entrega recepción del gobierno, se desvanece y se atisban rompimientos que no deben llegar a más, y en eso, la corresponsabilidad de los miembros del gabinete de Tello, la estructura funcional y los servidores públicos con metas y objetivos a consolidar, tienen que cumplir hasta el último momento. Replegarse, exhibir brazos caídos, huir de los compromisos, truncar trabajos y obras, simular que transcurre una vida pública normal, son una grave traición al pueblo de Zacatecas, y es inconcebible que sucedan precisamente en las postrimerías del gobierno, cuando no debe haber decadencia sino que han de ser tiempos del doble esfuerzo, del mayor compromiso hasta la conclusión de la gestión del quinquenio, a fin de lograr un desenlace productivo y más alentador de la continuidad o de los cambios que vengan a consolidar otro proyecto o programa de gobierno, en este caso de David Monreal.

No será justo ni razonable que esas actitudes o comportamientos echen a perder la consigna de Alejandro Tello sobre la consolidación de un gobierno honesto y transparente. No deben permitirse el descontrol de funcionarios públicos ni el relajamiento de sus programas en proceso, antes bien, deben cerrar con lealtad a su gobernador y a sus convicciones y vocación de servicio, como tampoco deben ostentar cumplimientos inciertos o faltos de veracidad, como esa ostentación que hace Fernando Maldonado, Secretario del Agua y del Medio Ambiente, de que se han alcanzado las metas planteadas al inicio de la administración para la cobertura de acceso al agua potable y alcantarillado. Una falacia, porque tan solo hay que recordar el estrepitoso fracaso del proyecto acuífero de Milpillas, que se promovió como obra máxima y que al final fueron los errores, torpezas e incapacidad de los secretarios Víctor Armas y Luis Fernando Maldonado, los que tronaron el sueño de abastecimiento de agua desde Sombrerete, Fresnillo y la zona metropolitana. Un engaño que la población repudia y que siempre condena.

Hechos han de resaltar tras de los dichos y no incurrir en los engaños o simulaciones, y menos caer en el vacío de poder que dejaría una huella imborrable de frustración. Los tiempos de hoy son de urgencias y los funcionarios o servidores públicos que se van el 12 de septiembre, están obligados a construir un escenario de certidumbre avalado por la confianza social y que tendría que ser reconocido por los que vienen a enfrentar la emergencia social.