/ viernes 3 de septiembre de 2021

Crónica del poder │Peligrosa promoción de inestabilidad

Acertado, muy positivo que el presidente Andrés Manuel López Obrador ante el pueblo bueno y sabio se asuma optimista pero no arrogante sobre los resultados justamente a la mitad del camino, hechos y dichos que se ilustraron con el tercer informe de gobierno, donde expresó satisfacción por lo que se ha logrado y que ya es una huella irreversible y que, por eso, ahora mismo puede dejar el poder e irse a su retiro en Palenque, Chiapas, con la conciencia tranquila. Respetable ejercicio autocrítico de un presidente que continúa con sólido poderío político y la más formidable confianza social.

De inmediato y en contraste con las zalamerías y adulaciones de los políticos lambiscones, desde el Senado de la República, Ricardo Monreal pidió a la oposición aceptar que López Obrador es un buen presidente, que ha impulsado un gobierno austero y contra la corrupción, expresión que se valora como opinión reflexiva, centrada, responsable y no lisonjera que más se acerca a una razonable y justa apreciación de un liderazgo presidencial que se muestra reformador, transformador del sistema de gobierno e iniciador de un nuevo régimen que mantiene como prioridad el respaldo a los pobres, a los que nada tienen y a los que beneficia económicamente y directamente.

Frente al escenario nacional metido ya en el más responsable análisis y debate político sobre la evaluación gubernamental, en Zacatecas transcurre una etapa de transición gubernamental inédita, como nunca en 6 décadas o 10 sexenios, los niveles de conflictividad están crecidos y son alarmantes, generadores de una atmósfera de incertidumbre y desconfianza social. A sólo 10 días del relevo constitucional en el gobierno del estado, la entrega de la estafeta de Alejandro Tello a David Monreal, se exhibe lamentable ausencia de operatividad política, incapacidad negociadora y el surgimiento de un peligroso antagonismo que puede anular acercamientos y entendimientos, evitar concertación y la urgente conciliación, obstaculizar una verdadera comunión social y producir riesgos de explosividad.

A nadie le importó el gran evento del informe presidencial, el activismo sindical se desató con amplia y masiva movilización que paralizó a la capital del estado, las acciones en contra de la buena salud del Issstezac y la responsabilidad y compromiso de la Legislatura del Estado se vieron trastocadas por las calenturas extremas de liderazgos que se han victimizado y generado un ambiente de inestabilidad, inoportuna decisión política que pretende exhibir condiciones de ingobernabilidad.

Se advierte pues, que prevalecen liderazgos sindicales afectados por revanchismos políticos y que no buscan soluciones y sí promueven la confrontación y división, y hacen de esta transición un episodio polarizante, donde los actores y protagonistas opositores a la reforma del Issstezac alejan los acuerdos, evitan cambiar la grave realidad de una noble institución construida para beneficio de los trabajadores al servicio del estado, se exhiben enemigos de los procesos de transformación que son parte de la decisión del nuevo gobierno en el ataque a la emergencia social, intentan colapsar no conciliar ni edificar el fortalecimiento institucional, repudian la restauración de estructuras vitales para el desarrollo y se niegan a cancelar las condiciones de privilegio de unos cuantos en perjuicio de la enorme y valiosa mayoría de los maestros y trabajadores, de los pensionados y jubilados de una institución urgida de su rescate y consolidación. Urge establecer condiciones para una transición democrática hacia la cuarta transformación.

Acertado, muy positivo que el presidente Andrés Manuel López Obrador ante el pueblo bueno y sabio se asuma optimista pero no arrogante sobre los resultados justamente a la mitad del camino, hechos y dichos que se ilustraron con el tercer informe de gobierno, donde expresó satisfacción por lo que se ha logrado y que ya es una huella irreversible y que, por eso, ahora mismo puede dejar el poder e irse a su retiro en Palenque, Chiapas, con la conciencia tranquila. Respetable ejercicio autocrítico de un presidente que continúa con sólido poderío político y la más formidable confianza social.

De inmediato y en contraste con las zalamerías y adulaciones de los políticos lambiscones, desde el Senado de la República, Ricardo Monreal pidió a la oposición aceptar que López Obrador es un buen presidente, que ha impulsado un gobierno austero y contra la corrupción, expresión que se valora como opinión reflexiva, centrada, responsable y no lisonjera que más se acerca a una razonable y justa apreciación de un liderazgo presidencial que se muestra reformador, transformador del sistema de gobierno e iniciador de un nuevo régimen que mantiene como prioridad el respaldo a los pobres, a los que nada tienen y a los que beneficia económicamente y directamente.

Frente al escenario nacional metido ya en el más responsable análisis y debate político sobre la evaluación gubernamental, en Zacatecas transcurre una etapa de transición gubernamental inédita, como nunca en 6 décadas o 10 sexenios, los niveles de conflictividad están crecidos y son alarmantes, generadores de una atmósfera de incertidumbre y desconfianza social. A sólo 10 días del relevo constitucional en el gobierno del estado, la entrega de la estafeta de Alejandro Tello a David Monreal, se exhibe lamentable ausencia de operatividad política, incapacidad negociadora y el surgimiento de un peligroso antagonismo que puede anular acercamientos y entendimientos, evitar concertación y la urgente conciliación, obstaculizar una verdadera comunión social y producir riesgos de explosividad.

A nadie le importó el gran evento del informe presidencial, el activismo sindical se desató con amplia y masiva movilización que paralizó a la capital del estado, las acciones en contra de la buena salud del Issstezac y la responsabilidad y compromiso de la Legislatura del Estado se vieron trastocadas por las calenturas extremas de liderazgos que se han victimizado y generado un ambiente de inestabilidad, inoportuna decisión política que pretende exhibir condiciones de ingobernabilidad.

Se advierte pues, que prevalecen liderazgos sindicales afectados por revanchismos políticos y que no buscan soluciones y sí promueven la confrontación y división, y hacen de esta transición un episodio polarizante, donde los actores y protagonistas opositores a la reforma del Issstezac alejan los acuerdos, evitan cambiar la grave realidad de una noble institución construida para beneficio de los trabajadores al servicio del estado, se exhiben enemigos de los procesos de transformación que son parte de la decisión del nuevo gobierno en el ataque a la emergencia social, intentan colapsar no conciliar ni edificar el fortalecimiento institucional, repudian la restauración de estructuras vitales para el desarrollo y se niegan a cancelar las condiciones de privilegio de unos cuantos en perjuicio de la enorme y valiosa mayoría de los maestros y trabajadores, de los pensionados y jubilados de una institución urgida de su rescate y consolidación. Urge establecer condiciones para una transición democrática hacia la cuarta transformación.