/ martes 2 de agosto de 2022

Crónica del poder | Redefinir estrategias y políticas públicas

No es que entremos a un túnel de lamentaciones y que pretendamos inducir a la gente por esos rumbos de solo reconocer tragedias, fracasos, retrocesos y tormentas de violencia que no cesan sobre nuestro estado, pero no es posible negar la realidad, el acontecer así está con elevada gravedad en lo económico, la salud e inseguridad, cómo darle la vuelta y hacernos que nada vemos, que no sentimos y que somos indiferentes. Imposible, hay sensibilidad, existe plena responsabilidad y están abiertos los compromisos colectivos para la conformación de esa comunión social que nos urge para juntos encarar esa inestabilidad e incertidumbre que nos mantiene atorados.

Entre los zacatecanos de ayer y de ahora, no hay ingenuidad ni pecan de inocencia, bien conocen los antecedentes, el pasado de corrupción e ineptitud que han dejado a Zacatecas en la inopia, en el atraso económico, en la imparable violencia, pero bien saben que por esta generación y las que vienen, los actuales gobiernos federal, estatal y municipales tienen la enorme e ineludible responsabilidad de superar esta crítica situación. Y no puede ser que esta camada de nuevos funcionarios, legisladores, políticos y gobernantes se arrinconan en la impotencia de las lamentaciones, porque la gente espera, todavía con dobladas esperanzas y con la entera confianza, en que ya proceden a combatir todas las problemáticas que provocan el agobio y la desesperación, y que con creatividad y determinación encaran la gran emergencia social.

No se puede concebir, ni aceptar o admitir declinación, huir a esconderse de esa realidad; es decepcionante que esa clase política que ya parecen los mismos de antes o de ayer, mejor estén metidos en las reyertas estériles, en las confrontaciones inútiles, en la degradación de sus funciones, y que su dispersión, diferencias y división sean otro daño agregado a las crisis que los zacatecanos enfrentan, la magnitud de los problemas que hoy encaran las comunidades, los municipios, las familias en todos los horizontes del estado, sólo apuntan a más desigualdad y mayor pobreza, y no tenemos que culpar ni al neoliberalismo, a los conservadores, o a los adversarios o enemigos, porque éstos para la gente común, para los ciudadanos y simples mortales, no existen, son falacia, son cuentos de nunca acabar.

Lo que es vitalmente necesario y urgente es el fortalecimiento de la funcionalidad institucional, sea en la Nueva Gobernanza o con la Cuarta Transformación, pero no tiene que ser un fortalecimiento solo burocrático y administrativo, tiene que ser político y democrático, lo que implica reformular estrategias, conjuntar a todas las fuerzas sin exclusión, a los empresarios que dicho sea de paso, en Zacatecas son progresistas y creativos; tienen que hacer coincidir las potencialidades del gobierno estatal y los municipales con las vigorosas iniciativas y proyectos de la iniciativa privada, una verdadera recomposición de las responsabilidades de los gobernantes y gobernados, del estado y de la sociedad civil porque está más claro que los límites ya son críticos, que requieren soluciones inmediatas y de fondo.

Adelante con las políticas de bienestar social, pero se tiene que ir más adelante con el impulso productivo a través de las inversiones, la programación de obras de infraestructura que garanticen empleos, que sustenten empuje industrial, turístico y minero, cultural y deportivo, todo requiere de una redefinición de las políticas públicas a la luz de las tragedias de violencia e inseguridad, pandémicas y de retroceso económico que a estas alturas son inconcebibles, inadmisibles, inaceptables.

No es que entremos a un túnel de lamentaciones y que pretendamos inducir a la gente por esos rumbos de solo reconocer tragedias, fracasos, retrocesos y tormentas de violencia que no cesan sobre nuestro estado, pero no es posible negar la realidad, el acontecer así está con elevada gravedad en lo económico, la salud e inseguridad, cómo darle la vuelta y hacernos que nada vemos, que no sentimos y que somos indiferentes. Imposible, hay sensibilidad, existe plena responsabilidad y están abiertos los compromisos colectivos para la conformación de esa comunión social que nos urge para juntos encarar esa inestabilidad e incertidumbre que nos mantiene atorados.

Entre los zacatecanos de ayer y de ahora, no hay ingenuidad ni pecan de inocencia, bien conocen los antecedentes, el pasado de corrupción e ineptitud que han dejado a Zacatecas en la inopia, en el atraso económico, en la imparable violencia, pero bien saben que por esta generación y las que vienen, los actuales gobiernos federal, estatal y municipales tienen la enorme e ineludible responsabilidad de superar esta crítica situación. Y no puede ser que esta camada de nuevos funcionarios, legisladores, políticos y gobernantes se arrinconan en la impotencia de las lamentaciones, porque la gente espera, todavía con dobladas esperanzas y con la entera confianza, en que ya proceden a combatir todas las problemáticas que provocan el agobio y la desesperación, y que con creatividad y determinación encaran la gran emergencia social.

No se puede concebir, ni aceptar o admitir declinación, huir a esconderse de esa realidad; es decepcionante que esa clase política que ya parecen los mismos de antes o de ayer, mejor estén metidos en las reyertas estériles, en las confrontaciones inútiles, en la degradación de sus funciones, y que su dispersión, diferencias y división sean otro daño agregado a las crisis que los zacatecanos enfrentan, la magnitud de los problemas que hoy encaran las comunidades, los municipios, las familias en todos los horizontes del estado, sólo apuntan a más desigualdad y mayor pobreza, y no tenemos que culpar ni al neoliberalismo, a los conservadores, o a los adversarios o enemigos, porque éstos para la gente común, para los ciudadanos y simples mortales, no existen, son falacia, son cuentos de nunca acabar.

Lo que es vitalmente necesario y urgente es el fortalecimiento de la funcionalidad institucional, sea en la Nueva Gobernanza o con la Cuarta Transformación, pero no tiene que ser un fortalecimiento solo burocrático y administrativo, tiene que ser político y democrático, lo que implica reformular estrategias, conjuntar a todas las fuerzas sin exclusión, a los empresarios que dicho sea de paso, en Zacatecas son progresistas y creativos; tienen que hacer coincidir las potencialidades del gobierno estatal y los municipales con las vigorosas iniciativas y proyectos de la iniciativa privada, una verdadera recomposición de las responsabilidades de los gobernantes y gobernados, del estado y de la sociedad civil porque está más claro que los límites ya son críticos, que requieren soluciones inmediatas y de fondo.

Adelante con las políticas de bienestar social, pero se tiene que ir más adelante con el impulso productivo a través de las inversiones, la programación de obras de infraestructura que garanticen empleos, que sustenten empuje industrial, turístico y minero, cultural y deportivo, todo requiere de una redefinición de las políticas públicas a la luz de las tragedias de violencia e inseguridad, pandémicas y de retroceso económico que a estas alturas son inconcebibles, inadmisibles, inaceptables.