/ miércoles 19 de enero de 2022

Datos falsos

Hemos comentado ya en diversas ocasiones que pareciera que el mundo se mueve en una dirección contraria a la búsqueda y entronización de la verdad y la evidencia científica. Miles de millones de seres humanos que habitan el planeta son todos los días bombardeados con noticias falsas, medias verdades y hechos no demostrables y fantasiosos, y, con base en estos datos, toman decisiones que en muchas de las veces son contrarias a sus propios intereses económicos, a su salud y, en general, a su conservación como especie.

El método científico, y los postulados de las investigaciones que desde hace siglos han hecho encumbrados hombres del saber, son todos los días despreciados y tirados al basurero de las indiferencias andantes. Pareciera que la ciencia está entrando en plena decadencia y que las emociones, los buenos deseos y el pensamiento mágico – religioso se están imponiendo como origen de las pautas conductuales, no obstante que muchas de las modernas herramientas de trabajo, comunicación y descubrimientos como el internet, las comunicaciones satelitales, las computadoras, los relojes atómicos, la electricidad, los antibióticos, los antivirales, las vacunas, y cientos de etcéteras más, son producto, precisamente, del conocimiento acumulado durante milenios de historia.

Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que la imbecilidad de un pueblo es directamente proporcional a su grado de ignorancia y analfabetismo, e inversamente proporcional a su buena formación educativa.

Lo anterior viene a colación por lo que se ha considerado por los expertos como el desastre anunciado en el manejo de la pandemia en nuestro país por el Covid – 19, catástrofe, por cierto, donde hemos sido corresponsables tanto los mexicanos en general, como las instancias gubernamentales encargadas o no de atender el asunto. Hay que recordar que nuestro país tiene uno de los números más altos de contagios y de letalidad (número de muertes por contagiados) Trataré de ejemplificar con algunas insensateces verificables en los hechos por cualquiera.

No obstante que con meses de anticipación se anunció la llegada de la nueva variante del virus del SARS-CoV 2, denominada Omicron, y se anticipó que en los meses de noviembre y diciembre comenzaría su general esparcimiento, nunca estuvo en nuestros planes cancelar las fiestas decembrinas, posadas, tamales, los festejos de año nuevo, las vacaciones, etcétera, todo ello con reuniones multitudinarias de decenas de personas y en espacios cerrados y poco ventilados. Resultado: un contagiadero a mansalva de gente y los hospitales a reventar.

Por otro lado, las acciones de muchas autoridades para “combatir” el virus causan risa e incredulidad por la ignorancia supina que denotan: allí tenemos a varios munícipes colocando “retenes sanitarios” a la entrada y salida de sus demarcaciones, atendidos por analfabetos integrantes de sus cuerpos de policía, preguntando a los automovilistas “¿de dónde viene?, ¿a dónde va?, ¿tiene fiebre?, pásele”. Me pregunto si algún individuo les contesta: “tengo el virus del Covid y voy para X lugar”. ¿Qué harían? ¿lo detendrían para canalizarlo a un hospital? ¿lo dejarían pasar? ¿Cuál es su protocolo de actuación en esos casos? Claro, el chiste se explica por sí mismo, pues ni idea tendrían de cómo proceder.

O la puntada de aquéllas autoridades que mandan brigadas con tanques insecticidas a rociar de cloro y líquidos de limpieza calles, edificios, espacios públicos, etcétera para matar al bicho. Sin palabras, pues.

Bastaría haber leído algunos artículos sustentados en investigaciones científicas (los cito al final, como ejemplo), publicados desde hace mucho, por cierto, para medianamente entender los mecanismos de transmisión de este virus, y haber tomado otro tipo de decisiones. Pero no, hay que demostrar y sentirse orgullosos, incluso, de que el desconocimiento, la incultura, la ineptitud, la inexperiencia y el obscurantismo es la constante de los nuevos aires que se respiran.

https://elpais.com/especiales/coronavirus-covid-19/a-room-a-bar-and-a-class-how-the-coronavirus-is-spread-through-the-air/

https://elpais.com/especiales/coronavirus-covid-19/como-esquivar-el-coronavirus-en-interiores/

Hemos comentado ya en diversas ocasiones que pareciera que el mundo se mueve en una dirección contraria a la búsqueda y entronización de la verdad y la evidencia científica. Miles de millones de seres humanos que habitan el planeta son todos los días bombardeados con noticias falsas, medias verdades y hechos no demostrables y fantasiosos, y, con base en estos datos, toman decisiones que en muchas de las veces son contrarias a sus propios intereses económicos, a su salud y, en general, a su conservación como especie.

El método científico, y los postulados de las investigaciones que desde hace siglos han hecho encumbrados hombres del saber, son todos los días despreciados y tirados al basurero de las indiferencias andantes. Pareciera que la ciencia está entrando en plena decadencia y que las emociones, los buenos deseos y el pensamiento mágico – religioso se están imponiendo como origen de las pautas conductuales, no obstante que muchas de las modernas herramientas de trabajo, comunicación y descubrimientos como el internet, las comunicaciones satelitales, las computadoras, los relojes atómicos, la electricidad, los antibióticos, los antivirales, las vacunas, y cientos de etcéteras más, son producto, precisamente, del conocimiento acumulado durante milenios de historia.

Podríamos decir, sin temor a equivocarnos, que la imbecilidad de un pueblo es directamente proporcional a su grado de ignorancia y analfabetismo, e inversamente proporcional a su buena formación educativa.

Lo anterior viene a colación por lo que se ha considerado por los expertos como el desastre anunciado en el manejo de la pandemia en nuestro país por el Covid – 19, catástrofe, por cierto, donde hemos sido corresponsables tanto los mexicanos en general, como las instancias gubernamentales encargadas o no de atender el asunto. Hay que recordar que nuestro país tiene uno de los números más altos de contagios y de letalidad (número de muertes por contagiados) Trataré de ejemplificar con algunas insensateces verificables en los hechos por cualquiera.

No obstante que con meses de anticipación se anunció la llegada de la nueva variante del virus del SARS-CoV 2, denominada Omicron, y se anticipó que en los meses de noviembre y diciembre comenzaría su general esparcimiento, nunca estuvo en nuestros planes cancelar las fiestas decembrinas, posadas, tamales, los festejos de año nuevo, las vacaciones, etcétera, todo ello con reuniones multitudinarias de decenas de personas y en espacios cerrados y poco ventilados. Resultado: un contagiadero a mansalva de gente y los hospitales a reventar.

Por otro lado, las acciones de muchas autoridades para “combatir” el virus causan risa e incredulidad por la ignorancia supina que denotan: allí tenemos a varios munícipes colocando “retenes sanitarios” a la entrada y salida de sus demarcaciones, atendidos por analfabetos integrantes de sus cuerpos de policía, preguntando a los automovilistas “¿de dónde viene?, ¿a dónde va?, ¿tiene fiebre?, pásele”. Me pregunto si algún individuo les contesta: “tengo el virus del Covid y voy para X lugar”. ¿Qué harían? ¿lo detendrían para canalizarlo a un hospital? ¿lo dejarían pasar? ¿Cuál es su protocolo de actuación en esos casos? Claro, el chiste se explica por sí mismo, pues ni idea tendrían de cómo proceder.

O la puntada de aquéllas autoridades que mandan brigadas con tanques insecticidas a rociar de cloro y líquidos de limpieza calles, edificios, espacios públicos, etcétera para matar al bicho. Sin palabras, pues.

Bastaría haber leído algunos artículos sustentados en investigaciones científicas (los cito al final, como ejemplo), publicados desde hace mucho, por cierto, para medianamente entender los mecanismos de transmisión de este virus, y haber tomado otro tipo de decisiones. Pero no, hay que demostrar y sentirse orgullosos, incluso, de que el desconocimiento, la incultura, la ineptitud, la inexperiencia y el obscurantismo es la constante de los nuevos aires que se respiran.

https://elpais.com/especiales/coronavirus-covid-19/a-room-a-bar-and-a-class-how-the-coronavirus-is-spread-through-the-air/

https://elpais.com/especiales/coronavirus-covid-19/como-esquivar-el-coronavirus-en-interiores/