/ domingo 17 de mayo de 2020

De lealtades y deslealtades

Los tiempos de crisis para la humanidad son campo propicio para diluir la confianza; se deja de creer en los gobernantes, en las instituciones, en las organizaciones y son marcados siempre por la sospecha.

Toda crisis política, sanitaria, económica, bélica, institucional o de seguridad, genera la sospecha entre el grueso de la población. Todos los gobiernos, sin excepción, pierden la credibilidad social y se vulnera el vínculo de la confianza.

Crece con ello el nivel de violencia verbal y política que da paso a las descalificaciones y a la búsqueda de los beneficios grupales, aún a costa de los más débiles y necesitados, que poco entienden de la toma de las decisiones y que poco se interesan en las figuras emergentes que se quieren convertir en los nuevos mesías de los problemas contemporáneos.

La división entre buenos y malos surge a todos los niveles de la sociedad, y no se diga entre la clase política gobernante, en la que la violencia verbal apuntala las enormes diferencias ideológicas y políticas, sin el mínimo interés por el conjunto de la sociedad.

Ésta crisis sanitaria, le mostró a los zacatecanos el alto nivel de desacuerdo que existe ya en el gabinete del gobierno estatal, a falta de un año para que se lleven a cabo las elecciones para gobernador.

En lo local, esta crisis por el COVID-19, también mostró que las prácticas políticas de algunos actores y grupos se repiten de manera consistente para tratar de vincularse al que consideran el siguiente equipo de gobierno. Lo hicieron antes y lo hacen hoy.

Son los mismos actores y son las mismas prácticas. Traicionan al gobernante en turno unos meses antes y venden su postura al que consideran el mejor y más adelantado candidato a gobernador.

Éstas prácticas quedaron al descubierto esta semana cuando con un solo mensaje a través del twitter, el secretario general de gobierno desnudó esas prácticas, y sin poner nombre o apellido, habló de la lealtad en tiempos de la abundancia; tenía como destinatarios, compañeros suyos en el gabinete de Alejandro Tello, mostrando con ello, la fuerte pugna por el control de las decisiones gubernamentales.

Estos actores han tenido éstas prácticas de manera sistemática.

Traicionaron a Felipe Calderón; hicieron lo propio con Amalia García Medina para ir a los brazos de Miguel Alonso; abandonaron a medio camino a éste para juramentar lealtad a Alejandro Tello, y ahora, hacen lo mismo, creyendo con ello, por ahora que tienen las de ganar.

Su reacción fue virulenta y mostraron su molestia.

Hoy es tiempo propicio para que Tello Cristerna se deshaga de los desleales y cierre su gobierno con el equipo de su confianza. Es tiempo de lealtades y deslealtades.

Los tiempos de crisis para la humanidad son campo propicio para diluir la confianza; se deja de creer en los gobernantes, en las instituciones, en las organizaciones y son marcados siempre por la sospecha.

Toda crisis política, sanitaria, económica, bélica, institucional o de seguridad, genera la sospecha entre el grueso de la población. Todos los gobiernos, sin excepción, pierden la credibilidad social y se vulnera el vínculo de la confianza.

Crece con ello el nivel de violencia verbal y política que da paso a las descalificaciones y a la búsqueda de los beneficios grupales, aún a costa de los más débiles y necesitados, que poco entienden de la toma de las decisiones y que poco se interesan en las figuras emergentes que se quieren convertir en los nuevos mesías de los problemas contemporáneos.

La división entre buenos y malos surge a todos los niveles de la sociedad, y no se diga entre la clase política gobernante, en la que la violencia verbal apuntala las enormes diferencias ideológicas y políticas, sin el mínimo interés por el conjunto de la sociedad.

Ésta crisis sanitaria, le mostró a los zacatecanos el alto nivel de desacuerdo que existe ya en el gabinete del gobierno estatal, a falta de un año para que se lleven a cabo las elecciones para gobernador.

En lo local, esta crisis por el COVID-19, también mostró que las prácticas políticas de algunos actores y grupos se repiten de manera consistente para tratar de vincularse al que consideran el siguiente equipo de gobierno. Lo hicieron antes y lo hacen hoy.

Son los mismos actores y son las mismas prácticas. Traicionan al gobernante en turno unos meses antes y venden su postura al que consideran el mejor y más adelantado candidato a gobernador.

Éstas prácticas quedaron al descubierto esta semana cuando con un solo mensaje a través del twitter, el secretario general de gobierno desnudó esas prácticas, y sin poner nombre o apellido, habló de la lealtad en tiempos de la abundancia; tenía como destinatarios, compañeros suyos en el gabinete de Alejandro Tello, mostrando con ello, la fuerte pugna por el control de las decisiones gubernamentales.

Estos actores han tenido éstas prácticas de manera sistemática.

Traicionaron a Felipe Calderón; hicieron lo propio con Amalia García Medina para ir a los brazos de Miguel Alonso; abandonaron a medio camino a éste para juramentar lealtad a Alejandro Tello, y ahora, hacen lo mismo, creyendo con ello, por ahora que tienen las de ganar.

Su reacción fue virulenta y mostraron su molestia.

Hoy es tiempo propicio para que Tello Cristerna se deshaga de los desleales y cierre su gobierno con el equipo de su confianza. Es tiempo de lealtades y deslealtades.