/ lunes 13 de enero de 2020

De santidades

Si alguna caracterísitica sociológica, relacionada con el ámbito religioso, distingue a las generalidades de este país, y a las particularidades zacatecanas, es esa propensión congénita hacia los temas relacionados con las santidades y todo aquéllo que se relacione con el acercamiento físico, moral y espiritual con las entidades que nos brindan protección terrenal desde las más altas celestialidades circundantes.

Llegan a la memoria, de quien esta detestable blasfemia escribe, que desde las primeras mocedades, los mayores les explican a los menores las ventajas ostensibles de tener esas vinculaciones sobrehumanas, y entre más pronto, mejor. Y así, por ejemplo, se estila que dos criaturas, para refrendar sus lazos de amistad, y, además, como ya se mencionó, aproximarse a los misterios de la creación universal misma, se hagan compadres, o comadres, o compadre – comadre, dependiendo ya del género en cuestión, y decidan santificar la imagen de alguna deidad, que se supone, ya por el hecho de representar físicamente un Dios o su descendencia, debería ya ser de por sí, pertenecer al círculo celestial, pero no, hay que realizar una ceremonia con todas las solemnidades respectivas frente a alguno de sus representantes en la tierra, para, así, estar seguros de que esa figura, o fotografía, o pintura físicas, tienen atributos milagrosos, y en este rito, los dos vástagos supra indicados construyen un lazo de compadrazgo que los mantendrá unidos hasta el mismísimo día en el que vayan a rendir cuenta a esas superioridades de los actos que realizaron o dejaron de realizar en estas inferioridades planetarias.

Y aquí, como paréntesis, habrá que considerar que los escasos entendimientos de las primeras infancias seguramente impedirán a los impúberes actores de estas pantonimias, comprender a cabalidad todas las implicaciones finales y distantes que tendrán en sus destinos el haber formalizado esos pactos con las divinidades, para protección y bienaventuranza de sus vidas.

Y es precisamente en el contexto de estas profundas reflexiones teológicas, como nos hemos enterado de la extraordinaria noticia para la grey zacatecana en particular, y para todo habitante, en general, que, precisamente, en estas tierras olvidadas por los dioses, acaba de acontencer un suceso de trascendencia bíblica, y que para no dar más rodeos innecesarios manifestaré que se trata del acogimiento del Santo Niño Dios Más Grande Del Mundo, eso sí, con ojazos azules para distinguirlo de la indiada periférica, en el pueblo de Zóquite, Municipio de Guadalupe, Zacatecas, ranchería que, según algunos datos consultados en las nebolosidades de la red, tiene 4,300 habitantes y está a 22 kilómetros de la mismísima capital del Estado.

El ya sideralmente famoso Santo Niño Dios Más Grande Del Mundo mide 6.48 metros de largo, pesa algo así como 800 kilogramos, y se requiere la sincronización de doce personas, quienes, con sus esfuerzos conjuntos, pueden mover de aquí para allá y de allá para acá, a tan sagrada efigie sin causarle daño visible alguno y conservando en la medida de lo posible toda su deidad congénita.

Ahora los nativos de Zóquite, los oriundos de Guadalupe, los orgullosos zacatecanos y, porqué no, la mexicanidad andante en su conjunto, podrán estar más tranquilos y sosegados en esos nexos invisibles que guardamos con toda la corte celestial, ya que, debido a ello, estaremos seguros que este año que comienza no habrá ya más preocupación de ninguna especie, gracias a la protección suprema que nos brindará este Santísimo, respecto de calamidades tales como el desempleo, el desabasto de medicamentos en los hospitales públicos, la inseguridad incontenible, las mujeres golpeadas, la incipiente crisis económica, las mentiras y promesas incumplidas de nuestros representantes populares, el aumento de los impuestos, el terrorismo fiscal, la escasez de agua potable, la contaminación ambiental, los incendios en Australia, y, de ello estoy cierto, hasta el desgarriate de la recolección de basura en el municipio de Guadalupe, donde despachará de manera permanente y tendrá su sede oficial el Santo Niño Dios Más Grande Del Mundo, va a encontrar un feliz desenlace.

Amén.

Si alguna caracterísitica sociológica, relacionada con el ámbito religioso, distingue a las generalidades de este país, y a las particularidades zacatecanas, es esa propensión congénita hacia los temas relacionados con las santidades y todo aquéllo que se relacione con el acercamiento físico, moral y espiritual con las entidades que nos brindan protección terrenal desde las más altas celestialidades circundantes.

Llegan a la memoria, de quien esta detestable blasfemia escribe, que desde las primeras mocedades, los mayores les explican a los menores las ventajas ostensibles de tener esas vinculaciones sobrehumanas, y entre más pronto, mejor. Y así, por ejemplo, se estila que dos criaturas, para refrendar sus lazos de amistad, y, además, como ya se mencionó, aproximarse a los misterios de la creación universal misma, se hagan compadres, o comadres, o compadre – comadre, dependiendo ya del género en cuestión, y decidan santificar la imagen de alguna deidad, que se supone, ya por el hecho de representar físicamente un Dios o su descendencia, debería ya ser de por sí, pertenecer al círculo celestial, pero no, hay que realizar una ceremonia con todas las solemnidades respectivas frente a alguno de sus representantes en la tierra, para, así, estar seguros de que esa figura, o fotografía, o pintura físicas, tienen atributos milagrosos, y en este rito, los dos vástagos supra indicados construyen un lazo de compadrazgo que los mantendrá unidos hasta el mismísimo día en el que vayan a rendir cuenta a esas superioridades de los actos que realizaron o dejaron de realizar en estas inferioridades planetarias.

Y aquí, como paréntesis, habrá que considerar que los escasos entendimientos de las primeras infancias seguramente impedirán a los impúberes actores de estas pantonimias, comprender a cabalidad todas las implicaciones finales y distantes que tendrán en sus destinos el haber formalizado esos pactos con las divinidades, para protección y bienaventuranza de sus vidas.

Y es precisamente en el contexto de estas profundas reflexiones teológicas, como nos hemos enterado de la extraordinaria noticia para la grey zacatecana en particular, y para todo habitante, en general, que, precisamente, en estas tierras olvidadas por los dioses, acaba de acontencer un suceso de trascendencia bíblica, y que para no dar más rodeos innecesarios manifestaré que se trata del acogimiento del Santo Niño Dios Más Grande Del Mundo, eso sí, con ojazos azules para distinguirlo de la indiada periférica, en el pueblo de Zóquite, Municipio de Guadalupe, Zacatecas, ranchería que, según algunos datos consultados en las nebolosidades de la red, tiene 4,300 habitantes y está a 22 kilómetros de la mismísima capital del Estado.

El ya sideralmente famoso Santo Niño Dios Más Grande Del Mundo mide 6.48 metros de largo, pesa algo así como 800 kilogramos, y se requiere la sincronización de doce personas, quienes, con sus esfuerzos conjuntos, pueden mover de aquí para allá y de allá para acá, a tan sagrada efigie sin causarle daño visible alguno y conservando en la medida de lo posible toda su deidad congénita.

Ahora los nativos de Zóquite, los oriundos de Guadalupe, los orgullosos zacatecanos y, porqué no, la mexicanidad andante en su conjunto, podrán estar más tranquilos y sosegados en esos nexos invisibles que guardamos con toda la corte celestial, ya que, debido a ello, estaremos seguros que este año que comienza no habrá ya más preocupación de ninguna especie, gracias a la protección suprema que nos brindará este Santísimo, respecto de calamidades tales como el desempleo, el desabasto de medicamentos en los hospitales públicos, la inseguridad incontenible, las mujeres golpeadas, la incipiente crisis económica, las mentiras y promesas incumplidas de nuestros representantes populares, el aumento de los impuestos, el terrorismo fiscal, la escasez de agua potable, la contaminación ambiental, los incendios en Australia, y, de ello estoy cierto, hasta el desgarriate de la recolección de basura en el municipio de Guadalupe, donde despachará de manera permanente y tendrá su sede oficial el Santo Niño Dios Más Grande Del Mundo, va a encontrar un feliz desenlace.

Amén.