“Somos nosotros mismos los que deliberamos y decidimos conforme a derecho sobre la cosa pública, pues no creemos que lo que perjudica a la acción sea el debate, sino precisamente el no dejarse instruir por la discusión antes de llevar a cabo lo que hay que hacer”. Una sencilla pero potente observación (formulada por Pericles en el 431 a.C.) que resume a la perfección algo que todos sabemos, que una democracia es imposible sin un debate público de calidad, pero que demasiado a menudo olvidamos o nos intentan hacer olvidar.
Hablamos mucho de crisis de la democracia, y casi cada día intentamos reinventarla. Pero los principios que hacen funcionar nuestras democracias tienen casi 2.500 años de antigüedad y muy poca necesidad de renovación en lo fundamental. Aquel ágora ateniense, que permitía una democracia participativa, se ha transmutado hoy en un ágora digital. Más que nunca, la complejidad del mundo en el que vivimos exige unos medios de comunicación que puedan explicar esos cambios, dar voz a la ciudadanía y exigir cuentas al poder. ¿Estamos en línea?