/ domingo 4 de agosto de 2019

¿Desaparecer el Coneval?

En el actual proceso de cambios emprendidos en México, se han generado reacciones en todos los ámbitos y entornos. Esta transformación va acompañada del pluralismo de ideas e incluso del fuerte choque de intereses producto de la arraigada cultura política enfrascada en anquilosados vicios.

Como ejemplo, la reciente discusión sobre la posible desaparición del Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (Coneval) o la fusión de sus obligaciones al INEGI. Por lo pronto, Andrés Manuel López Obrador se ha comprometido a la renovación de este organismo.

En este debate, se planteó la austeridad y efectividad de las instituciones, en particular los órganos autónomos. Por otro lado, se analizó la pertinencia de evaluar y analizar la política social, particularmente, la medición de la pobreza, brújula para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos.

Respecto a este último punto, surge la siguiente interrogante, ¿los anteriores gobiernos implementaron, mejoraron y reorientaron las políticas públicas con base en datos y estudios que realizó en los últimos años el Coneval?

Destaco recientes investigaciones realizados por dicho consejo. El Estudio Diagnóstico del Derecho a la Educación 2018, recomienda mejorar la infraestructura educativa pues “95,000 estudiantes de educación básica no contaban con una escuela en un inmueble construido o adaptado para fines educativos”.

También destaca que se debe incrementar la disponibilidad para el acceso a educación media superior ya que existe baja asistencia debido problemas económicos. Por ejemplo, el 44.2% de los jóvenes con alguna discapacidad y el 36.1% de la población indígena no asisten a la preparatoria.

Por su parte, el Estudio Diagnóstico del Derecho a la Salud, alerta sobre el fragmentado y desarticulado Sistema Nacional de Salud, siendo una de sus principales causas “la inequidad en la atención en salud” y a la vez recomienda “mejorar la calidad de los servicios (…) considerando en lugar central al paciente”.

De los anteriores ejemplos, podemos afirmar que los pasados gobiernos fueron omisos al no tomar como referencia los datos e información del Coneval. Tanto el sector educativo como el de salud, se encuentran seriamente erosionados. Dicho de otra manera, las pasadas administraciones no hicieron nada para reorientar las políticas públicas.

Debemos pugnar por organismos que, con fundamento en indicadores, análisis y mediciones, brinden a los gobiernos directrices para la implementación de adecuadas políticas públicas.

Hoy vivimos el cambio y los cambios sacuden, pero al mismo tiempo plantean un crisol de posibilidades. Por lo tanto, la pregunta sería, ¿resistirnos al pasado o entrarle en serio a la transformación?

En el actual proceso de cambios emprendidos en México, se han generado reacciones en todos los ámbitos y entornos. Esta transformación va acompañada del pluralismo de ideas e incluso del fuerte choque de intereses producto de la arraigada cultura política enfrascada en anquilosados vicios.

Como ejemplo, la reciente discusión sobre la posible desaparición del Consejo Nacional de Evaluación de la Política del Desarrollo Social (Coneval) o la fusión de sus obligaciones al INEGI. Por lo pronto, Andrés Manuel López Obrador se ha comprometido a la renovación de este organismo.

En este debate, se planteó la austeridad y efectividad de las instituciones, en particular los órganos autónomos. Por otro lado, se analizó la pertinencia de evaluar y analizar la política social, particularmente, la medición de la pobreza, brújula para mejorar las condiciones de vida de los mexicanos.

Respecto a este último punto, surge la siguiente interrogante, ¿los anteriores gobiernos implementaron, mejoraron y reorientaron las políticas públicas con base en datos y estudios que realizó en los últimos años el Coneval?

Destaco recientes investigaciones realizados por dicho consejo. El Estudio Diagnóstico del Derecho a la Educación 2018, recomienda mejorar la infraestructura educativa pues “95,000 estudiantes de educación básica no contaban con una escuela en un inmueble construido o adaptado para fines educativos”.

También destaca que se debe incrementar la disponibilidad para el acceso a educación media superior ya que existe baja asistencia debido problemas económicos. Por ejemplo, el 44.2% de los jóvenes con alguna discapacidad y el 36.1% de la población indígena no asisten a la preparatoria.

Por su parte, el Estudio Diagnóstico del Derecho a la Salud, alerta sobre el fragmentado y desarticulado Sistema Nacional de Salud, siendo una de sus principales causas “la inequidad en la atención en salud” y a la vez recomienda “mejorar la calidad de los servicios (…) considerando en lugar central al paciente”.

De los anteriores ejemplos, podemos afirmar que los pasados gobiernos fueron omisos al no tomar como referencia los datos e información del Coneval. Tanto el sector educativo como el de salud, se encuentran seriamente erosionados. Dicho de otra manera, las pasadas administraciones no hicieron nada para reorientar las políticas públicas.

Debemos pugnar por organismos que, con fundamento en indicadores, análisis y mediciones, brinden a los gobiernos directrices para la implementación de adecuadas políticas públicas.

Hoy vivimos el cambio y los cambios sacuden, pero al mismo tiempo plantean un crisol de posibilidades. Por lo tanto, la pregunta sería, ¿resistirnos al pasado o entrarle en serio a la transformación?